Entrevista
en programa de televisión español
Ante
la situación actual, el Papa subraya que la palabra optimismo le suena “a
maquillaje” y mantiene que él tiene “esperanza”: “Yo tengo esperanza en la
humanidad, tengo esperanza en los hombres y en las mujeres de esta humanidad,
tengo esperanza en los pueblos”. Unos pueblos que “van a tomar de esta crisis
enseñanzas para revisar su vida, vamos a seguir mejores”.
Estas
y otras declaraciones fueron realizadas por el Santo Padre en una entrevista emitida ayer, 22 de marzo
de 2020, en el programa “Lo de Évole” de LaSexta, cadena de televisión
española. La conversación fue mantenida por Skype y el programa
completo estaba dedicado a la situación de emergencia por el Coronavirus.
En
primer lugar, el presentador, Jordi Évole habló sobre las imágenes de la plaza
de San Pedro vacías, que Francisco definió como “un desierto”. Después aclaró
que no se encuentra aislado del todo, “me cuido, es decir, no recibo grupos,
pero sí recibo las audiencias personales” prefijadas y “sigo trabajo
normalmente”.
Transmitir “cercanía”
A
continuación, el entrevistador se refirió al curso de los acontecimientos, a
cómo él pretendía hacer un programa sobre las cárceles, pero al final el mundo
había acabado encerrado. Frente a ello, el Papa resaltó que “es curioso: el Vía
Crucis del Viernes Santo de este año, pedí que lo hicieran los encarcelados de
la cárcel de Padua y lo han hecho con una fuerza impresionante”.
Asimismo,
recordó que se siente muy tocado por el problema de las cárceles, insistiendo
en su mensaje “siempre hay que tener una ventana abierta” a la esperanza.
Cuando
Évole le preguntó qué le diría a las personas que lo están pasando mal en estos
momentos, especialmente a los que están perdiendo a sus seres queridos, el
Pontífice indicó: “Lo último que haría es decirles algo. Lo que trato es de
hacerles sentir mi cercanía. Hoy día es más importante el lenguaje de los
gestos que el de las palabras. Evidentemente hay que decir algo, pero la
cercanía, el gesto, el hacerles llegar un saludo…”.
Un mundo de humanidad
Con
respecto a las familias vulnerables, trabajadores precarios, refugiados, las
mujeres maltratadas afectadas por la situación, el Obispo de Roma expuso que
cree que en estas circunstancias está saliendo un drama “no sé si subterráneo,
pero sí disimulado de nuestras sociedades, que a veces son sociedades
hipócritas, inconscientes. Que no se dan cuenta que este es un mundo, me permito
la palabra –pienso en Dostoievsky y las Memorias del subsuelo–, un mundo
de humanidad”.
Y
puso como ejemplo que el otro día un policía pidió a un hombre por la calle que
volviera a su casa debido a la cuarentena y este le dijo: “No tengo casa, vivo
en la calle”. De esta manera, sin remedio, “empezamos a estar cercanos a esas
personas que conocemos por concepto: los sin techo, los aprovechados, el mundo
tan triste de las mujeres explotadas, que es todo un comercio…”.
“Esto
nos acerca a esta gente que de alguna manera tiene una esperanza muy chiquita,
que no tiene donde apoyarse. Pero a la vez nos damos cuenta de que existe esta
gente”, concluyó en torno al tema.
Una sociedad solidaria
El
periodista planteó el hecho de los despidos que se están produciendo en las
empresas ante el parón de la actividad. Sobre ello, Francisco apuntó que “las
soluciones concretas las debe dar cada uno”, pero “ciertamente, el ‘sálvese
quien pueda’ no es la solución: una empresa que despide para salvarse”, no
ofrece “una solución”.
En
este momento “más que despedir hay que acoger y hacer sentir que hay una
sociedad solidaria. Estos son los grandes gestos que hacen falta ahora”,
“aparecen realidades y se nos pide que nos hagamos cargo” de ellas, puntualizó.
