Tras
los escándalos velados para debilitar la voz de denuncia de Francisco, el
primer periódico de economía y finanzas de Italia, Il Sole 24 ore, publica una
entrevista inédita al Sucesor de Pedro
AP POOL/Associated Press/East News |
Las acusaciones de un ex nuncio en
Washington, que incluyen encubrimiento de abusos y mentiras alrededor de un ex
cardenal destituido y suspendido por Francisco, probablemente son solo la punta
del iceberg de algo más grande amplificado por una blogósfera
militante y por medios
‘católicos’ norteamericanos que empujan a la renuncia del Papa
financiados por sectores ultra conservadores neoliberales y defensores a
ultranza de una economía que está por encima de las personas.
En este
contexto, el Papa Francisco sigue dando voz a los últimos y a los descartados
en una entrevista nueva publicada este viernes 7 de septiembre de 2018 en
Italia. “Detrás de cada actividad hay una
persona humana. La centralidad actual de la actividad financiera respecto a
la economía real no es casual: detrás de esto se anida la decisión de alguien
que piensa, equivocándose, que el dinero produce dinero. El dinero, el de
verdad, se hace con el trabajo”, dijo el Papa a IL Sole
24 Ore, el primer periódico económico y financiero de Italia, quizás la
primera entrevista del Sucesor de Pedro tan específica en materia.
Para quienes
siguen la denuncia del Papa sobre la “economía que mata” y las finanzas que se
elevan a “divinidades” no hay de nada nuevo. Sin embargo, en el marco de los
ataques cotidianos a Francisco hay una dimensión por considerar detrás de tanto
ensañamiento mediático especialmente originado en los Estados Unidos.
En una
investigación del National
Catholic Reporter, precedente al escándalo (21.07.2017), Tom Robers con datos en la mano
describe una relación de donantes listos a firmar jugosos cheques para
infiltrar la narrativa católica en el país del norte e influenciar la cultura y
la opinión publica poniendo la agenda de su interés. Para ello incluso
financian universidades bajo el ‘sello católico’ que profesan el neoliberalismo
sin raíces en la doctrina social de la Iglesia en un mixto entre teología de la
prosperidad y técnicas de marketing, mercadotecnia y pragmatismo económico.
En la entrevista
de hoy, el papa Bergoglio cita a menudo la doctrina social de Pablo VI y
considera necesario luchar para recuperar la centralidad de las familias y las
personas. “La distribución y la participación en la riqueza producida,
el establecimiento de la empresa en un territorio, la responsabilidad social,
el bienestar empresarial, la igualdad de trato en materia de retribución entre
hombres y mujeres, la armonización de los tiempos dedicados al trabajo y a la
vida, el respeto del medio ambiente, el reconocimiento de la importancia del
hombre respecto a la máquina, el reconocimiento del salario justo y la
capacidad de innovación son elementos importantes que mantienen viva la
dimensión comunitaria de una empresa”.
El mensaje
del Papa sienta mal en los salones donde la economía tiene un pedestal. Se
trata de poderes económicos que preferirían a un Papa que sólo predicara de
temas pastorales, especialmente doctrinales puros lejos de la realidad de las
personas y que se olvidará de la denuncia y la búsqueda de justicia.
Esos sectores
dominantes y de élite no toleran que la Iglesia denuncie el cambio climático,
las energías fósiles y la excesiva libertad de los mercados, y no es una
casualidad, que tengan alergia a procesos críticos que tuvieron base en la Iglesia
de América Latina, continente con la mayor desigualdad social
del planeta, patio de atrás y terreno de experimentos económicos neoliberales
fracasados, basta leer el documento de Aparecida.
Incomoda
también la voz de un Papa latinoamericano, en un proceso que inició hace ya 50
años con el documento de Medellín (1968-2018) y alimentado por el documento de
Puebla, donde la Iglesia tiene voz profética en contra de las dictaduras
militares de antaño, las guerrillas, la corrupción en general y los procesos que
deshumanizan dejando a Dios fuera de la historia y de los procesos y alzando la
voz aún hoy ante el desequilibrio social galopante. Secuela
marcada por el Concilio Vaticano II.
Un nuevo humanismo del
trabajo
Volviendo a la entrevista publicada en la edición
del Sole 24 Ore, firmada por Guido Gentili, Francisco denuncia que el
desempleo afecta a varios países europeos como consecuencia “de un
sistema económico que ya no es capaz de crear trabajo, porque en el centro
colocó a un ídolo que se llama dinero”. Asimismo afirma: “Creo
que sea muy importante trabajar juntos para construir el bien común y un
nuevo humanismo del trabajo, promover un trabajo que respete la
dignidad de la persona, que no apuesta únicamente por el provecho o las
exigencias productivas, sino que promueve una vida digna, sabiendo que el bien
de las personas y el bien de la empresa van de la mano”.
