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Por Antonio Guillem/Shutterstock |
Durante estos años difíciles, intentaron “despertar sus corazones a estas angustias desconocidas”, según expresan con delicadeza. Una apuesta que abordaron con una inmensa energía, desplegada sobre todo en el seno de asociaciones dedicadas a las enfermedades mentales, como Unafam y Relais Lumière Espérance, en las cuales se implicaron durante muchos años. Acaban de publicar un testimonio magnífico en su libro L’espérance est un chemin escarpé (“La esperanza es un camino escarpado”), publicado el pasado 11 de septiembre en la editorial francesa Mame.
A través de su testimonio, desean romper el silencio en torno a
las enfermedades mentales. ¿Qué debe saber la sociedad?
¿Qué diferencia hay con las enfermedades mentales?
Charlotte
Franc: La discapacidad intelectual se caracteriza por una
deficiencia intelectual, estable, y que a menudo genera compasión. No necesita
necesariamente de tratamiento farmacológico. La enfermedad mental no altera las
capacidades intelectuales, sino que afecta al comportamiento. Una persona
enferma mental necesita un tratamiento con medicación y terapia psicológica. Su
comportamiento es imprevisible y, por tanto, desconcertante para los demás. No
suscita fácilmente la benevolencia de los demás. Recuerdo un día en que Benoît
debía jugar un partido, pero sufrió una angustia muy fuerte y fue incapaz de
salir de la cama. Sus compañeros de equipo no lo entendieron y se lo
reprocharon mucho, no lo convocaron más. La enfermedad mental no se ve a
primera vista. Los cambios de humor, las obsesiones, la angustia, no se
detectan inmediatamente y es lo que dificulta tanto su reconocimiento.
Dicen ustedes en su libro que el Señor les invita a ver en sus
hijos con dificultades unos tesoros ocultos, ¿cuáles son?
Philippe Franc: Benoît y Brigitte prestan una
inmensa atención a personas más frágiles que ellas o que tienen dificultades.
Recuerdo que, durante una de las peores crisis de Benoît, cuando estaba
realmente mal, ofreció ostras a un sintecho con el poco dinero que acababa de ganar
con dificultad. Una forma de generosidad que supera positivamente la razón.
Charlotte Franc: En cuanto a Brigitte, ella tiene un
don para escribir y recurre a la pluma cada vez que alguien se siente mal.
Oculta tesoros de amabilidad, de servicio, de delicadeza, todo esto está
intacto en ellos. La fe de Brigitte también es impresionante. Aunque puede
pasar de una idea a otra en una misma frase, ha dejado pasmado a nuestro grupo
de reflexión de la Biblia por su comprensión de la Palabra de Dios.
¿Qué es lo que les hace persistir?
Charlotte Franc: He llegado a estar completamente
desmoronada, inerme, frente a unos comportamientos desconcertantes. Mi fe es lo
que me ha hecho aguantar. ¡A veces ya no sabía a qué santo encomendarme! Esta
experiencia de impotencia total es lo que me hizo mirar a Dios y pedirle:
“¡Señor, ilumínanos, dinos lo que hay que hacer!”. Y también debo mucho a
nuestra red de amigos, que nos han apoyado, acogido a nuestros hijos en sus
casas…
Charlotte Franc: ¡Orgullosos de ellos, no de
nosotros! Veo todo lo que han superado, lo que siguen atravesando, Benoît con
su inteligencia y su humanidad, Brigitte con su fe y su candor. Pero orgullosos
de nosotros, no, es difícil de decir, siempre están nuestros viejos demonios,
la culpabilidad que corroe: ¿habremos hecho suficiente por ellos? ¿Hemos
cuidado lo suficiente de nuestros otros dos hijos que no estaban enfermos? Es
cierto que su mirada sobre la fragilidad humana se ha enriquecido, pero sin
duda han padecido nuestra relativa indisponibilidad hacia ellos.