Salir de uno mismo lleva a un amor más maduro
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Este tiempo que
vivo me invita a superar mi tendencia al individualismo y al egoísmo, para
adquirir una mirada más solidaria y corresponsable.
En medio de la
fragilidad de la vida que vivo me encuentro lleno de mis miedos y egoísmos.
Pienso en mí antes que en nadie. Recuerdo las palabras del padre José
Kentenich:
“El progreso de
nuestra vida espiritual consiste, entonces, en que coloquemos cada vez menos el
acento en la propia satisfacción, en la propia felicidad”.
Pero yo tengo
puesto el acento en mí, en lo que yo quiero, necesito, me hace falta. Pienso en
cómo me siento, qué me pasa, cómo me encuentro.