El discurso
del Papa es impensable para quienes no digieren aún el mensaje de Laudato Sí y
reitera que se necesita mantener el justo límite a las ganancias: “Mantener unidas acción y responsabilidad,
justicia y provecho, producción de riqueza y su redistribución, operatividad y
respeto del ambiente con el tiempo se convierten en elementos que garantizan la
vida de la empresa. Desde este punto de vista, el significado de la empresa se
amplía y hace comprender que perseguir únicamente el provecho ya no garantiza
la existencia de la empresa”.
Francisco
escucha a empresarios y mantiene su posición de siempre del respeto de la
propiedad privada, la creatividad en la economía para mantener la
responsabilidad social y la cohesión de una nación, al mismo tiempo que evocó
en la entrevista con Guido
Gentili, el encuentro organizado en 2016 con Confindustria, que reúne
a los empresarios italianos, durante el Jubileo con los empresarios y sus
familias, siete mil personas en el Aula Pablo VI.
“Recuerdo
muchos rostros que transmitían pasión y proyectos, fatiga y genialidad” dice
Francisco. “Necesitamos valentía y creatividad genial“.
Por lo tanto, defiende el trabajo como elemento central de la vida: “La
persona que mantiene a sí misma y a su familia con su trabajo desarrolla su
dignidad; el trabajo crea dignidad, los subsidios que no tengan
el objetivo preciso de crear trabajo y ocupación, crean dependencia y reducen
la responsabilidad”.
Y las
empresas “pueden contribuir notablemente a conservar la dignidad del trabajo,
reconociendo que el hombre es el recurso más importante de cada empresa,
obrando para construir el bien común, dedicando atención a los pobres”.
La defensa de Papa
Francisco a los migrantes
Todos estos argumentos contrastas con el
nacionalismo exacerbado de quien financia la agenda de blogs, ongs y medios
para debilitar la voz de Francisco, que no tolera que defienda a los últimos,
en este caso la responsabilidad de los migrantes entre deberes y derechos. Tema
también que salió al paso en la entrevista concedida al Sole 24 Ore: “Los
pobres que se desplazan infunden temor especialmente a los pueblos que viven en
una condición de bienestar“, y añade también que los mismos
migrantes “deben ser respetuosos de la cultura y las leyes del país que
los acoge para emprender conjuntamente un camino de integración y para superar
todos las preocupaciones e inquietudes”.
Es incómodo
Francisco cuando pide a Europa a ocuparse de la crisis de migrantes: “Europa
necesita esperanza y futuro. La apertura hacia los nuevos desafíos de las
migraciones, impulsados por el viento de la esperanza, puede ayudar a construir
un mundo en el que no se habla únicamente de números o instituciones, sino de
personas”. Y “para estas personas que huyen de la miseria y del hambre”, afirma.
Por último,
Francisco alza una voz de esperanza e indica que muchos empresarios y un amplio
número de instituciones europeas “a las que no faltan genialidad y valentía,
podrán emprender objetivos de inversión en formación, en sus países, de la
escuela al desarrollo de auténticos sistemas culturales y, sobre todo, de
trabajo»”.
A todo esto,
cabe recordar un prólogo firmado por el Jorge Mario Bergoglio en
1986 sobre el tema de la Tribulación, escrito en
Buenos Aires donde plantea la confusión provocada por las persecuciones en
la persona, pero considerando en el discernimiento los propios pecados y
defectos, pero sin dejar de buscar la justicia y la verdad. El contexto es la
supresión de la Compañía de Jesús en 1773 por defender, especialmente en
América que los indígenas y los últimos tenían una dignidad.
Hoy la
ideología de una economía globalizada que
da primacía al dinero antes que a las personas opera como esas grandes cortes
europeas del setecientos que consideraban meros esclavos a las poblaciones
autóctonas. Y si la historia fuera cíclica, Bergoglio insta en ese momento a
leer ese contexto de la tribulación de los jesuitas como un momento para no ser
víctimas, mirar los propios errores y buscar de estar siempre al servicio del
centro: Jesús.
El escrito ha
sido publicado por La Civiltá Cattolica en
mayo de 2018:
“Lo que sucede no es casual: subyace aquí
una dialéctica propia de la situacionalidad del discernimiento: buscar —dentro
de sí mismo— un estado parecido al de fuera. Es este caso, un mirarse solamente
perseguido podría engendrar el mal espíritu de «sentirse víctima», objeto de
injusticia, etc. Fuera, por la persecución, hay confusión… Al considerar los
pecados propios el jesuita pide —para sí— «vergüenza y confusión de mí mismo».
No es la misma cosa, pero se parecen; y —de esta manera— se está en mejor
disposición de hacer el discernimiento”.
Ary Waldir
Ramos Díaz
Fuente:
Aleteia