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6.5.20

EL “CLICK” QUE TE HACE PROGRESAR EN LA VIDA ESPIRITUAL

Salir de uno mismo lleva a un amor más maduro

Di Happy Max - Shutterstock
Este tiempo que vivo me invita a superar mi tendencia al individualismo y al egoísmo, para adquirir una mirada más solidaria y corresponsable.

En medio de la fragilidad de la vida que vivo me encuentro lleno de mis miedos y egoísmos. Pienso en mí antes que en nadie. Recuerdo las palabras del padre José Kentenich:

“El progreso de nuestra vida espiritual consiste, entonces, en que coloquemos cada vez menos el acento en la propia satisfacción, en la propia felicidad”.

Pero yo tengo puesto el acento en mí, en lo que yo quiero, necesito, me hace falta. Pienso en cómo me siento, qué me pasa, cómo me encuentro.

4.5.20

TRAS EL CONFINAMIENTO, ¿CÓMO CONSERVAR EL RUMBO ESPIRITUAL?

Si ahora la espiritualidad forma más parte de tu estilo de vida, piensa en cómo conservarla cuando termine la pandemia

FamVeld | Shutterstock
Nunca habíamos podido profundizar tanto en nuestra fe y en nuestra relación con Dios como durante el confinamiento. Nos sentimos como impulsados por un fuego. Pero cuidado, hay que vigilarlo, porque con el desconfinamiento corre peligro de debilitarse…

La crisis sanitaria está lejos de terminar, pero ya hay muchos que piensan en el día después del covid-19. La vuelta al trabajo, a las escuelas, el reencuentro con familiares y amigos… Y ¿qué hay de la fe? La llama y el ardor de la oración que impulsan todos los días a muchas personas durante el confinamiento, ¿brillarán tan intensamente después del desconfinamiento? 

Si has tomado la decisión de mantener vivo este fuego, hay que definir los medios para lograrlo.

1.5.20

ANTES DE SALIR… ¿SENTISTE EL AMOR EN LA INTIMIDAD?

Encontrarte con Dios te cambia por dentro y te permite regresar al campo de batalla dispuesto a anunciar y a dar esperanza


AlexMaster | Shutterstock
La hospitalidad es un don. El pueblo judío tenía en gran estima la hospitalidad. Acoger al que llega e invitarlo a cenar. La hospitalidad es un milagro. Leía el otro día:

“La confianza es una actitud de apertura. Se es acogedor receptivo con quien se tiene confianza”.

Abrir la casa, la intimidad, es un salto muy grande de confianza. 

En este tiempo de pandemia se me invita a quedarme en casa. Pero no solo, siempre puede entrar Jesús rompiendo las puertas.

Él no se contagia de mi enfermedad. Él no pierde su valor. Al revés, entra en contacto conmigo y me cambia por dentro. Se parte y se entrega para mí.

30.4.20

¿ERA NORMAL MI VIDA ANTES DE QUE TODO ESTO EMPEZARA?

Que esta pandemia deje una semilla de eternidad

Jacob Lund | Shutterstock
En mitad del camino me detengo y medito, contemplo, callo y espero. ¿Qué tristezas navegan por mi alma? ¿Qué miedos cubren mi horizonte?

¿Qué significa volver a esa normalidad de antes que ahora echo tanto de menos? ¿Era normal mi vida antes de que todo esto empezara? ¿Es más anormal ahora?

Una vida normal. Una vida cotidiana. Lo que ahora llamo normal tal vez no lo sea tanto. Vivir corriendo de un lado para otro sin tiempo para lo importante.

Un mundo frenético en el que las pausas son pérdidas de tiempo. Un mundo de afectos no expresados en el que descuido lo más valioso que tengo, mi familia. Un mundo de producir sin tiempo para el encuentro.

25.4.20

¿EL BAUTISMO DE TU HIJO SE HA APLAZADO? MIRA QUÉ HACER MIENTRAS ESPERAS

Queremos compartir con ustedes algunas indicaciones y sugerencias para tranquilizar sus dudas o los miedos que puedan surgir

Jeffrey Bruno
En estas difíciles circunstancias de pandemia por coronavirus, la Iglesia no deja solo a nadie, con los sacramentos contempla cada excepción precisamente en virtud del cariñoso amor con el cual Jesús quiere llegar a todos.

