Durante la Misa, celebrada en el
Altar de la Cátedra de la Basílica de San Pedro, se realizó el rito de la
“entronización de la Palabra” después de la lectura del Evangelio y entre los
lectores estuvo también una mujer invidente que leyó el texto en braille.
En esta línea, el Papa explicó
que, así como el núcleo del anuncio de Jesús es que “Dios está cerca”, debe
ser también “la constante de la vida y del anuncio cristiano” y añadió que
“antes de nada, se necesita creer y anunciar que Dios se ha acercado a
nosotros, que hemos sido agraciados, ‘misericordiados’. Antes de cualquier
palabra nuestra sobre Dios está su Palabra para nosotros, que continúa
diciéndonos: ‘No temas, estoy contigo. Estoy y estaré cerca de ti’”.
“La Palabra de Dios nos permite
constatar esta cercanía, porque -dice el Deuteronomio- no está lejos de
nosotros, sino que está cerca de nuestro corazón. Es antídoto
contra el miedo de quedarnos solos ante la vida. De hecho, el Señor a
través de su Palabra con-suela, es decir: está con quien
está solo. Hablándonos, nos recuerda que estamos en su corazón, somos
hermosos para sus ojos, estamos custodiados en las palmas de sus manos”,
advirtió el Papa.
Asimismo, el Santo Padre recordó
que la Palabra de Dios “es una Palabra de consolación, pero también de conversión”
ya que con su cercanía “terminó el tiempo en el que se toman las distancias
de Dios y de los otros, terminó el tiempo en el que cada uno piensa sólo en
sí mismo y sigue adelante por su cuenta” y agregó “esto no es cristiano,
porque quien experimenta la cercanía de Dios no puede distanciarse del
prójimo, no puede alejarlo con indiferencia”.
En este sentido, el Papa subrayó
que “quien es asiduo a la Palabra de Dios recibe saludables cambios
existenciales: descubre que la vida no es el tiempo para esconderse de los
otros y protegerse a sí mismo, sino la ocasión para ir al encuentro de
los demás en el nombre del Dios cercano”.
Además, el Santo Padre destacó
que la Palabra de Dios tiene una “fuerza universal” que “alcanza a todos y a
cada ámbito de la vida” por lo que “todos pueden recibir” la Palabra de Dios
“y encontrarlo personalmente” y destacó que “Jesús hablaba de Dios en el
corazón de la sociedad, a todos, allí donde estuvieran. Y no hablaba en los
horarios y tiempos establecidos. Hablaba mientras caminaba por la orilla del
lago a los pescadores que echaban las redes. Se dirigía a las personas en los
lugares y tiempos más ordinarios”.
“Así hace el Señor con
nosotros, nos busca donde estamos, nos ama como somos y con paciencia
acompaña nuestros pasos. Como a aquellos pescadores, nos espera en la orilla
de la vida. Con su Palabra quiere hacernos cambiar de rumbo, para que dejemos
de ir tirando y vayamos mar adentro en pos de Él”, añadió el Papa.
De este modo, el Santo Padre
invitó “no renunciemos a la Palabra de Dios. Es la carta de amor escrita para
nosotros por Aquel que nos conoce como nadie más. Leyéndola, sentimos
nuevamente su voz, vislumbramos su rostro, recibimos su Espíritu. La
Palabra nos acerca a Dios; no la tengamos lejos”.
Por último, el Papa pidió
nuevamente “llevémosla siempre con nosotros, en el bolsillo, en el teléfono;
démosle un sitio digno en nuestras casas. Pongamos el Evangelio en un lugar
donde nos recordemos abrirlo cada día, si es posible al inicio y al final de
la jornada, de modo que entre tantas palabras que llegan a nuestros oídos
llegue al corazón algún versículo de la Palabra de Dios”.
“Para poder hacer esto, pidamos
al Señor la fuerza de apagar la televisión y abrir la Biblia; de
desconectar el móvil y abrir el Evangelio. En este Año litúrgico leemos el
Evangelio de Marcos, el más sencillo y breve. ¿Por qué no leerlo incluso a
solas, aunque sea un pequeño pasaje cada día? Nos hará sentir la cercanía
del Señor y nos infundirá valor en el camino de la vida”, concluyó el Papa en
su homilía.
Al finalizar la Misa, Mons. Rino
Fisichella en representación del Santo Padre entregó la Biblia a diferentes
personas, entre ellas, un deportista con su familia, una estudiante del
Istituto Bíblico, a dos catequistas, a dos jóvenes que recibieron la
Confirmación recientemente, a un seminarista de Sudan del Sur que se prepara
para el ministerio del lectorado, a un médico especialista en enfermedades
infecciosas y a una persona ciega, quien recibió el Evangelio de Marcos en
braille.
Por Mercedes
de la Torre
Fuente: ACI Prensa






