Con motivo del 50 aniversario de los Raid Goum, Xavier Malle, obispo de Gap
y Embrun (Francia), que ha realizado 19 a título personal, cuenta a Aleteia
cómo estos caminos ofrecen una experiencia espiritual imborrable
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| Un goumier en marche. Isabelle Talvande |
Los Goum soplan
las 50 velas este año. El sábado 1 y el domingo 2 de agosto de 2020, ha tenido
lugar una reunión para celebrarlo en la meseta del Causse Méjean, en los Grands
Causses (Lozera, Francia) de la diócesis de Gap y Embrun, con la presencia de
Benoît Bertrand, obispo de Mende, que conoce de primera mano esta experiencia.
Creados en 1970
por Michel Menu, gran figura del escultismo
francés, los Raid Goum son unas vivencias de una semana de caminata en
el desierto destinadas a jóvenes adultos, en grupos de 15 a 20
personas y con autonomía total.
Esta
experiencia de sencillez comporta una dimensión espiritual: ayuno, silencio y
meditación forman parte de la aventura.
Desierto no
significa necesariamente destino lejano y los Goum de Francia se organizan en
regiones como Lozera, Córcega o Cevenas. También los hay en otros países
como España.
“Para mí
siempre ha sido una semana en la que era yo mismo profundamente, sin máscaras”
El obispo de
Gam y Embrun, Mons. Xavier Malle, es un avezado practicante de esta
experiencia, ya que ha efectuado nada menos que 19.
Una experiencia
que le ha ayudado a construirse como joven adulto, pero también en su vida de
sacerdote, posteriormente.
“Para mí, la
palabra clave es libertad interior. Es una pedagogía basada en
una gran libertad”, explica a Aleteia.
Antes de
iniciar el Goum, los relojes, las tarjetas bancarias, los móviles y la
documentación de identidad se dejan en un gran saco para liberarse de
ellos durante una semana en la que todos vestirán chilaba.
“Se desprenden
de todo eso para ser libres y la chilaba libera de todas las cuestiones de
vestimenta. Solamente queda la hermosura del rostro”, insiste el obispo.
Según él, todos
tenemos en nosotros una parte de teatralidad y el hecho de dejar todas esas
cosas materiales de lado logra motivar el centro de nuestra libertad.
“Para mí
siempre ha sido una semana en la que era yo mismo profundamente, sin máscaras”,
explica.
El aspecto
grupal también es importante. Ya se permanezca en silencio o se converse con el
vecino, no se camina solo, se forma parte de una tribu.
Michel Menu
distingue tres grandes fases: el primer día, el participante avanza gracias a
su voluntad. Luego, en una segunda etapa, los sentidos se
abren; comienza entonces a disfrutar de los paisajes, a mirar las cosas con
otros ojos, a escuchar la naturaleza. Por último, llega la apertura de
los sentidos espirituales.
En pocas
palabras, es toda una progresión a lo largo de la semana que conduce paso a
paso a una transformación interior. Para Mons. Malle, “se toca un
momento de libertad interior que es muy bello, muy edificante”.
Domitille Farret
d'Astiès
Fuente:
Aleteia