La reducción y suspensión de los sacramentos en tiempos de una epidemia aflige y, sin embargo, es precisamente en los tiempos más duros y difíciles donde también los aspectos más técnicos y doctrinales de la Iglesia se revelan acogedores como los brazos de una madre.

Muchos niños habrían recibido el Bautismo en estos meses y tendrán que esperar para celebrar en la iglesia el rito real.

Queremos compartir con ustedes algunas indicaciones y sugerencias para tranquilizar sus dudas o los miedos que puedan surgir.

23.4.20

CÓMO SER UN SOL PARA LOS DEMÁS

¿Es el otro el cielo o el infierno? Puede ser el paraíso cuando mi vida resucita con Cristo

Public Domain
En este tiempo de encierro sueño con volver a los lugares donde he amado tanto la vida. Es algo muy fuerte en el corazón que clama y lo llena de sueños.

Quiero volver a los lugares amados y con las personas amadas. Después de tanto tiempo sin abrazos, sin encuentros, sueño con una Pascua de reencuentros y abrazos.

Cincuenta días de luz, de volver a abrazar y a amar como Jesús ama. El otro día escuchaba:

 “Una de las claves de la felicidad son los otros”.

Contradice a Sartre que aseguraba:

“El infierno son los otros”.

19.4.20

SIEMPRE HAY ALGUIEN, NUNCA ESTAMOS SOLOS

El Jesús que resucita ante mis ojos no me quita la cruz, más bien la convierte en puerta al cielo

Alberto Biscalchin-(CC BY-SA 2.0)
Me gusta la luz de la Pascua. El camino que se abre en medio de la noche hacia el amanecer. La luz que supera la oscuridad. La alegría hecha de sonrisas después de tantas lágrimas. Jesús se detiene ante aquella a la que ama:

“Mujer, ¿por qué lloras?”.

Me mira a mí, a quien también ama, y me pregunta lo mismo. ¿Por qué lloro? Y yo le digo:

“¿Pero es que no ves tanto dolor? ¿No ves las personas que han muerto, las que sufren aisladas en su enfermedad, las que han perdido su trabajo y no tienen un futuro fácil? ¿No ves que todo esto nos ha cambiado la vida?”.

Y Jesús me mira a los ojos. Me mira muy dentro. Allí donde no llega mi vista porque no me veo y no soy capaz de mirar tan hondo. Me mira en mi verdad, en mis miedos más profundos. Y pronuncia mi nombre muy quedo:

VIVIR EL CONFINAMIENTO: CONSEJOS DE UN MONJE

El confinamiento es un aprendizaje, hay que habitar el tiempo, vivirlo en el instante y no permitir que fluya de forma informe

roman tohtohunov | Shutterstock
Aunque hay muchos expertos en confinamiento, son los monjes y las monjas quienes optaron por este estilo de vida… ¡libremente y con conocimiento de causa! Hemos tenido la oportunidad de pedirle a uno de ellos algunos consejos para vivir mejor este periodo inédito que no debe ser sinónimo de pasividad, sino de disciplina.

También en la abadía de Saint Wandrille, en el norte de Francia, viven tiempos de confinamiento. La tienda ha cerrado las puertas, los últimos huéspedes se marcharon hace unos días y los monjes, para rezar juntos, ocupan uno de cada dos asientos en el coro, en disposición de quincunce y a lo largo de cuatro hileras en vez de dos.

Por el momento no hay enfermos en esta comunidad de treinta frailes de entre 24 y 93 años. Según nos asegura de inmediato uno de ellos, “para nosotros no ha cambiado gran cosa, salvo quizás el paseo fuera del claustro que debíamos haber hecho para mediados de Cuaresma”.

18.4.20

DÉJATE GUIAR POR SAN AGUSTÍN EN LA PANDEMIA DE CORONAVIRUS

La humanidad ha sufrido muchas catástrofes y dificultades a lo largo de su historia y los santos pueden darnos “pistas” de cómo enfrentarnos a ellas

fotomontaje
Nos encontramos en una situación inédita, en unas circunstancias que no hemos vivido hasta ahora, y ante las que tendremos que dar por tanto una respuesta nueva.

