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Algo que
caracteriza este tiempo es el espíritu infantil, el volver a ese asombro propio de los niños al
descubrir una luz, al destapar un regalo, al compartir con los demás.
Y ese espíritu de niño encuentra ese asombro en todo momento y en toda
circunstancia.
Y lo comparte con
nosotros, diciendo que el pesebre “causa siempre asombro y admiración”. En el
pesebre, en ese pesebre que hacemos todos los años, en el que ponemos figuras
sencillas, el Papa encuentra motivos para asombrarse.
Con ese espíritu,
te invito a que contemples los siguientes hechos, para que vuelvas a descubrir
este asombro del “Hijo de Dios que se hace carne”, el “Emmanuel”: Dios con
nosotros.
1. LA NAVIDAD ES EL CORAZÓN DE LA
GRAN NOVEDAD CRISTIANA
Nadie hubiera
podido pensar lo que Dios sí pensó: que Dios se hiciera hombre y habitara entre
nosotros. Y si lo hubiera pensado, nadie hubiera pensado en que ese Dios se
encontraría envuelto en pañales, en un pesebre, y nacería de una Virgen.
Solo Dios podía
pensar así y obrar de esta manera.
El Creador del
mundo, el Eterno, Omnipotente, por quien fueron creadas todas las cosas, se hace uno como nosotros,
menos en el pecado, establece su morada entre nosotros.
2. EL VERBO SE HIZO CARNE
El Concilio
Vaticano II dice que el Hijo de Dios -piensa en esto, el Hijo de Dios, la
Segunda Persona de la Santísima Trinidad- trabajó con manos de hombre, pensó
con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre.
Considera
tu dignidad,
recupera el amor que Dios te ha tenido y la grandeza a la que eres llamado.
Dios, por medio
de Su Hijo, Jesucristo, que se hace uno como nosotros, menos en el pecado,
recorre nuestros caminos, entra
en nuestro tiempo. Y lo hace, no como lo haría un soberano, sino como un niño.
Con esta
expresión, “hacerse carne”, se significa que Dios toma a todo el hombre en su
integridad. Dios viene a tocar al hombre en su realidad concreta, y en
cualquier situación en que se encuentre.
Esto es
“Evangelio”, “Buena noticia”: Dios viene a tocar tu realidad, y, al tocarla,
viene a sanarla, redimirla.
San Irineo
expresa “el motivo por el cual el Verbo se hizo hombre, y el Hijo de Dios, Hijo
del Hombre: para que el
hombre, entrando en comunión con el Verbo y recibiendo de este modo la
filiación divina, llegara a ser hijo de Dios”
Hoy, cuando vemos
el transhumanismo, la transespecie, el cristianismo en Navidad tiene una Buena
Nueva que proclamar: Dios ama tanto al hombre que se hace carne.
En la situación
en que te encuentres, en la realidad que vivas: Dios te ama tanto que te comparte su vida
misma. No estás llamado a ser perro, reptil, o cualquier
otra cosa…estás llamado a ser hijo de Dios.
3. DONDE LOS EXTREMOS SE TOCAN
El gran autor
inglés G.K Chesterton afirmaba que “Belén es, definitivamente, un lugar donde
los extremos se tocan: la
omnipotencia y la indefensión, la divinidad y la infancia».
En Belén se
encuentra todo: lo divino del
Niño que nace, y la pobreza del
hombre al que viene a redimir; la
virginidad y la maternidad…grandes misterios que se encuentran
en esta noche buena.
Por ello,
Chesterton, también decía que la Navidad es el sonido simultáneo de muchas
notas: la humildad, la
alegría, la gratitud, el temor sobrenatural.
No es el sonido
de un solista. Dios no quiere cantar solo. Es el canto de un coro con múltiples
voces que retumban en esta noche.
4. LOS ÁNGELES COLABORAN PARA QUE
TE ASOMBRES
Belén une el
cielo y la tierra. El Hijo de Dios puede encarnarse, hacerse hombre, porque la
tierra es el planeta que reúne las condiciones para que exista vida.
De acuerdo a los
hombres de ciencia, todo se ha dado para que el universo sea hecho para el
hombre (es lo que se conoce como el principio antrópico). Todo se ha dado por una finalidad,
y es que pueda darse la vida inteligente en la tierra.
Esto supone un
trabajo y una precisión de
“relojero”, pues al variar, en una mínima proporción, cualquiera de las
condiciones requeridas para que haya vida inteligente, esta seria imposible.
Y al considerar
esta precisión, no se puede dejar de hablar de los ángeles, pues son ellos a
quienes Dios ha confiado la administración y manutención de la creación
material.
Es cierto que
Dios, con su poder infinito, no necesitaría del auxilio de estos seres
espirituales; sin embargo, en su sabiduría, ha querido dar un colorido
especial, una belleza llena de color, pues su poder se ejercita a través de una
jerarquía de ángeles; y así, en cuanto mayor es el número de intermediarios,
mayor se manifiesta todo el poder y la gloria de Dios.
Estas
criaturas tuvieron a su cuidado el mantener las condiciones en esta tierra y en
el universo, para que pudiera nacer el Hijo de Dios, y habitara entre nosotros.
San Agustin
afirma: “Cada una de las cosas
visibles de este mundo es confiada a un poder angélico«.
La Tradición
afirma que la segunda jerarquía de los ángeles, conformada por Dominaciones,
Potestades y Principados, es la encargada de la administración de todo el
universo creado.
Son estos coros
de ángeles los que tienen el gobierno del mundo, y ejercen la Providencia de
Dios sobre la creación material.
Ángeles en Belén
Asímismo, los
ángeles nos ayudan a entender este gran misterio. «Gloria a Dios en las alturas y paz en la
tierra a los hombres que él ama» (Lc 2, 14) es el canto de los
ángeles que entonan en el pesebre donde ha nacido el Niño.
Con este canto,
los ángeles nos llevan a ese asombro
agradecido por poder contemplar la gloria de Dios que se
manifiesta en este Niño que ha nacido, con el cual todos los dones mesiánicos
han llegado: el de la paz. Y esto, por el amor de Dios hacia los hombres.
Así que en esta
Navidad unámonos a nuestros ángeles, Permitamos que este Niño que nace siga
asombrando nuestro espíritu y corazón con su luz, paz y amor. Y así, juntos,
cielo y tierra, cantemos: ¡Gloria a Dios en las alturas!
Una feliz Navidad
para ti, apreciado lector, y un año lleno de la bondad y presencia de Dios.
Fernando Cárdenas Lee,
Foyer de Charite
Fuente:
Aleteia