Recuperar la convivencia
humana
El
Santo Padre confesó que de todo lo que está sucediendo lo que más le preocupa
es “la soledad”, ya que “hemos terciarizado la convivencia, el mano a mano de
la convivencia lo hemos olvidado, no los recordamos. A veces te enteras de
una familia que están comiendo juntos, los padres mirando la televisión y
los chicos cada uno con su teléfono comunicándose con otros. Y entre ellos no
se comunican”.
En
contraposición, “hoy en las casas los padres empiezan a escuchar de otra manera.
Los papás juegan con sus hijos chicos porque no puede salir, están ahí, tienen
tiempo para encontrarse reencontrase. Hoy en día siente cada uno la necesidad
de acariciar a sus viejos, a sus abuelos. Hoy tenemos que rescatar la
convivencia y este quizás sea uno de los logros, que podemos obtener en esta
tragedia”. Es muy triste que sea con una tragedia, “pero tenemos que recuperar
la convivencia humana, la cercanía”, remarcó.
La arrogancia
El
Papa Francisco también explicó que el ignorar el virus mientras solo afectaba a
China e Italia constituye “un mecanismo de defensa, el lobo está lejos, el cuco
está lejos, no nos va a llegar…Un mecanismo de defensa siempre es proyectar, un
mal, una calamidad en el anonimato del universo, universalizarlo mal y entonces
ya no es concreto. Son conceptos, son noticias que llegan y cuando llegan ya…”.
En
este sentido, también fue cuestionado sobre si pecamos de arrogancia: “Siempre
existe esa presunción de que a mí no me va a tocar (…)”, apuntó.
“Una
cosa que me preocupa en este momento es la generación de violencia en algunos
casos”, prosiguió. Y puso como ejemplo un edificio en Italia que se encontraba
en cuarentena y un joven de treinta y tantos años que quiso salir y cuando el
vigilante le dijo que no se podía comenzó a pegarle. También aludió a la
“violencia de la palabra”, matizando que “la violencia no te va a ayudar
nunca”.
Subvalorar el problema
El
Pontífice considera que muchos de los líderes políticos sí han estado a la
altura de las circunstancias, dentro de las posibilidades humanas, “hombre y
mujeres realmente comprometidos” que se han hecho cargo de la situación.
Además, expuso que la respuesta, en general, ha sido “buena”.
Y
aunque es cierto que se les podría exigir una notificación más adelantada sobre
lo que nos iba a sobrevenir, al mismo tiempo sostiene que es preciso reconocer
que “tampoco nosotros creíamos que nos iba a tocar”, pensábamos que el
Coronavirus se quedaría en China o en Italia y ahora “está en casa”: “Todos
pecamos de alguna manera de subvalorar el problema”.
Agradecimiento
El
Obispo de Roma dedicó unas palabras al personal sanitario: “Los admiro, me
enseñan cómo comprometerse, les agradezco el testimonio. Médicos, enfermeros,
voluntarios, que tienen que dormir en las camillas porque ya no hay camas en el
hospital y no pueden salir a sus casas. Esa es la vida que están llevando”.
Todos
ellos son “los santos de la puerta de al lado. Muchos no son creyentes, son
agnósticos o llevan una vida de fe a su manera, pero en el testimonio ves la
capacidad de jugarse por el otro. Entre ellos hay muertos”.
Por
otro lado, los profesionales de los supermercados, limpiadores y camioneros,
“son los que están manteniendo el funcionamiento social para que no falte lo
esencial” y también se muestra agradecido por ello.
Dudas de fe
El
Sucesor de Pedro confesó que, si bien no en este momento concreto, sí ha tenido
dudas sobre la existencia de Dios en algún momento de su vida. Estas fueron
resueltas “por la gracia de Dios”, pues “nadie se salva del camino común de la
gente, que es el mejor camino, el más seguro, el concreto, y eso nos hace bien
a todos”.
Finalmente,
el entrevistador resaltó cómo debido la situación de encierro hacía tiempo que
el planeta no estaba tan limpio. Sobre este hecho el Papa Francisco remitió a
un dicho que dice “Dios perdona siempre, nosotros perdonamos a veces, la
naturaleza no perdona nunca”. Los incendios las inundaciones, los terremotos
muestran que la naturaleza “está pataleando” para que nos hagamos cargo del
daño que le hacemos.
Larissa
I. López
Fuente:
Zenit