Lo cierto es que la humanidad ha sufrido muchas catástrofes y dificultades a lo largo de su historia y los santos pueden darnos “pistas” de cómo enfrentarnos a ellas.

Parece que san Agustín hubiera estado viviendo esta cuarentena cuando escribió:

 El mundo es ahora como un lagar; está en el tiempo de la molienda (pressura). Es necesario, pues, que haya tribulaciones (pressurae). Estad atentos a lo que es jugo, estad atentos a lo que es aceite. Alguna vez se realiza un estrujamiento en el mundo, por ejemplo, el hambre, la guerra, la escasez, la carestía, la pobreza, la mortandad, el saqueo, la avaricia; son los aplastamientos de los pobres, los sufrimientos de las ciudades; continuamente podemos ver estas cosas. Fueron predichas como futuras y ahora vemos que son realidad”. (Serm. 113/A)

17.4.20

DIOS VENDRÁ A SALVARNOS Y OTRAS LECCIONES DEL CORONAVIRUS

Cuánto se puede aprender en el confinamiento…

oneinchpunch | Shutterstock
No es lo mismo hacer cosas que hacer cosas importantes. A lo mejor este tiempo detenido me ayuda a poner las cosas en perspectiva. Y quizás comienzo a ver que esas cosas pequeñas que hago en mi vida cotidiana son las realmente importantes.

Quisiera hacer muchas cosas más, cosas grandes. Salvar vidas, acompañar a los enfermos, sanar a muchos. Hay tanta gente sola…

Necesito aprender a valorar lo que tengo y no amargarme por lo que no poseo ni puedo hacer. Aprendo a mirar agradecido a mi familia, a mis hermanos, a mis padres. Son mis raíces sagradas que ahora beso agradecido.

Hay tantas personas sin hogar, sin familia, sin seres queridos… Pienso en los enfermos que no tienen a nadie o nadie puede verlos. Recuerdo conmovido a todos los que han muerto muchos de ellos angustiados en su soledad.

13.4.20

PASCUA EN CUARENTENA

Esta es una Pascua diferente a cualquier otra que hayamos experimentado

Shutterstock
Tal vez ya estás acostumbrado a la cuarentena. Tal vez sea una montaña rusa, con días buenos y días malos. O tal vez, todavía estás bastante conmocionado. De todos modos, es seguro decir, que ésta es una Pascua diferente a cualquier otra que hayamos experimentado.

Nuestro mundo está de luto colectivo: pérdida de vidas, pérdida de conectividad, incertidumbre, inestabilidad en los trabajos, etc. Parece que nos han despojado de nuestra libertad. Nuestra esperanza en un futuro luminoso parece más tenue, y nuestra capacidad de celebrar, cuando estamos tan dispersos, parece casi imposible.

Sin embargo, estamos a punto de celebrar el Domingo de Pascua, un día de inmensa alegría. ¿Pero cómo se supone que nos alegremos en medio de tanto sufrimiento? ¿Cómo encontrar la esperanza en la Resurrección de Cristo cuando nuestro mundo parece tan desesperado?

9.4.20

¿MIEDO AL FUTURO TRAS EL CORONAVIRUS? ESCUCHA A ESTE MONJE

El único antídoto está en vivir en el presente, centrados sobre lo que tenemos que hacer hoy

Luca Lorenzelli | Shutterstock
La incertidumbre y la imprevisibilidad provocada por el COVID-19 han surgido para trastornar la vida de millones de personas. Una preocupación permanente sobre el futuro ocupa ahora la mente de todos. ¿Cómo avanzar y continuar viviendo más allá de estos miedos?
 
El miedo es un término genérico muy amplio para designar diversas nociones. Es una reacción natural y psicológica, a veces de gran utilidad. Primero, es un reflejo de supervivencia que viene de nuestro lado animal. Nos salva la vida cuando nos hace correr para escapar de un peligro. También es un estimulante que nos mantiene en alerta. Puede también paralizarnos o hacernos realizar actos insensatos. A un nivel más profundo, el miedo provoca inquietud, sobre todo en relación al futuro y a todo aquello que no controlamos. Sin embargo, es posible superarlo.

Para entender este sentimiento en Aleteia hemos consultado al fraile Alain Quilici, prior del convento de los dominicos de Toulouse, Francia.

