El Papa Francisco ha reflexionado desde la Biblioteca Apostólica sobre el Evangelio del día según san Juan, invitándonos a sembrar semillas de amor “no con palabras que se lleva el viento, sino con ejemplos concretos, sencillos y valientes”
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HANDOUT / VATICAN MEDIA / AFP |
El Apóstol Juan hoy relata un episodio que ocurrió en los últimos días
de vida de Cristo, poco antes de su Pasión: Mientras Jesús estaba en Jerusalén
para la fiesta de pascua, algunos griegos, llenos de curiosidad por lo que
estaba haciendo, expresaron su deseo de verlo. Se acercaron al apóstol Felipe y
le dijeron: «Queremos ver a Jesús». Felipe se lo dice a Andrés y luego juntos
van a decírselo al Maestro. El Papa Francisco, ha asegurado este mediodía antes
de rezar la oración mariana del Ángelus, que en la petición de aquellos griegos
“se puede ver la súplica que muchos hombres y mujeres, en todo lugar y tiempo,
dirigen a la Iglesia y también a cada uno de nosotros: ‘Queremos ver a Jesús’”.
Inmediatamente,
el Santo padre ha preguntado: ¿Cómo responde Jesús a esta petición? y ha
contestado: “de un modo que lleva a reflexionar. Dice así: «Ha llegado la hora
de que sea glorificado el Hijo del hombre […] Si el grano de trigo no cae en
tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto»”. Francisco
señala que estas palabras “no parecen responder a la petición que habían hecho
aquellos griegos” pues en realidad “van más allá”. De hecho, el Papa subraya
que “Jesús revela que Él, para todo hombre que quiera buscarlo, es la semilla
escondida dispuesta a morir para dar mucho fruto” como diciendo: “si queréis
conocerme y comprenderme, mirad el grano de trigo que muere en la tierra, mirad
la cruz”.
El crucifijo como “árbol de la vida”
Francisco
también se ha parado a reflexionar sobre el signo de la cruz, recordando que a
lo largo de los siglos “se ha convertido en el emblema por excelencia de los
cristianos”. De hecho – dice – “quien también hoy quiere “ver a Jesús”, tal vez
proveniente de países y culturas donde el cristianismo es poco conocido, ¿qué
ve en primer lugar? ¿Cuál es el signo más común que encuentra? El crucifijo”.
El Papa explica que el crucifijo lo encontramos en las iglesias, en los hogares
de los cristianos, incluso en el propio cuerpo, pero lo más importante es “que
el signo sea coherente con el Evangelio: la cruz no puede sino expresar amor,
servicio, entrega sin reservas: sólo así es verdaderamente el “árbol de la
vida”, de la vida sobreabundante”.
La
responsabilidad de los cristianos
“Mucha gente, a
menudo sin decirlo implícitamente, quisiera “ver a Jesús”, encontrarlo,
conocerlo” continúa el Papa, y es por ello que es importante comprender la gran
responsabilidad de los cristianos y de nuestras comunidades: “Nosotros también
debemos responder con el testimonio de una vida que se entrega en el servicio.
De una vida que tome el estilo de Dios, cercanía, compasión, que se dona en el
servicio». Se trata – subraya – «de sembrar semillas de amor no con palabras
que se lleva el viento, sino con ejemplos concretos, sencillos y valientes»,
«no con condenas de odio sino con gestos de amor». Francisco asegura que
es entonces que el Señor, con su gracia, «nos hace fructificar, incluso cuando
el terreno es árido por incomprensiones, dificultades, persecuciones,
pretensiones de legalismos o moralismos».
Por último,
recuerda que es precisamente en la prueba y en la soledad, mientras muere la
semilla “que brota la vida para dar fruto maduro en su momento” y es en esta
trama de muerte y de vida “que podemos experimentar la alegría y la verdadera
fecundidad del amor” y repite una vez más: «que se da según el estilo de Dios:
cercanía, compasión y ternura».
Fuente: Aleteia