Después
del 5 de septiembre de 1938 en Italia la obligación legal era denunciar a los
judíos
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Imagen del film "Lo scudo dell'altro" |
En
medio de la persecución nazi una puerta abierta a la salvación. Fue la del
Instituto Salesiano Pío XI de Roma el que entre 1943 y 1944 escondió un total
de setenta muchachos judíos. La película documental "El escudo del
otro", interpretada por estudiantes y profesores de hoy, relata estos
acontecimientos.
Hubo
quienes ante la abominación de las leyes raciales decidieron escuchar a su
propia conciencia. Después del 5 de septiembre de 1938 en Italia la obligación
legal era denunciar a los judíos. Los Salesianos del Instituto Pío XI
desobedecieron: prefirieron no anteponer nada a la persona. Esta es la poco
conocida historia de los 70 muchachos judíos escondidos varias veces entre 1943
y 1944 dentro de los muros del Instituto Romano Pío XI.
El escudo del otro
Los
acontecimientos que tuvieron lugar durante la persecución nazi se narran en la
película documental "El escudo del otro". Los alumnos y profesores
que actúan hoy son los que asisten a la escuela, declarada en 2019 por la
Fundación Internacional "Raoul Wallenberg" "Casa de la vida".
Estos jóvenes del 2020 se identificaron con sus compañeros de hace setenta y
cinco años, interpretando los hechos relatados en el libro "No hemos hecho
nada más que nuestro deber", escrito por el sacerdote salesiano Francesco
Motto. "Durante los nueve meses de ocupación alemana en Roma - nos dice el
religioso - setenta muchachos encontraron refugio en nuestro instituto en la
Piazza Maria Ausiliatrice. Hace unos veinte años conseguimos localizar a muchos
de ellos, que desgraciadamente hoy están todos muertos. Las entrevistas que recogimos
en 1994 constituyen la base para la realización de esta producción. Es un
producto escolar, no profesional, pero de excelente nivel. Los chicos se han
identificado con sus compañeros de 75 años atrás".
Como todos los demás
La
película cuenta una historia de coraje y testimonio cristiano. "El
entonces director de la escuela, el padre Francesco Antonioli, anunció a los
alumnos la llegada de nuevos muchachos, pidiéndoles que no hicieran preguntas,
sino que los acogieran como a todos los demás. Para permanecer ocultos tuvieron
que identificarse en la vida de un colegio católico, participando en todas las
actividades del instituto, incluyendo las religiosas. Iban a la iglesia,
participaban en la misa, aprendieron las oraciones. Obviamente no recibieron los
sacramentos. Después de sesenta años - continúa el padre Francesco Motto -
todavía recordaban los cantos salesianos".
Un riesgo muy alto
Escudar
a los chicos judíos para los Salesianos fue un gran riesgo. "En la
película -explica Motto- hay una escena ficticia en la que un fascista parece
sospechar la presencia de chicos judíos dentro del instituto, pero en realidad
nunca hubo ningún control. Por supuesto que había mucho miedo: en más de una
ocasión los más grandes se escondieron dentro de la cavidad de la cúpula de la
iglesia por miedo a los controles alemanes, lo que en realidad nunca ocurrió.
El verdadero problema era alimentar a todos. Sólo los católicos tenían las
tarjetas, no los judíos".
"Sólo cumplimos con
nuestro deber"
Además,
no todos los padres salesianos sabían de la presencia de los muchachos judíos:
"La hospitalidad fue decidida por el padre Antonioli y el ecónomo, el p.
Armando Alessandrini", ambos reconocidos por el Yad Vashem como
"Justos entre las Naciones". Los demás no fueron informados
oficialmente. Nadie hizo preguntas, pero años más tarde algunos salesianos
admitieron haber intuido la filiación religiosa de esos muchachos".
"No hicimos nada más que nuestro deber". Esa fue la respuesta que dio
el padre Armando al rabino André Zaoui, capitán del contingente francés que
seguía a los aliados, quien le pidió explicaciones sobre el alto riesgo que
había asumido. El mismo Zaoui lo informó en una carta escrita a Pío XII para
agradecerle lo que había hecho en favor de los judíos, en particular por la
hospitalidad "ofrecida a setenta muchachos judíos por un colegio
religioso".
Acogida, a costa de la
vida
"Encontramos
esa carta", añade el p. Francesco Motto, señalando el ejemplo de acogida
que en nuestros días ofrece este asunto: los chicos judíos necesitaban ser
defendidos y los Salesianos los acogieron. A costa de sus vidas. A los
delatores se les ofrecían recompensas en dinero, pero nadie traicionó o
denunció a esos muchachos. "El film documental, realizado por Senape
Production, estará pronto disponible en Internet.
Paolo
Ondarza - Ciudad del Vaticano
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