Queremos compartir
con ustedes algunas indicaciones y sugerencias para tranquilizar sus dudas o
los miedos que puedan surgir
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Jeffrey Bruno |
En estas difíciles circunstancias de pandemia por coronavirus, la Iglesia no deja solo a nadie, con los sacramentos contempla cada excepción precisamente en virtud del cariñoso amor con el cual Jesús quiere llegar a todos.
La reducción y
suspensión de los sacramentos en tiempos de una epidemia aflige y, sin embargo,
es precisamente en los tiempos más duros y difíciles donde también los aspectos
más técnicos y doctrinales de la Iglesia se revelan acogedores como los brazos
de una madre.
Muchos
niños habrían recibido el Bautismo en estos meses y tendrán que esperar para
celebrar en la iglesia el rito real.
Queremos
compartir con ustedes algunas indicaciones y sugerencias para tranquilizar sus
dudas o los miedos que puedan surgir.
Sin duda, este
tiempo no es un tiempo en donde la presencia de Dios se toma una
pausa de nosotros, todo lo contrario.
De
hecho, podemos aprovechar este evento inesperado y dramático como una oportunidad para redescubrir el
significado de ciertos gestos que se dan por sentados.
Y
el rito del Bautismo es precisamente una fuente luminosa, acogedora y llena de
esa esperanza encarnada que no nos abandona.
Si
ahora el Bautismo de tu hijo se ha aplazado, es tiempo de desearlo más y consolarse con
la certeza de que Jesús y la Iglesia no abandonan a nadie.
Una puerta y un chapuzón
Bautismo significa literalmente “sumergir”
y el catecismo nos recuerda que es también “vitae spiritualis ianua” (puerta
de la vida espiritual).
Con otras
palabras, se puede decir que es el chapuzón a la eternidad:
el cristiano entra en la vida eterna con un impulso decisivo, alegre y
refrescante.
Don Marco, un
sacerdote de mi ciudad con quien me reuní esta mañana, me decía sonriendo que
cada tanto sacude los sentimientos de los padres que llevan a sus bebés a
bautizar sustituyendo la pregunta ritual “¿Qué piden para su hijo? con “¿Cuánto
quieren que viva su hijo?”.
Y luego añade
que no es una ocurrencia sino la hipótesis valiente de compartir con la mamá y
el papá la evidencia de que los padres pueden dar la vida terrenal a un niño,
pero no la vida eterna.
El deseo
sincero del Bautismo se entrelaza con la conciencia de que no podemos salvar a
los que amamos, pero podemos encomendarlo a quien ya ha salvado a la
humanidad alma por alma.
[…] la “inmersión” en el agua simboliza el acto de sepultar al catecúmeno en la
muerte de Cristo, de donde sale por la resurrección con Él (cf Rm 6,3-4; Col 2,12)
como “nueva criatura” (2 Co 5,17; Ga 6,15) – (Catecismo de la Iglesia
católica)
En
su totalidad e integridad, el rito en la pila bautismal en estas semanas no se
puede celebrar. Veamos cómo la guía materna de la Iglesia no nos deja en un
vacío de presencia, sino que nos recibe de muchas maneras.
Para la
mayoría de las familias, el aplazamiento de
algunos meses del Bautismo será solo un tiempo de espera más; en el caso de
algunos niños el sacramento podría ser urgente y, por lo
tanto, nos centraremos en esos casos.
Cuando no puede ser diferido
La CEI (Conferencia Episcopal Italiana)
publicó un documento en donde recoge una serie de sugerencias para la
celebración de los sacramentos en tiempos de emergencia sanitaria.
En pleno cumplimiento de los decretos del
gobierno los sacerdotes tienen la posibilidad de estar cerca de sus fieles
siguiendo precauciones particulares y con las protecciones adecuadas.
Se contemplan
casos particulares en donde el Bautismo no puede posponerse:
En las
circunstancias en que la administración del Bautismo no puede diferirse a una
fecha posterior al cese de la emergencia de salud (por ejemplo, en el caso de
niños con enfermedades donde peligra su vida), esto ocurre según el método
utilizado en el rito romano.
Tenga en cuenta la siguiente información:
– El ministro mantiene una distancia apropiada del bautizado y de los padres y padrinos;
– Para las unciones con aceite de catecúmeno y crisma sagrado, el ministro debe usar guantes desechables de vinilo o nitrilo;
– El signo de la cruz en la frente del niño se omite en los ritos de acogida y el rito de Effeta en los explicativos;
– En casos de urgencia o emergencia particular, considere la posibilidad del rito abreviado (cfr. Rito para el bautismo de los niños, ed. it. 1979, Cap. III). (Suggerimenti CEI)
Peligro de vida
Un aspecto siempre válido, no solo ahora en
tiempos de la Covid-19, es que en caso de un verdadero peligro de vida del
recién nacido o del no bautizado cualquiera puede ser el celebrante del
Bautismo. Mira lo que dice el catecismo:
Son ministros
ordinarios del Bautismo el obispo y el presbítero y, en la Iglesia latina,
también el diácono (cf CIC, can. 861,1; CCEO, can. 677,1). En caso de
necesidad, cualquier persona, incluso no bautizada, puede bautizar (cf CIC can.
861, § 2) si tiene la intención requerida y utiliza la fórmula bautismal
trinitaria. La intención requerida consiste en querer hacer lo que hace la
Iglesia al bautizar. La Iglesia ve la razón de esta posibilidad en la voluntad
salvífica universal de Dios (cf 1 Tm 2,4)
y en la necesidad del Bautismo para la salvación (cf Mc 16,16).
