Meditación
del Papa en la Misa
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Misa en Santa Marta, 3 dic. 2019 © Vatican Media |
El
Papa Francisco señaló que la liturgia de la palabra de hoy “habla de las cosas
pequeñas, habla de lo que es pequeño, podemos decir que hoy es el día de lo
pequeño”, pues, “la Palabra de Dios elogia lo pequeño” y promete que su Espíritu
“se posará sobre él”.
Ayer,
3 de diciembre de 2019, en la homilía de la Misa en la Casa Santa Marta, el
Santo Padre ha reflexionado en torno a la primera lectura del día, correspondiente
al libro del profeta Isaías.
En
ella se anuncia: “Aquel día, brotará un retoño del tronco de Jesé, y de su raíz
florecerá un vástago. Sobre él se posará el espíritu del Señor…”, indica Vatican
News.
La Revelación comienza en
lo pequeño
El
Papa apuntó que “la redención, la revelación, la presencia de Dios en el mundo
comienza de esta manera y siempre es así. La revelación de Dios se hace en la
pequeñez. Pequeñez, ya sea humildad, o muchas cosas, pero en la pequeñez”.
“Los
grandes se presentan poderosos, pensemos en la tentación de Jesús en el
desierto, en que Satanás se presenta poderoso, dueño de todo el mundo: ‘Yo te
lo doy todo, si tú…’ En cambio, las cosas de Dios comienzan brotando a partir
de una semilla, pequeñas cosas. Y Jesús habla de esta pequeñez en el
Evangelio”, agregó.
El camino de la pequeñez
De
acuerdo a la misma fuente, el Pontífice subrayó el hecho de que Jesús se
alegrara y agradeciera a Dios su revelación a los pequeños y no a los poderosos,
recordando que en Navidad “todos iremos al pesebre donde está la pequeñez de
Dios”.
Para
él, “en una comunidad cristiana donde los fieles, los sacerdotes, los obispos,
no toman este camino de la pequeñez, no hay futuro, se derrumbará”. Y esto es
algo que “hemos visto en los grandes proyectos de la historia: cristianos que
trataban de imponerse, con la fuerza, la grandeza, las conquistas…”
Y
continuó reiterando que “el Reino de Dios brota en lo pequeño, siempre en lo
pequeño, la pequeña semilla, la semilla de la vida. Pero la semilla por sí sola
no puede. Y hay otra realidad que ayuda y que da fuerza: ‘Ese día, brotará una
yema del tronco de Jesé, brotará un retoño de sus raíces. Sobre él se posará el
espíritu del Señor’”.
Este
Espíritu siempre “elige lo pequeño” porque “no puede entrar en el grande, en el
soberbio, en el autosuficiente”. La revelación del Señor solo entra en el
corazón pequeño.
La teología “se hace de
rodillas”
Después,
indica el citado medio vaticano, el Papa se refirió a que los teólogos, “no son
los que saben tanto de teología”, más bien podrían concebirse como
“enciclopedistas” de la misma: “Ellos lo saben todo pero son incapaces de hacer
teología porque la teología se hace de rodillas, haciéndonos pequeños”.
Asimismo,
destacó que “el verdadero pastor, independientemente de que sea un sacerdote,
un obispo, un papa o un cardenal, quienquiera que sea, si no se hace pequeño,
no es un pastor”, sino una especie de administrador de oficina. Además, esto es
algo que se aplica a todos “desde el que tiene una función que parece más
importante en la Iglesia, hasta la pobre ancianita que hace las obras de
caridad en secreto”.
Magnanimidad
Por
otra parte, el Obispo de Roma explicó que el camino de la pequeñez no conlleva
la pusilanimidad. En contraposición, aclaró que “la pequeñez es grande”, ya que
supone el coraje de arriesgarse “porque no se tiene nada que perder”.
Igualmente,
puntualizó que la pequeñez conduce a la magnanimidad porque empuja a ir más
allá de nosotros mismos, conscientes de que la grandeza la otorga Dios.
Y
remitió a la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino, a un pasaje en
el este santo expone cuál deber ser la actitud cristiana ante a los desafíos
del mundo: “No tengan miedo de las cosas grandes – hoy también nos lo muestra
San Francisco Javier – no se asusten, ir adelante pero al mismo tiempo, teniendo
en cuenta las cosas más pequeñas, esto es divino”, dijo el Santo Padre.
La concreción de los niños
Para
Francisco, el cristiano siempre parte de la pequeñez y solo si en la oración
“me siento pequeño, con mis limitaciones, mis pecados, como aquel publicano que
oraba en el fondo de la iglesia, vergonzoso: ‘¡Ten piedad de mí que soy un
pecador’!, se podrá avanzar.
Al
final de su homilía, el Papa compartió que le gusta mucho administrar el
sacramento de la Confesión, sobre todo cuando se trata de niños. “Sus
confesiones son hermosas, porque relatan los hechos concretos: ‘Yo dije esta
palabra’, por ejemplo, y él te la repite”, relató.
De
este modo, concluyó señalando la importancia de “la concreción de aquello que
es pequeño. ‘Señor, yo soy pecador porque hago esto, esto, esto, esto… Esta es
mi miseria, mi pequeñez. Pero envía tu Espíritu para que yo no tenga miedo de
las cosas grandes, para que no tenga miedo de que tú hagas cosas grandes en mi
vida’”.
Larissa
I. López
Fuente:
Zenit