El Obispo de Alcalá recordó que los mártires son “el mejor tesoro de nuestra Iglesia y son como faros que alumbran el caminar de nuestro pueblo”
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Momento de la adoración al Santísimo Sacramento en el Cementerio de los Mártires de Paracuellos, Madrid (España). Crédito: Obispado de Alcalá de Henares. |
El Obispo de Alcalá recordó que los mártires son “el mejor tesoro
de nuestra Iglesia y son como faros que alumbran el caminar de nuestro pueblo”.
Mons. Reig Pla aseguró que actualmente “se ciernen densos
nubarrones sobre España”, no sólo por la situación “de incertidumbre y de dolor
que ha provocado la pandemia que nos aflige” sino también por “otras nubes de
oscuridad que atentan contra la sacralidad de la vida humana y contra la
libertad de los hijos de Dios”.
El Obispo aseguró que actualmente también se presentan “propuestas dirigidas a robar la
libertad de los padres para la procreación y la educación de sus hijos,
leyes que de manera prepotente quieren cercenar la libertad de enseñanza, o que
quieren retorcer la naturaleza de la persona negándole su identidad”.
Y mientras “hoy en España, cuando estamos llorando a nuestros
hermanos mayores fallecidos en la pandemia, asistimos estupefactos a la
promoción incluso de una ley de la eutanasia que pretende favorecer el suicidio
asistido y el homicidio por parte de los sanitarios corrompiendo así el
ejercicio de la medicina”.
Por eso recordó las palabras del Papa Francisco que advierte a los
gobernantes “de la
necesidad de no caer en políticas sectarias e ideológicas que acaban
deconstruyendo la patria”.
Además destacó que “si
España se aleja de Dios, como es sabido por experiencia, los senderos de la
libertad necesariamente se irán cerrando y aumentarán las semillas de la muerte
por todas partes”.
En recuerdo de los mártires de Paracuellos, el Obispo de Alcalá
aseguró que “derramaron
su sangre, unida al sacrificio de Cristo en la cruz, por el bien de España y
por la victoria de la fe. Ellos comprendieron que Jesucristo es
el Buen Pastor que no abandona a sus ovejas. Ellos sabían que iban a la muerte
pero no olvidaron que el Pastor bueno les guiaba”.
Los mártires murieron gritando “Viva Cristo Rey y viva España” y
perdonando a sus asesinos y, según afirmó “hoy todos ellos se presentan ante nosotros como testigos
de la fe, campeones del espíritu que nos invitan a seguir sin temor a
Jesucristo, en quien está depositada toda nuestra esperanza”.
Y aunque haya quien, “ante la oscuridad del tiempo presente”
se pregunte por el sentido de la historia, Mons. Reig Pla explica que la
respuesta la da San Pablo que asegura que “Cristo tiene que reinar hasta que
ponga a todos sus enemigos bajos sus pies”.
El Prelado también recordó que San Pablo habla también de la
necesidad de aniquilar a “los enemigos” y a “todo principado, fuerza y poder”,
algo que concretó en el “conflicto profundo entre la potencia de la
resurrección de Cristo y las variadas formas de la muerte”, es decir, “la
confrontación entre la “cultura de la vida” generada por la fe en la
resurrección del Señor y la “cultura de la muerte” generada por quien retiene
desesperadamente que la muerte sea el inevitable destino del hombre”.
Un conflicto que se desarrolla actualmente y de manera especial en
“el modo de entender a la misma persona humana” y por eso animó a tomar partido
en uno de los bandos en este combate.
“Nuestros
hermanos mártires derramaron inocentemente su sangre afirmando la soberanía de
Dios como camino para reconocer la dignidad de toda persona humana”,
destacó.
Y por eso animó a preguntarse “¿en qué bando de la batalla nos
situamos?” ya que “la solemnidad de Cristo Rey del universo nos invita a
sembrar el evangelio de la reconciliación y de la vida bajo la bandera de
Cristo, el rey de la paz”.
“Este lugar emblemático, confiado a la Hermandad de Nuestra Señora
de los Mártires de Paracuellos, ha de convertirse en un foco de luz y de
memoria permanente que nos ayude a seguir con fidelidad a Cristo”, afirmó.
También recordó que “al final de nuestra historia, queridos
hermanos, habrá justicia y nuestro destino se juega en el amor a Dios y a los
hermanos”.