LO NECESARIO

Este es el momento en el que Jesús se deja ver, si tú quieres

ESB professional - Shutterstock
La sed es una necesidad que inevitablemente acompaña nuestros días. En el viaje, en el camino, podemos perder muchas cosas, pero nada es más necesario que el agua. En nuestros días se ha convertido incluso en una moda: junto al celular siempre tenemos una botella de agua. Si lo miramos bien resulta ser una imagen nuestra vida: hay cosas sin las que no podemos vivir.

Esto también se aplica en nuestro viaje espiritual, porque, al igual que a la mujer samaritana, Jesús nos pide que presentemos nuestro deseo más profundo ante Él. Por estos días se nos hace imperativo buscar en el corazón y darnos cuenta que hemos estado intentando saciar nuestra sed en las fuentes equivocadas.

En lo cotidiano estamos inmersos en el ruido y la actividad. No prestamos atención. No vamos adentro. Pero, ahora que todo se acalla, que todo se pone en silencio y en pausa; ahora que todo se despeja, se subraya la diferencia entre lo que verdaderamente importa y lo que no. Es el momento en que hay más luz. Es el momento en que vemos mejor. De hecho, esté es el momento en el que Jesús se deja ver, si tú quieres.

7.4.20

HAY UN DIOS ESCONDIDO DETRÁS DE TODO ESTO

En la pandemia de coronavirus y en cualquier circunstancia de la vida podré perder muchas batallas, pero Él me garantiza la victoria final

Dubova | Shutterstock
En la vida me cuesta tanto obedecer… Hacer lo que otros me piden. Cambiar mis planes por otros planes distintos. Aceptar que eso que me exigen tiene sentido, aunque yo no lo vea.

No me cuesta mucho hacer algo cuando yo también lo veo claro, cuando creo en ello. En ese momento tiene todo un sentido y parece fácil obedecer a otros.

Pero obedecer sin entender, sin estar de acuerdo, sin comprender el sentido último de lo que me piden, ¡cuánto cuesta! La obediencia seca y dura tiene exigencias y renuncias que duelen en el alma. Todo eso es lo que más me cuesta.

Aceptar que Dios me habla a través de una orden, de un mandato incomprensible, de una prohibición que me duele. Me marcan un camino que yo no deseo, porque no es el que pensaba recorrer.

3.4.20

¿PARA QUÉ LA ENFERMEDAD? LA RESPUESTA DE JESÚS

El coronavirus nos ha acercado mucho la enfermedad y la agonía, la soledad y el aislamiento, pero en realidad este sufrimiento forma parte de la vida… ¿conoces su sentido?

Me impresiona el dolor de los que sufren. El dolor de los enfermos que están solos. Grito a Dios para que me escuche:

“¡Señor, escucha mi clamor! ¡Estén atentos tus oídos a la voz de mis súplicas! Si tomas en cuenta las culpas, ¿quién, Señor, resistirá? Mas el perdón se halla junto a ti. Yo espero en Dios, mi alma espera en su palabra; mi alma aguarda al Señor más que los centinelas la aurora”.

Me conmueve esta súplica. Es la de tantos hoy que sufren la enfermedad y el aislamiento. La soledad y la agonía. Hay tantas personas enfermas…

¡Cuánta gente a la que amo está enferma! ¡Cuánta gente a la que Jesús ama! Mi corazón tiembla como el de Jesús. El amor me hace sufrir por la enfermedad de los que amo.

2.4.20

EL ESPERANZADOR POEMA SOBRE CÓMO UNA EPIDEMIA CURÓ EL MUNDO

“Y la gente se quedó en casa y leyó libros y escuchó … 

Di Mala Iryna - Shutterstock
Y cuando el peligro terminó y la gente se encontró de nuevo lloraron por los muertos y tomaron nuevas decisiones y soñaron nuevas visiones y crearon nuevas formas de vida y sanaron la tierra completamente tal y como ellos fueron curados”

El tiempo se detiene sin previo aviso. Caen los horarios, las prisas, las tareas pendientes, las urgencias, los planes trazados. Los aviones aparcados en el aeropuerto llenos de sueños que no despegan. Los parques vacíos.

¿Cómo se puede detener todo de repente? Un poema de K. O´Meara sobre la epidemia de peste en 1800 me conmueve:

“Y la gente se quedó en casa
y leyó libros y escuchó
y descansó y se ejercitó
e hizo arte y jugó.

