Homilía ayer en Casa Santa Marta
![]() |
Shutterstock |
¿Quién es Jesús para ti? Esta mañana, el
Papa plantea esta pregunta en la homilía de la Misa en Casa Santa Marta. Si
alguno nos pregunta “quién es Jesucristo”, diremos lo que hemos preguntado: es
el Salvador del mundo, el Hijo del Padre, lo que “recitamos en el Credo”; pero
un poco más difícil – observa el Papa – es responder a la pregunta de quién es
Jesucristo “para mi”.
Es una
pregunta que “nos pone un poco en embarazo” porque para responder, “tengo que
llegar a mi corazón”, o sea, partir de la experiencia.
San Pablo, de
hecho, tiene la inquietud de transmitir que él ha conocido a Jesucristo a
través de su experiencia, cuando se cayó del caballo, cuando el Señor le habló
al corazón. No conoció a Cristo “empezando por los estudios de teología” aunque
después “fue a ver cómo en la Escritura se anunciaba” a Jesús.
Lo que Pablo sintió, quiere que los
cristianos lo sintamos. A la pregunta que podemos hacer a Pablo: “Pablo, ¿quién
es Cristo para ti?”, él contará su experiencia, sencilla: “Me amó y se entregó
por mi”. Pero él está implicado con Cristo, que pagó por él. Esta experiencia,
Pablo quiere que los cristianos – en este caso los cristianos de Éfeso – la
tengan, entren en esta experiencia hasta el punto de que cada uno pueda decir:
“Me amó y se entregó por mi”, pero decirlo con la propia experiencia.
Y para llegar
a la experiencia que san Pablo tuvo con Jesús, el Papa subraya que decir muchas
veces el Credo ayuda, pero que la mejor manera pasa por reconocerse pecadores:
es el primer paso.
Cuando, de
hecho, Pablo dice que Jesús se entregó por él, quiere decir que pagó por él, y
lo cuenta en sus Cartas. La primera definición que da de si mismo es, por
tanto, la de “ser un pecador”, diciendo que persiguió a los cristianos, y parte
precisamente del ser “elegido por amor, pero pecador”.
“El primer
paso para conocer a Cristo, para entrar en este misterio – afirma el Papa – es
el conocimiento del propio pecado, de los propios pecados”. Francisco añade que
en el sacramento de la reconciliación “decimos nuestros pecados” pero “una cosa
es decir los pecados”, otra cosa es reconocerse pecadores, “capaces de hacer
cualquier cosa”, “reconocerse una miseria”.
San Pablo,
afirma Francisco, hizo esta experiencia de su propia miseria, “que necesita ser
redimida”, de alguien que paga por el “derecho a llamarse ‘hijo de Dios’”:
“todos lo somos, pero decirlo, sentirlo, era necesario el sacrificio de
Cristo”. Por tanto, reconocerse pecador concretamente, avergonzándose de uno
mismo.
Hay un
segundo paso para conocer a Jesús: el de la contemplación, de la oración para
pedir conocer a Jesús. “Hay una oración bonita, de un Santo: ‘Señor, que Te
conozca y me conozca’: conocerse uno mismo y conocer a Jesús”.
Aquí se da
esta relación de salvación, explica el Papa, exhortando a “no contentarse con
decir tres, cuatro palabras escuetas sobre Jesús” porque “conocer a Jesús es
una aventura, pero una aventura en serio, no una aventura de niño”, porque el
amor de Jesús no tiene límites.
El mismo Pablo lo dice: “Él tiene todo el
poder de hacer mucho más de cuanto podemos preguntar o pensar. Tiene el poder
de hacerlo. Pero debemos pedirlo. “Señor, que yo te conozca; que cuando hable
de Ti, no diga palabras como un loro, diga palabras nacidas de mi experiencia.
Y como Pablo, pueda decir: ‘Me amó y se entregó por mi’, y decirlo con
convicción”.
Esta es nuestra fuerza, este es neutro
testimonio. Cristianos de palabras, tenemos muchos; también nosotros lo
somos muchas veces. Esto no es santidad; santidad es ser cristianos que
hacen en su vida lo que Jesús enseño y lo que Jesús sembró en el
corazón.
Vatican
Media
Fuente:
Aleteia