¿Las Sagradas Escrituras hablan sobre el Sacramento de la Confesión?
El apóstol San
Juan dicta una verdad clave, si confesamos nuestros pecados Dios nos perdonará (1 Juan 1:9). La
misericordia de Dios es tan grande que no existe pecado que Él no pueda
perdonar siempre y cuando este ha sido confesado (A excepción del
pecado contra el Espíritu Santo, que es negar la gracia de Dios para salvarnos, Mateo 12:22-37)
La Biblia nos da muchas referencias a la confesión,
por ejemplo en el libro de Proverbios
28:13 es claro en afirmar que el que no confiesa sus pecados no prospera.
¿Realmente quieres prosperar en tu vida espiritual? entonces debes acudir a la
confesión.
Sin embargo cabe una pregunta más: ¿La confesión es directa con Dios o
con un sacerdote?
Veamos para eso qué dice el Apóstol San Santiago 5:14 -16
Esta no es una sugerencia, es una orden que da el
que fue Obispo de Jerusalén, el Apóstol Santiago, Llamen al Presbítero
¡Confiesen sus pecados unos con otros! Dejando entrever que la confesión no es
directamente con Dios a como muchos creen, es con otra persona.
Pero, ¿Qué poder
tiene un sacerdote para perdonar pecados? Si sólo
Dios perdona los pecados (Marcos 2:7 ).
Precisamente solo el Padre puede hacerlo y Jesús
porque Jesús es el Hijo de Dios, Asi dijo de sí mismo: "El Hijo del hombre
tiene poder de perdonar los pecados en la tierra" (Marcos 2:10) y él ejerce ese poder divino: "Tus
pecados están perdonados" (Marcos2:5; Lucas 7:48). y
luego lo trasnmite con el poder del Espiritu santo al al momento de recusitar,
escrito en el Evangelio según San Juan 20:21-23
Este poder otorgado por Jesús, no lo dio a todo el
mundo, ni a todos los creyentes, sino a sus discípulos, y sus discípulos al
encomendar presbíteros y obispos, les transmitieron este poder. Y para saber
que pecados se deben perdonar y cuales ocupan retener es necesario confesarlos,
de eso no hay duda. Por eso en la absolución el sacerdote levanta sus manos, señal
de adoración al Espíritu Santo.
Pero, ¿Qué sucede si no confieso todos mis pecados?
Leer del Libro de Levítico 5:5
Debemos de
confesar TODOS nuestros pecados, no solo algunos, sino cada falta cometida,
solamente así obtendremos el perdón, además esa confesión debe de ser motivada
por el arrepentimiento y el firme propósito de no volverlo hacer. No es cuestión
de que hoy vamos a la disco a beber y mañana nos confesamos. No, la confesión
no funciona así.
¿Qué nombres recibe este sacramento?
Esto lo explica magistralmente el catecismo de
Nuestra Iglesia:
- Se le denomina sacramento de conversión porque realiza
sacramentalmente la llamada de Jesús a la conversión (cf Marcos 1:15), la
vuelta al Padre (cf Lucas 15:18)
del que el hombre se había alejado por el pecado.
- Se denomina sacramento de la penitencia porque consagra un proceso
personal y eclesial de conversión, de arrepentimiento y de reparación por parte
del cristiano pecador.
- Se le denomina sacramento de la confesión porque la declaración o
manifestación, la confesión de los pecados ante el sacerdote, es un elemento
esencial de este sacramento.
En un sentido profundo este sacramento es también
una "confesión", reconocimiento y alabanza de la santidad de Dios y
de su misericordia para con el hombre pecador.
- Se le denomina sacramento del perdón porque, por la absolución
sacramental del sacerdote, Dios concede al penitente "el perdón [...] y la
paz" (Ritual de la
Penitencia, 46, 55).
- Se le denomina sacramento de reconciliación porque otorga al pecador
el amor de Dios que reconcilia: "Dejaos reconciliar con Dios" (2 Corintios 5:20).
El que vive del amor misericordioso de Dios está pronto a responder a la
llamada del Señor: "Ve primero a reconciliarte con tu hermano" (Mateo 5:24).
Así que te invitamos a confesarte, sabemos que
puede parecerse vergonzoso, pero esa pena que experimentamos nos debe de
recordar la mirada constante de Dios sobre nosotros, y es precisamente ahí,
cuando pecamos frente a sus sagrados ojos cuando debemos de experimentar la
mayor vergüenza posible.
¿Alguna vez había comprendido que la Confesión
proviene del don del Espíritu Santo? ¿Quiero vivir realmente según el Espíritu
de Dios? ¿Intentaré acercarme más frecuentemente al sacramento de la confesión?
¿Qué me lo impide?
Por: Luis Lira Merlo
Fuente: estaeslafe.blogspot.com