Un
mensaje que aborda el drama de los desplazados internos
“Como
Jesucristo, obligados a huir. Acoger, proteger, promover e integrar a los
desplazados internos”, es el tema del Mensaje del Papa Francisco para la 106
Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, que se celebrará el 27 de
septiembre próximo.
“A principios de año, en mi discurso a los
miembros del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, señalé entre los
retos del mundo contemporáneo el drama de los desplazados internos: «Las
fricciones y las emergencias humanitarias, agravadas por las perturbaciones del
clima, aumentan el número de desplazados y repercuten sobre personas que ya
viven en un estado de pobreza extrema. Muchos países golpeados por estas
situaciones carecen de estructuras adecuadas que permitan hacer frente a las
necesidades de los desplazados» (9 enero 2020)”.
Palabras
del Papa Francisco, en su mensaje para la 106 Jornada Mundial del Migrante y
del Refugiado que se celebrará el 27 de septiembre de este año. Un mensaje que
aborda el drama de los desplazados internos. Sobre este tema, la Sección
Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano
Integral ha publicado las “Orientaciones Pastorales sobre Desplazados
Internos”, un documento, dice el Papa, que desea inspirar y animar las acciones
pastorales de la Iglesia en este ámbito concreto.
Drama de desplazados
internos en tiempos de Covid19
El
drama de los desplazados internos, es un drama a menudo invisible, afirma el
Pontífice, que la crisis mundial causada por la pandemia del COVID-19 ha
agravado. De hecho, señala, esta crisis, debido a su intensidad, gravedad y
extensión geográfica, ha empañado muchas otras emergencias humanitarias que
afligen a millones de personas, relegando iniciativas y ayudas internacionales,
esenciales y urgentes para salvar vidas, a un segundo plano en las agendas
políticas nacionales. Y recuerda el Papa su mensaje Urbi et Orbi, cuando
pidió que la crisis de la pandemia no haga olvidar otras “tantas situaciones de
emergencia que llevan consigo el sufrimiento de muchas personas”.
“A
la luz de los trágicos acontecimientos que han caracterizado el año 2020,
extiendo este Mensaje, dedicado a los desplazados internos, a todos los que han
experimentado y siguen aún hoy viviendo situaciones de precariedad, de
abandono, de marginación y de rechazo a causa del COVID-19”, dice en su
mensaje.
Tras
referirse a la escena que inspiró al papa Pío XII en la redacción de la
Constitución Apostólica Exsul Familia (1 agosto 1952). En la huida a
Egipto, el niño Jesús experimentó, junto con sus padres, la trágica condición
de desplazado y refugiado, «marcada por el miedo, la incertidumbre, las
incomodidades, Le Santo Padre lamenta que aún hoy en nuestros días, “millones
de familias pueden reconocerse en esta triste realidad”. Casi cada día la
televisión y los periódicos dan noticias de refugiados que huyen del hambre, de
la guerra, de otros peligros graves, en busca de seguridad y de una vida digna
para sí mismos y para sus familias, decía Francisco en el Ángelus del 29
diciembre 2013. Jesús está presente en cada uno de ellos, obligado —como
en tiempos de Herodes— a huir para salvarse, señala en su mensaje el Papa.
Reconocer en ellos el
rostro de Cristo
Cada
cristiano está llamado a reconocer en sus rostros el rostro de Cristo,
hambriento, sediento, desnudo, enfermo, forastero y encarcelado, “que nos
interpela”. Si lo reconocemos, dice el Papa, seremos nosotros quienes le
agradeceremos el haberlo conocido, amado y servido.
“Los
desplazados internos nos ofrecen esta oportunidad de encuentro con el Señor,
«incluso si a nuestros ojos les cuesta trabajo reconocerlo: con la ropa rota,
con los pies sucios, con el rostro deformado, con el cuerpo llagado, incapaz de
hablar nuestra lengua» (Homilía, 15 febrero 2019)”.
Es
un “reto pastoral al que estamos llamados” a responder con los cuatro verbos
que señaló el Papa en su mensaje para esta misma Jornada en 2018: acoger,
proteger, promover e integrar. A estos cuatro, en este mensaje de hoy, el Papa
agrega “otras seis parejas de verbos, que se corresponden a acciones muy
concretas, vinculadas entre sí en una relación de causa-efecto”.
Es necesario conocer para comprender
El
conocimiento es un paso necesario hacia la comprensión del otro. El Papa
recuerda que cuando se habla de migrantes y desplazados, casi siempre se
mencionan en números. ¡Pero no son números, sino personas! Si las encontramos,
podremos conocerlas, nos clama el Papa, podemos conocer sus historias y
comprender. Podremos comprender, por ejemplo, dice Francisco, que la precariedad
que hemos experimentado con sufrimiento, a causa de la pandemia, es un elemento
constante en la vida de los desplazados.
Hay que hacerse
prójimo para servir
“Los
miedos y los prejuicios —tantos prejuicios—, nos hacen mantener las distancias
con otras personas y a menudo nos impiden “acercarnos como prójimos” y
servirles con amor”. Para Francisco, acercarse al prójimo significa, a
menudo, estar dispuestos a correr riesgos, como nos han enseñado tantos médicos
y personal sanitario en los últimos meses. Este estar cerca para servir, va más
allá del estricto sentido del deber. El ejemplo más grande nos lo dejó Jesús
cuando lavó los pies de sus discípulos: se quitó el manto, se arrodilló y se
ensució las manos (cf. Jn 13,1-15).