DIOS VIENE A TI EN TU CONFINAMIENTO (INCLUSO CON NIÑOS)

Cada uno de nosotros está llamado a una relación personal e íntima con Dios, en el secreto de nuestro corazón 

¿Por qué no aprovechar la cuarentena por el coronavirus para profundizar en esta relación?

Dios ama a las personas de una en una, nunca “en bloque”. Él nos reúne en un solo pueblo, pero ese pueblo se compone de personas únicas con las que Él quiere vivir una historia de amor totalmente inédita.

Dios nunca creó dos seres idénticos y nunca nos amó con un amor estándar. Cuando Jesús se dirigía a las multitudes, todos escuchaban la misma cosa, pero a cada uno le tocaba de forma personal.

A todos nos han dado el mismo Evangelio, pero cada uno lo recibe con las gracias que le son propias, en función de la vocación particular y que no atañe a los otros. Es un secreto entre el Señor y esa persona.

1.4.20

QUE EL CORONAVIRUS NO TE QUITE LA SONRISA

Después de la pandemia de Covid-19 serás mejor, más sabio si has sabido enfrentar tus horas y tus miedos

Antoine Mekary | ALETEIA
Me han quitado los abrazos y los besos. Los encuentros y las risas. Me han hecho evitar el contacto físico, el roce, la ternura, el cariño.

Me han quitado las reuniones, las confesiones y las misas. Los paseos por el parque y los cines. El café en el bar, las compras, el deporte.

Me han quitado muchas cosas y lo entiendo, me he detenido.

Hay un bien mayor que esa felicidad vana que busco con ahínco haciendo cosas. Esa felicidad de estar yo bien, sin problemas, de prosperar adecuadamente en la vida. Ese afán mío por tener, por hacer, por lograr. Ese sueño tan humano, tan de carne, tan de tierra.

Me lo han quitado todo de un plumazo. Y me han llevado a cuidarme para cuidar a otros. Y yo sonrío. Porque si algo no pueden quitarme es la alegría ni tampoco la esperanza.

29.3.20

ÁNGELES Y CORONAVIRUS: EL MUNDO INVISIBLE EXISTE Y ACTÚA

Descubre la ayuda y presencia de estos seres espirituales que están en medio de nosotros y nos rodean prestándonos toda su asistencia y ayuda

María Olguín Mesina
En estos tiempos del virus Conavid-19, que ha afectado a millones de personas en su esfera social, familiar, espiritual, económica, se pone de manifiesto, entre otras muchas cosas, un mundo invisible, un mundo que no alcanzamos a ver con nuestros ojos.

Y es que los virus son entre 500 y 1000 veces más pequeños que una célula de nuestro organismo; solo pueden ser vistos con microscopios especiales, pues con los microscopios normales no los alcanzamos a ver.

La humanidad de la imagen, la humanidad que lo ve todo, ahora se enfrenta a un agente infeccioso que no ve. Tal vez esto sea un llamado a tomar la iniciativa de san Pablo en la carta a los Corintios:

No ponemos la mirada en las cosas que se ven, sino en las que no se ven, porque las que se ven son temporales, mas las que no se ven son eternas” (2 Co. 4,18).

SÍ AL CONFINAMIENTO: LO QUE TIENES QUE VIVIR ¡ESCÓGELO!

María me invita a arrodillarme en silencio ante el ángel que hoy entra en mi casa, en lo más vulgar de mi vida

DM
Miro a María en Nazaret. Me la imagino en su casa, en su rutina. En ocasiones creo que mi casa no es un lugar sagrado, de encuentro con Dios.

Es más fácil verlo en un templo, lleno de imágenes que me inspiran, allí donde mi corazón se eleva con cantos profundos. Pero mi casa, mi cuarto, ese espacio cotidiano es muy vulgar, demasiado mundano.

Tiendo a separar lo sagrado de lo profano, lo que ha sido tocado por Dios y lo que está lejos de su pureza. Tiendo a dividir campos: lo santo y lo pecaminoso.

Quizás por eso me cuesta ver a Dios en mi vida. Veo que en ella predomina lo pagano, lo sucio, lo banal. Miro a María en su casa, haciendo cosas cotidianas. Rezando mientras trabaja.
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