La
Cuaresma comenzará muy pronto, si quieres ayudar a tus hijos a estar listos
para el Miércoles de Ceniza, sigue estos consejos
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¡La
Cuaresma está a punto de comenzar! Para estar listos para el Día D, repasemos
lo que podemos prever de antemano para ayudar a nuestros hijos a vivir este
tiempo de gracia que nos ofrece la Iglesia
Preparando el Miércoles de Ceniza
Para
empezar bien, preparémonos para vivir plenamente el Miércoles de Ceniza. Es un
día de penitencia, que expresará nuestro deseo de volver a Dios.
Es muy importante, incluso
para los niños pequeños, que este espíritu de penitencia esté bien marcado, que
entiendan que este miércoles no es un día como cualquier otro.
Es
necesario que cada uno, según su edad y posibilidades, pueda unirse
a este proceso de conversión de toda la Iglesia.
En particular, es muy
deseable que todos los niños puedan participar
en la misa y recibir las cenizas: este rito inusual siempre les sorprende y
provoca el surgimiento de nuevas preguntas.
Las cenizas son una señal muy reveladora.
Los niños pueden ver que las cenizas no son casi nada, sólo un poco de polvo. Las
cenizas nos recuerdan que sin Dios no somos nada.
Expliquémosles
también, si es necesario quemando un pequeño trozo de papel delante de ellos,
que las cenizas provienen de la combustión. Así evoca todos nuestros pecados
que queremos quemar en el fuego del amor de Dios.
Ese día, también estamos
obligados por la doble prescripción de ayuno (privación de
alimentos) y abstinencia (privación de carne).
Aunque esto no es un
requisito para los niños pequeños, es muy importante que vean a sus padres y
mayores ayunar y que puedan unirse de alguna manera.
Un calendario de Cuaresma para ir hacia la Pascua
La
Cuaresma nos invita a abrir nuestros corazones plenamente al amor de Dios a
través del ayuno, la oración y la limosna que expresan la conversión en relación con
nosotros mismos, con Dios y con los demás.
Para los niños, podemos
hacer una comparación: tenemos tres puertas que abrir para permitir que
Dios entre en nuestra casa. Estas tres puertas se llaman Oración,
Penitencia y Compartir.
Aunque la penitencia y el
ayuno, el compartir y la limosna no son exactamente sinónimos, esta comparación
ayudará a los niños a recordarse de los tres ejes de la Cuaresma.
Se puede hacer un calendario de Cuaresma con los
niños para que puedan visualizar su camino hacia la Pascua.
En
una gran pieza de cartón o papel de dibujar, se diseña un camino (con marcadores,
pintura o recortes de papel).
En la parte superior de la
hoja, al final del camino, se marca la palabra “Pascua” o se representa una
imagen de Jesús resucitado.
Cada noche, los niños pueden
colocar una pegatina en el camino, avanzando un poco más
cada día. Para marcar las etapas, es preferible que el camino, en lugar de ser
una línea recta, sea sinuoso: cada curva representa un domingo de Cuaresma, y
la semana está representada por el tramo de camino entre dos curvas.
También se puede pegar (o
dibujar) en este calendario una vela o una pequeña cruz cada domingo, así como
ramos, un cáliz y una hostia, una gran cruz, una imagen de Jesús resucitado en
los días apropiados.
Oración, penitencia y compartir
El
ayuno, la oración y la limosna deben ser vividos cada día de Cuaresma. Para
alentar a los niños y apoyar su perseverancia, es posible sugerirles que anoten
sus esfuerzos de manera simbólica, por ejemplo, pegando pegatinas en una
gran cruz (un poco como en un mosaico).
También se les puede dar una
hoja en la que se marca el camino hacia la Pascua: este camino se divide en
tantas porciones como días de Cuaresma haya, se indican las fechas y los
domingos se marcan en negrita para que el niño pueda orientarse fácilmente.
Cada porción tiene tres
casillas: una para la oración, otra para la penitencia y otra para compartir.
El niño está invitado a preguntarse
a diario qué va a hacer (o, si es por la noche, qué ha hecho) para progresar en
cada una de estas tres cuestiones y que puede, si quiere, marcar o colorear en
las casillas correspondientes.
Por supuesto, esta hoja es
para uso personal y secreto. Esta forma de consignar sus esfuerzos debe usarse
con precaución, para no distraer del espíritu de la Cuaresma, ya que la
Cuaresma no es una competición ni contra los demás ni contra uno mismo.
Por
Christine Ponsard
Fuente:
Aleteia






