Le
diagnostican un cáncer cerebral y escoge un tratamiento experimental para no
hacer daño a su bebé
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| Angela Bianco | Facebook | Fair Use |
Era agosto de 2013 cuando Angela Bianco, una mujer
italiana de 26 años embarazada de tres meses, se desmayó en su casa después de
un terrible dolor de cabeza. En las emergencias de un hospital cercano, le
diagnosticaron una hemorragia cerebral como causa de su pérdida de consciencia.
En cuanto se
despertó, la trasladaron a un hospital de Roma donde, después de una biopsia,
se confirmaron los peores temores de Angela: tenía cáncer.
“El veredicto
era terrible: tumor cerebral maligno”, cuenta Angela en una entrevista de
Nicola Nicoletti publicada en la revista italiana Credere
y compartida por Familia
Cristiana. “Pensé en mi vida, pero también en la de la pequeña de
tres meses que vivía en mi interior. En unos pocos segundos, las imágenes de la
historia de mi vida aparecieron ante mis ojos en unos destellos como de
película. Dije a los médicos que no quería abortar; quería que el enorme regalo
que era mi hija naciera, a cualquier precio”.
Tras
descartar la posibilidad de un aborto, Angela estaba en una difícil posición.
“Necesitaba consejo, una tabla donde agarrame. Así que recurrí al doctor
Salvatore Ronsini, el ginecólogo que había estado atendiéndome todo este
tiempo”, explica a la periodista.
Peregrinos en Lourdes
Casualmente, un grupo de peregrinos
procedentes de la región de Italia de la que es Angela estaba en Lourdes
durante aquellos días de agosto y se enteraron de la dramática situación de la
joven. Rezaron intensamente por ella desde el lugar de las apariciones de la
Virgen María a santa Bernadette, la gruta de Massabielle. Entre
los peregrinos había un vecino de Angela que también era
compañero de clase de un médico, el doctor Pantaleo Romanelli,
que precisamente quizás podría ayudar a Angela con un tratamiento para su tumor
que no dañara a su hija no nata.
Según parece,
entre los posibles tratamientos que ofrecieron a Angela estaba la posibilidad
de someterse a un tratamiento innovador con CyberKnife, un instrumento
desarrollado para radioterapia que posibilita abordar la zona del tumor con
gran precisión. Providencialmente, Romanelli, el médico que conocía el vecino
de Angela, era el neurocirujano italiano que usaba esta técnica en concreto en
los Estados Unidos. Se había abierto una ventana de esperanza para Angela.
“Pensé que esta podría ser la solución para salvar al bebé y también mi propia
vida”, confesó a Credere.
Por desgracia, el proceso burocrático no iba tan rápido como la situación
requería. El tiempo que necesitaba la documentación para realizar esta
intervención médica en el extranjero, dado que no estaba disponible en Italia,
tardaba una eternidad, mientras el tumor seguía creciendo sin control.
“Al final,
decidimos con el profesor Romanelli llevar a cabo la operación en Grecia.
Volamos a Atenas tan rápido como pudimos para utilizar CyberKnife y evitar
dañar al feto”, explicó a Nicoletti.
La operación,
que se desarrolló durante el quinto mes de embarazo, logró salvar la vida tanto
de la madre como de la hija que llevaba en su seno. Sin embargo, la batalla no
había terminado y, después del nacimiento de Francesca Pia,
Angela tenía que empezar con la quimioterapia.
“Me salvé gracias a mi fe”
Durante toda esta difícil trayectoria,
Angela siempre recurrió a su fe. Para ello recibió también el
apoyo de la orientación espiritual del sacerdote Luigi
Maria Marone.
“La
oración me ayudó muchísimo durante estos tiempos difíciles. Me
salvé gracias a mi fe. El sacerdote me animó a ofrecer mi velo de casada a la
Inmaculada Concepción. El día que lo puse sobre su cabeza fue el último día de
quimio después de una época muy difícil”, manifestó para Credere.
Francesca Pia en honor del Santo Padre y de san Pío de Pietrelcina
El tratamiento de Angela terminó hace cinco
años y ahora tiene exámenes regulares para asegurarse de que todo vaya bien. Su
hija tiene 5 años, tiene el pelo rizado y le encanta bailar. La lucha por su
vida ha hecho que el vínculo entre madre e hija sea más fuerte todavía. ¿Y por
qué la llamaron Francesca Pia?
“Una noche en
la que me sentía fatal, me encontré con una estatua del santo de Pietrelcina.
Le prometí que le pondría este nombre a mi hija. Ahora tengo un deseo: quiero
contar la historia al papa Francisco; después de todo, ¡mi hija tiene el mismo
nombre que él!”.
En la batalla
contra la enfermedad, Angela nunca perdió la fe; en vez de eso, cultivó la
esperanza, la confianza y la humildad. ¡En su debilidad se manifestó el poder
de Dios!
Silvia Lucchetti
Fuente:
Aleteia