“Nuestros mártires supieron escoger bien el bando en que luchar y,
como Cristo, murieron perdonando y rezando por sus adversarios. Con ello encendieron la antorcha de la fe y de
la esperanza para que no falte en España la luz de Cristo. Su muerte fue su
victoria. Ellos son como el grano de trigo que cae en
tierra y muere. Sin embargo, su sacrificio se convertirá en las espigas que
multiplican sus granos para que no nos falte el pan de la vida, el mismo que se
hará presente en este humilde altar en el que ofrecemos el sacrificio de
Cristo, al que confesamos como Rey de los mártires y Rey del universo”, subrayó
durante la homilía.
Además animó a reconocernos “todos hermanos y que, unidos en la
verdad y en el amor, contribuyamos a hacer presente su Reino”.
Cementerio de los Mártires de Paracuellos
Según destacan desde el Obispado de Alcalá de Henares, en la
Guerra Civil española, durante la batalla de Madrid de 1936, varios miles de
prisioneros fueron asesinados en el paraje del Arroyo de San José, en
Paracuellos de Jarama, Madrid (España).
Las matanzas se realizaron con ocasión de los traslados de presos,
conocidos como “sacas”, desde diversas cárceles de Madrid entre el 7 de
noviembre y el 4 de diciembre de 1936.
Muchas de aquellas víctimas fueron asesinadas únicamente como
consecuencia de su fe católica y en el contexto más amplio de la persecución
religiosa que venía dándose en España desde años atrás. Al finalizar la guerra
aquel paraje fue progresivamente dignificado construyéndose allí una pequeña
iglesia y dando lugar a lo que hoy conocemos como Cementerio de los Mártires de
Paracuellos.
El Cementerio está custodiado por la Hermandad de Ntra. Sra. de los
Mártires de Paracuellos, asociación de fieles católicos perteneciente a la
Diócesis de Alcalá de Henares.
Según consta en los archivos, son miles las víctimas inocentes,
centenares de ellas menores de edad, cuyos restos descansan en aquel
Camposanto. De entre dichas víctimas hay sacerdotes y seminaristas de, al
menos, ocho arzobispados y diócesis. Entre ellos de la Archidiócesis de Madrid,
Arzobispado Castrense, Archidiócesis de Toledo y las Diócesis de Getafe, Ciudad
Rodrigo, Jaén, Lugo y naturalmente Alcalá de Henares.
Allí también reposan los restos mortales de centenares de
religiosos pertenecientes, al menos, a 20 órdenes religiosas: Agustinos,
Capuchinos, Carmelitas, Carmelitas Descalzos, Claretianos, Dominicos,
Escolapios, Franciscanos, Hermanos de las Escuelas Cristianas, Hospitalarios de
San Juan de Dios, Jerónimos, Jesuitas, Marianistas, Maristas, Misioneros
Oblatos, Paules, Pasionistas, Redentoristas, Sagrados Corazones de Jesús y
María y Salesianos.
Religiosos beatificados
De entre estos religiosos ya han sido beatificados por el papa San
Juan Pablo II, el papa Benedicto XVI y ahora el papa Francisco, 143 mártires:
63 religiosos Agustinos, 22 Hospitalarios de San Juan de Dios, 13 Dominicos, 6
Salesianos, 15 Misioneros Oblatos, 3 Hermanos Maristas, 1 sacerdote de la Orden
de San Jerónimo, 1 Capuchino, 1 religioso de la Orden del Carmen, 9 Hermanos de
las Escuelas Cristianas (La Salle) y 9 miembros de la Familia Vicenciana.
Por otra parte el 26 de octubre de 2019 a las 17 horas, en la
Catedral-Magistral de Alcalá de Henares tuvo lugar la Sesión de Clausura de la
Fase Diocesana de la Causa de beatificación y canonización por declaración de
martirio de D. Eduardo Ardiaca Castell y 43 compañeros; los restos mortales de
19 de ellos descansan también en el Cementerio de los Mártires de Paracuellos:
7 religiosos Agustinos, 5 religiosos Maristas y 7 laicos.
De entre los miles de seglares católicos, cuyos restos mortales
descansan en ese mismo lugar, muchos pertenecían a asociaciones y movimientos
apostólicos como Acción Católica, la Adoración Nocturna Española o las
Congregaciones Vicencianas.
Todas estas circunstancias hacen del Cementerio de los Mártires de
Paracuellos un lugar sagrado, un verdadero ‘coliseo’ español, una verdadera
"‘catedral’ de los mártires", levantada con la sangre de multitud de
Testigos de la Fe, muchos de ellos elevados ya a la gloria de los altares.
Fuente: ACI Prensa