La
meticulosidad de la acogida es asombrosa. Sí, en caso de peligro extremo incluso
un ateo no bautizado puede bautizar, siempre que exprese su
intención de hacerlo como lo hubiera hecho la Iglesia; expresar esta intención
es de gran importancia.
No había
entendido el sentido profundo hasta que mi colega Giovanni Marcotullio me
explicó bien: el sacramento del Bautismo no es deseado solo por quien lo recibe
(o los padres de quien lo recibe, si es demasiado pequeño para expresar su
deseo), es antes que nada deseado por Cristo mismo como una llamada a la
salvación de cada uno.
Por eso,
también quien no es creyente puede celebrarlo: manifestando la intención de
ejercer de Iglesia, se hace instrumento de la voluntad de Jesús que usa cada
mano para llegar a abrazar a cualquiera.
Es necesaria
una nota técnica: si el sacramento se administra en estas circunstancias
extremadamente urgentes y en un contexto privado, es bueno comunicarlo
a una parroquia.
Imaginemos
que, una vez que el peligro ha pasado, el niño crece y debe demostrar (por
ejemplo, para casarse) que está bautizado pero no puede rastrear a quién lo
celebró o falleció; puede haber muchas variables, por lo tanto, incluso un
bautismo recibido con urgencia debe comunicarse a un sacerdote que pueda documentar
lo sucedido.
Bendecir
Una vez aclarados los aspectos
relacionados con las hipótesis más dramáticas, vamos a lo que los padres
podemos hacer en espera del momento del bautismo real, si no hay otras
necesidades particulares.
Esta circunstancia histórica de
emergencia sanitaria sirve para recordar que un instrumento poderoso siempre a nuestra
disposición son las bendiciones. Podemos bendecir a nuestros
hijos con esta oración:
Padre santo, fuente inagotable de vida,
de ti proviene todo lo que es bueno;
nosotros te bendecimos y te damos gracias,
porque has querido alegrar con el don de los hijos
nuestra comunión de amor;
haz que estos nuevos retoños de nuestra familia
encuentren en el ámbito doméstico
el clima adecuado para abrirse libremente
a los proyectos que tienes guardados para ellos
y que realizarán con tu ayuda.
Por Cristo nuestro Señor.
de ti proviene todo lo que es bueno;
nosotros te bendecimos y te damos gracias,
porque has querido alegrar con el don de los hijos
nuestra comunión de amor;
haz que estos nuevos retoños de nuestra familia
encuentren en el ámbito doméstico
el clima adecuado para abrirse libremente
a los proyectos que tienes guardados para ellos
y que realizarán con tu ayuda.
Por Cristo nuestro Señor.
Junto a estas palabras, el padre
o la madre hacen en la frente de su hijo el signo de la cruz.
Este gesto es el mismo que se
hace al inicio de la ceremonia del Bautismo en la iglesia cuando la familia
está aún en la entrada y es acogida por el sacerdote.
Para quien quiera leer todo el
texto de la bendición a los hijos según el bendicional romano, hacer clic aquí.
Bautismo de deseo
Existe otro tema que merece una mención,
confirmando el hecho de que la preocupación materna de la Iglesia es diligente
al contemplar cada resquicio abierto para llevar el abrazo de la salvación.
Está también el Bautismo de
deseo, que no es en absoluto una pro forma o una laguna, sino una posibilidad
adicional que tiene una intención específica.
También en este caso, la premisa
que abarca todo es la mencionada anteriormente: es sobre todo Cristo quien
quiere nuestra salvación personal.
Entonces, cuando hablamos del
Bautismo de deseo, se debe aclarar, como me señaló Giovanni Marcotullio, el
complemento de la especificación. ¿De quién es el deseo?
Existe el deseo de los padres
por sus hijos, pero antes de eso existe el deseo de la Iglesia de que cada uno
sea bienvenido entre los hijos de Dios. Para comprender bien el Bautismo de
deseo partimos, una vez más, del Catecismo:
Desde
siempre, la Iglesia posee la firme convicción de que quienes padecen la muerte
por razón de la fe, sin haber recibido el Bautismo, son bautizados por su
muerte con Cristo y por Cristo. Este Bautismo
de sangre como el deseo del
Bautismo, produce los frutos del Bautismo sin ser sacramento.
A los catecúmenos que mueren antes de su
Bautismo, el deseo explícito de recibir el Bautismo, unido al arrepentimiento
de sus pecados y a la caridad, les asegura la salvación que no han podido
recibir por el sacramento (1258-1259).
En los tiempos antiguos de las
persecuciones podía suceder que un hombre adulto y convertido al cristianismo
deseara el bautismo pero fuera encarcelado y además martirizado antes de
recibirlo.
En el caso de asesinato el mismo
martirio se volvía el bautismo de sangre. En ausencia de martirio o en la
imposibilidad de recibir el sacramento, el deseo sincero suplía el rito.
He citado a los tiempos antiguos
pero el discurso sigue válido en nuestros contextos actuales de persecución de
los cristianos.
Y vale también en el ámbito
doméstico: el recién nacido depende completamente de los padres, a nivel físico
y psíquico, y también a nivel espiritual.
En circunstancias particulares,
también el deseo de los padres puede compensar el rito canónico. Si la
madre y el padre han deseado desde la gestación que el bebé fuera bautizado y
luego sucedió que el bebé nació muerto o falleció repentinamente antes de una
bendición extrema, entonces ese deseo también tiene un valor equivalente al
sacramento.
No es una alternativa de “hazlo
tú mismo” y real siempre, pero es válida en casos excepcionales.
Annalisa Teggi
Fuente:
Aleteia