Para reconciliarse se
requiere escuchar
Otra
pareja de verbos que hoy el Papa nos enseña en su mensaje, es el de escuchar
para reconciliarse. Nos lo enseña Dios mismo, que quiso escuchar el gemido de
la humanidad con oídos humanos, dice el Papa, enviando a su Hijo al mundo:
«Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el
que cree en él […] tenga vida eterna» (Jn 3,16-17). El amor, el que
reconcilia y salva, empieza por una escucha activa. En el mundo de hoy se
multiplican los mensajes, pero se está perdiendo la capacidad de escuchar. El
Pontífice nos dice que sólo a través de una escucha humilde y atenta podremos
llegar a reconciliarnos de verdad.
“Durante
el 2020, el silencio se apoderó por semanas enteras de nuestras calles. Un
silencio dramático e inquietante, que, sin embargo, nos dio la oportunidad de
escuchar el grito de los más vulnerables, de los desplazados y de nuestro
planeta gravemente enfermo. Y, gracias a esta escucha, tenemos la oportunidad
de reconciliarnos con el prójimo, con tantos descartados, con nosotros mismos y
con Dios, que nunca se cansa de ofrecernos su misericordia”.
Para crecer hay
que compartir
En
esta pareja de verbos, el Papa recuerda el pilar fundamental de la primera
comunidad cristiana: la acción de compartir. «El grupo de los creyentes tenía
un solo corazón y una sola alma: nadie llamaba suyo propio nada de lo que
tenía, pues lo poseían todo en común» (Hch 4,32).
Al
respecto, señala que Dios no quiso que los recursos de nuestro planeta
beneficiaran únicamente a unos pocos. ¡No, el Señor no quiso esto! Tenemos que
aprender a compartir para crecer juntos, sin dejar fuera a nadie, resalta
Francisco, y afirma que la pandemia nos ha recordado que todos estamos en el
mismo barco. Darnos cuenta que tenemos las mismas preocupaciones y temores
comunes, nos ha demostrado, una vez más, que nadie se salva solo. Para crecer
realmente, debemos crecer juntos, compartiendo lo que tenemos, como ese muchacho
que le ofreció a Jesús cinco panes de cebada y dos peces… ¡Y fueron suficientes
para cinco mil personas! (cf. Jn 6,1-15).
Se necesita involucrar para promover
"Así
hizo Jesús con la mujer samaritana (cf. Jn 4,1-30). El Señor se
acercó, la escuchó, habló a su corazón, para después guiarla hacia la verdad y
transformarla en anunciadora de la buena nueva: «Venid a ver a un hombre que me
ha dicho todo lo que he hecho; ¿será este el Mesías?» (v. 29). A veces, el
impulso de servir a los demás nos impide ver sus riquezas".
Al
respecto, el Papa dice que si queremos realmente promover a las personas a
quienes ofrecemos asistencia, tenemos que involucrarlas y hacerlas
protagonistas de su propio rescate. La pandemia nos ha recordado cuán esencial
es la corresponsabilidad y que sólo con la colaboración de "todos —incluso
de las categorías a menudo subestimadas— es posible encarar la crisis".
Debemos, añade el Papa, «motivar espacios donde todos puedan sentirse
convocados y permitir nuevas formas de hospitalidad, de fraternidad y de
solidaridad» (Meditación en la Plaza de San Pedro, 27 marzo 2020).
Es indispensable colaborar para construir
Esto
es lo que el apóstol san Pablo recomienda a la comunidad de Corinto: «Os ruego,
hermanos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo, a que digáis todos lo mismo y
que no haya divisiones entre vosotros. Estad bien unidos con un mismo pensar y
un mismo sentir» (1 Co 1,10).
La
construcción del Reino de Dios, señala por último Francisco, es un
compromiso común de todos los cristianos y por eso se requiere que aprendamos a
colaborar, sin dejarnos tentar por los celos, las discordias y las divisiones.
Y en el actual contexto, es necesario reiterar que: «Este no es el tiempo del
egoísmo, porque el desafío que enfrentamos nos une a todos y no hace acepción
de personas» (Mensaje Urbi et Orbi, 12 abril 2020). Para preservar la casa
común y hacer todo lo posible para que se parezca, cada vez más, al plan
original de Dios, El Papa dice que debemos comprometernos a garantizar la
cooperación internacional, la solidaridad global y el compromiso local, sin
dejar fuera a nadie.
Por
último, en su mensaje dedicado a la Jornada Mundial del Migrante y del
Refugiado, el Papa Francisco deja una oración, "sugerida por el ejemplo de
san José, de manera especial cuando se vio obligado a huir a Egipto para salvar
al Niño".
Padre, Tú encomendaste a
san José lo más valioso que tenías: el Niño Jesús y su madre, para protegerlos
de los peligros y de las amenazas de los malvados.
Concédenos, también a
nosotros, experimentar su protección y su ayuda. Él, que padeció el sufrimiento
de quien huye a causa del odio de los poderosos, haz que pueda consolar y
proteger a todos los hermanos y hermanas que, empujados por las guerras, la
pobreza y las necesidades, abandonan su hogar y su tierra, para ponerse en
camino, como refugiados, hacia lugares más seguros.
Ayúdalos, por su
intercesión, a tener la fuerza para seguir adelante, el consuelo en la
tristeza, el valor en la prueba.
Da a quienes los acogen un
poco de la ternura de este padre justo y sabio, que amó a Jesús como un
verdadero hijo y sostuvo a María a lo largo del camino.
Él, que se ganaba el pan
con el trabajo de sus manos, pueda proveer de lo necesario a quienes la vida
les ha quitado todo, y darles la dignidad de un trabajo y la serenidad de un
hogar.
Te lo pedimos por
Jesucristo, tu Hijo, que san José salvó al huir a Egipto, y por intercesión de
la Virgen María, a quien amó como esposo fiel según tu voluntad.
Amén.
Patricia
Ynestroza-Ciudad del Vaticano
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