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Abadía benedictina del Valle de los Caídos. Crédito: Sebastian Dubiel / Wikipedia (CC-BY-SA-3.0-DE) |
Según explicó, “la Virgen del Pilar Madre de España, y
desde su trono mira, guarda y vela nuestra Nación”, ya que “España es un
país cristiano tanto por su génesis como por su historia”.
Mons. González Montes aseguró que “el cristianismo se
está erosionando, porque no acertamos a transmitir la fe en las condiciones de
la sociedad actual” y aunque la transmisión de la fe “no puede imponerse a
nadie” actualmente “tropieza con una agresiva crítica de la religión en
gran medida obsoleta, pero que algunos con poder y medios de comunicación
sistemáticamente presentan como realidad insoportable para una mente
emancipada”.
“Si los prejuicios de la izquierda cultural española representan un hecho persistente, la derecha no puede ser definida por su fervor cristiano, entregada a un liberalismo indiferente y envuelta en un traje de modernidad que la lleva a compartir núcleos de difícil conciliación con el cristianismo”, destacó.
De esta manera, el Obispo de Almería mostró que “entre
los prejuicios culturales de una izquierda sin reconciliar con la religión está
la valoración negativa de la historia de España, que la cultura que se
autocalifica de progresista se empeña en travestir una y otra vez” y que se
manifiesta en la “la constante disolución de las fiestas patronales cristianas
a lo largo y ancho de la geografía, transformadas en mera cultura, donde el
significado religioso se diluye progresivamente”.
Mons. González también advirtió de “la manipulación
sectaria de la memoria histórica del pasado inmediato” que pretende hacer creer
a las jóvenes generaciones “que el enfrentamiento civil del pasado siglo entre
españoles fue cosa de buenos unos y malos otros, lo cual significa
pretender que se olvide interesadamente que hubo errores y aciertos en las dos
visiones de España que la Transición ayudó a reconciliar, movidos unos y otros
por la cruda experiencia de los hechos de un pasado dramático que nunca debe
volver”.
Ante esta situación, el Prelado pidió a la
Virgen del Pilar “que ayude a todos los españoles a ver con verdad nuestra
reciente historia”. “Lo hacemos conscientes del fervor mariano de millones
de españoles que han vivido y viven la fe en Cristo de la mano de la Virgen
Madre del Redentor del mundo”, subrayó.
Y recordó que San Juan Pablo II habló de España como
“tierra de María” y Benedicto XVI señaló los peligros “que se ciernen sobre
España y su futuro, y nos alentó convencido de que la fe cristiana de los
españoles tiene en la Virgen María un dique protector contra los males que
pueden venirnos encima”.
En ese sentido, el Obispo de Almería subrayó que “todas
las víctimas de la guerra reclaman un recordatorio digno y la paz de los
muertos que ya están en las manos de Dios” por eso subrayó que “hay que
reclamar este recordatorio para todas las víctimas, por cuyo eterno descanso
los cristianos oramos con fe esperanzada en la resurrección de Cristo. No sólo
hay víctimas preteridas de unos y no de otros, sino de todos”.
“Los mártires que venimos beatificando estaban
también en pozos de cal viva y en las cunetas de los caminos, muchos fueron
homenajeados y llevados al campo santo después de la guerra civil, pero otros
siguen en lugares ignotos que desconocemos. Un signo trágico de una España
dividida que está llamada a encontrar paz a la sombra de la cruz de Cristo”,
aseguró.
El Obispo también aseguró que “la cruz constituye una
marca de identidad de nuestra historia que no podemos ignorar ni soportar que
se nos imponga su supresión sin rechistar, porque los españoles somos todavía
mayoritariamente cristianos” y “la cruz es una marca que no es posible
silenciar, como es la pretensión de derribar cambiando de significado a la Cruz
del Valle, donde reposan víctimas amadas por unos y otros españoles,
víctimas que murieron enfrentadas y ahora reposan en un mismo lugar santo que
acoge sus restos”.
E insistió en que “no podemos ceder a la tentación
de creer que tener la cota de los derribos de los signos religiosos es un
record meritorio de la democracia. Esta tentación no puede hacernos
perder la inteligencia y caer en la ensoñación de que destruir el signo de la
cruz a cuya sombra se experimenta el alcance purificador de la sangre de Cristo
pueda augurar una sociedad reconciliada”.
En ese sentido también subrayó que “los católicos
españoles no tenemos nostalgia ninguna de un «nacional catolicismo” del
que algunos abominan al mismo tiempo que pregonan la bondad de una visión
laicista que nos abrazara a todos”.
Sin embargo el Prelado explica que “abominar del
pasado nacional católico sin mayor espíritu crítico es desconocer de qué forma
las naciones europeas han estado vinculadas confesionalmente a las distintas
configuraciones sociales del cristianismo occidental, porque las Iglesias
orientales han sido todas por tradición Iglesias nacionales”.
Y muestra que de igual manera ha habido en otras
naciones un “nacional anglicanismo” y un “nacional luteranismo”, que también
han requerido a su tiempo “abrirse a la plural convivencia de las confesiones
cristianas; y hoy, abrirse además a la plural convivencia del cristianismo con
las religiones no cristianas”.
También pidió a la Virgen del Pilar “en cuyo día España
arribó a las playas del Nuevo Mundo y dio comienzo una historia de mestizaje,
con luces y sombras, muchas más luces que sombras, que no podemos
dilapidar abrazando ideologías de autodestrucción de nuestra propia identidad
histórica”.
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Fuente: ACI Prensa