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23.11.19
CON ESTE CONSEJO “SUBIRÁS DE NIVEL” EN TU MATRIMONIO
¿Cómo
trabajar por una relación feliz y duradera?
Scott Webb | Unsplash
A veces me pregunto si la forma en que escribo
sobre el matrimonio tiene un tinte de falsa esperanza. A menudo lo describo
como una avenida hacia la felicidad que nos acerca al mismísimo umbral del
paraíso.
Todo esto es
verdad. Creo cada palabra que digo. Sin embargo, no se puede negar que el
matrimonio es a veces una serie frenética de mensajes de texto para ver quién
recoge a tal niño después del entrenamiento deportivo, quién tiene unos minutos
extra para preparar la cena o quién tiene que llamar al fontanero a primera
hora de la mañana porque el agua que se sale del retrete está llegando ya a la
cocina.
Los
matrimonios son un desafío porque la esencia del amor matrimonial está en los
actos pequeños e inesperados de amor. Los matrimonios no se cimientan en
rapsodias de amor eufórico, pero eso no implica que no sean felices,
satisfactorios y llenos de amor.
La clave está en identificar el amor
verdadero y arrojarnos en sus brazos con energía renovada. Conviene pues preguntarse:
¿Cómo podemos amarmos mejor?
¿Cómo es el amor verdadero?
El amor que comparten marido y esposa es
también diferente del amor de los padres por un hijo o del amor entre amigos.
Es obvio que hay muchos tipos de amores, todos buenos y valiosos, pero todos
diferentes.
Incluso
dentro del matrimonio, la calidad del amor puede no ser constante. En mi
matrimonio, por ejemplo, hay días que soy capaz de mostrar el amor por mi
esposa mejor que otros días.
Por mucho que me esfuerzo por amarla perfectamente, mi amor propio y pereza
intervienen a veces.
Esto no debería sorprender a nadie; después de todo, la mayoría de las parejas
casadas tiene quejas y discusiones de vez en cuando.
No obstante,
lo que tal vez sí sorprenda es la idea de que los matrimonios pueden operar
consistentemente, para bien o para mal, en diferentes niveles de amor, y que algunos tipos de amor se asocian con relaciones
prósperas mientras que otros tipos pueden conducir a problemas.
Una pareja en un matrimonio duradero se
esfuerza por alcanzar el mayor nivel de amor, lo cual sirve de base sólida para la
relación incluso cuando la pareja pasa por días malos.
San Bernardo de Claraval, un monje del siglo XI, escribió un libro
titulado Tratado sobre el amor a
Dios en el que explica cómo desarrollamos un amor perfecto por Dios.
Para ello, delinea cuatro grados de amor y cómo pasar de un nivel al siguiente.
Estrictamente hablando, su consejo es para un viaje espiritual y, para
Bernardo, estos niveles representan un camino hacia Dios. Ahora bien, de un
matrimonio se espera que imite el amor que Dios nos tiene, razón por la cual el
matrimonio es sagrado. Tiene sentido, por tanto, que los cuatro grados de amor
puedan aplicarse al matrimonio.
El consejo de
san Bernardo puede ayudar a que nuestros matrimonios “suban de nivel”. Aquí
tenéis los cuatro grados de amor. (Y un avance: el último nivel es, sinceramente,
bastante sorprendente).
Nivel
1: Amor propio
La mayoría de matrimonios ni siquiera se
forman en este estado, en el que cada miembro de la pareja solamente piensa en
sí mismo o misma, pero quizás algunos hayan empezado de esta forma.
Un matrimonio
en este nivel quizás se mantenga unido por conveniencia o beneficio mutuo
social o económico, aunque Bernardo dice que debemos reconocer este grado como destructivo.
“Seguir tus
propios deseos de destrucción o convertirte en esclavo de las pasiones que son
los enemigos de tu auténtico bienestar. Es mucho mejor compartir tus dichas con
tu prójimo que con estos enemigos”.
En otras
palabras, el
amor propio termina siendo daño propio porque nos
esclaviza a nuestros deseos. Es mucho mejor dar ese amor a tu cónyuge.
Conviene pues
pasar de nivel.
Nivel 2: Amor egoísta
El amor propio puede evolucionar a un
estado en el que los cónyuges se aman de verdad mutuamente, pero por motivos
egoístas. Es
un amor que busca obtener algo. Quizás sea amor romántico, que
ofrece un subidón emocional y un sentimiento de validación.
Sospecho que
muchas relaciones empiezan en este nivel, pero los matrimonios que se atascan aquí
pueden terminar fácilmente si algún cónyuge declara que la relación ya no colma
sus necesidades personales. En ese punto, la codependencia ya
no funciona.
Bernardo
aconseja que, para dejar atrás este nivel, debemos pensar en por qué es tan
beneficioso tener cerca a esa persona que amamos y, “entonces, al percatarnos
de lo buena que es, nos vemos atraídos a amarla generosamente, con
más fuerza incluso de lo que nuestras propias necesidades nos atraen a amarla
egoístamente”.
Nivel
3: Amor por el bien del otro
Si puedo alcanzar el nivel en que amo a mi
esposa simplemente porque es maravillosa, mi amor se transforma y se vuelve
menos egoísta. Quiero que ella prospere. No tengo envidia de ella.
No me preocupan tanto mis propias
necesidades. Este
grado de amor es mucho más fuerte que lo anterior porque puede
cargar con un matrimonio a través de un periodo difícil y no renunciar.
Bernardo dice: “Un
amor así es digno de agradecimiento, porque es espontáneo. Es puro porque se
muestra no por la palabra o la lengua, sino por la obra y la verdad. Es justo
porque resarce por lo que se ha recibido”.
En otras
palabras, un matrimonio en este nivel está lleno de gratitud,
no se siente forzado, es más que vanas palabras y muestra a los cónyuges
pensando en cómo pueden contribuir al matrimonio en vez de cómo pueden sacar
ventaja.
Nivel
4: Amor propio porque tu cónyuge te ama
Este es el nivel que me resultó
sorprendente, pero tiene sentido una vez que piensas en ello. Un matrimonio que
alcanza este nivel es uno en el que empiezo a verme como me ve mi esposa.
Ya no estoy
cohibido ni inquieto ni dudoso por nuestra relación. El amor de mi esposa me hace amarme
más a mí mismo y saca a relucir la mejor versión de mí.
Ella me hace querer ser mejor persona.
Este grado de amor es un regalo que nos
damos mutuamente, como aclara Bernardo:
“Este grado no puede obtenerlo ningún esfuerzo humano: está en el poder de Dios
concederlo a quienquiera que desee”.
Podríamos
parafrasearlo diciendo que está en el poder de un cónyuge el otorgarlo. Cuando
un matrimonio alcanza este nivel de amor, se convierte en una inspiración y una
fuente de fortaleza mutua.
Si seguimos
ascendiendo en los grados de amor, no creo que sea falsa esperanza creer que
nuestros matrimonios pueden ser absolutamente fantásticos, llenos del tipo de
amor más profundo y persistente.