Cuando faltan pocos días para iniciar la Semana Santa, algunas personas pueden tener dudas de cómo acercarse mejor al sacramento de la Reconciliación.
Mons. Munilla dijo que lo primero
que hay que hacer es perder el miedo y pedirle ayuda al sacerdote, contándole
por ejemplo, que no se ha confesado en 30 o 40 años o quizás nunca en la vida.
“No tengamos miedo a la incapacidad, el Señor está deseando darnos una
acogida”, dijo.
Explicó que “la Confesión antes
de ser una iniciativa es una invitación del Señor que te llama. Si tú tienes
una duda, una lucha interior para confesarte, que sepas que estás siendo
llamado. Esa lucha es una llamada. Si escuchas la voz del Señor, no endurezcas
tu corazón, ve, acércate y recibe el abrazo de un Padre misericordioso que te
dirá: ‘Te estaba esperando’”.
El Prelado dijo, que durante esta iniciativa a la que muchas personas suelen asistir, “he podido tener experiencias concretas de redescubrir el tesoro del Sacramento de la Misericordia”.
En la Confesión, un sacerdote
“experimenta el poder de Dios y goza de ver los milagros de Dios en las almas”,
dijo Mons. Munilla. Relató que algunas veces ha dicho en oración: “Señor te doy
gracias por el sacerdocio solo por este momento”, en el que “estoy asistiendo
al nacimiento de una nueva vida. Solo por este momento, hubiese merecido la
pena mi vida”.
“La confesión es Resurrección”,
afirmó y explicó que “recibir el perdón de Dios es equiparable a resucitar,
porque el pecado mortal ha matado la vida de gracia en nosotros” y es Cristo,
quien a través del sacerdote, como a Lázaro, nos trae de nuevo a la vida.
Aquí los 5 pasos para una buena
confesión:
1. Examen de conciencia
En 2018, Mons. Munilla recordó
que el examen de conciencia “no es una mera introspección sobre la realización
personal para una satisfacción psicológica o interior, [...] pues sería
olvidarnos que detrás del Sacramento hay una llamada de Dios de vivir conforme
a su voluntad”.
Al contrario, el Prelado animó a
“pedir luz al Espíritu Santo, para vernos con los ojos de Dios”. “Prepararse
para la Confesión no tiene que ser distinto de hacer un rato de oración,
poniéndose en presencia de Dios y eso es hacer oración”, aseguró también en un video de
marzo de 2016.
El Prelado suele indicar que si
bien es útil y es tradición repasar los mandamientos de la ley de Dios para ver
en qué se ha pecado, alentó a valerse también de otras enseñanzas de la Santa
Madre Iglesia como es el repaso de las bienaventuranzas, de los pecados
capitales, las virtudes teologales y morales o los pasajes bíblicos.
2. Dolor de corazón
En 2016, Mons. Munilla dijo que
“el segundo consejo es que la confesión vaya precedida por una acto de amor de
Dios, que es el acto de contrición. El amor y el dolor son la cara y cruz de
una misma moneda, una gran alegría porque Dios me perdona y una gran pena
porque no he sabido amarle como se merecía”.
En su siguiente video, el Prelado
destacó que el acto de contrición es “el acto esencial del Sacramento de la
Confesión”. Explicó que para que el dolor de los pecados sea perfecto, debe
haber una “atrición”; es decir, el dolor por las consecuencias que pueden
derivarse de nuestros pecados, seguida de la “contrición”; que es el dolor de
haber ofendido a quien sé que me ama.
Mons. Munilla dijo que hay que
tener cuidado, porque a veces el dolor que nos mueve “no es santo”; es decir,
no es el dolor de haber ofendido al Dios que nos ama, sino que es “el dolor de
haber fallado o de la vergüenza” personal, casi como “una decepción de amor
propio con uno mismo”.
No obstante, recordó que a veces
la contrición surge durante el encuentro del penitente con el Confesor, y que
es fundamental que este dolor vaya unido al “deseo de confesar nuestros
pecados”.
3. Propósito de enmienda
El Prelado afirmó que del dolor
de los pecados se deriva el propósito de enmienda, un “ejercicio de
discernimiento” para ver qué pasos tomar “para que mi arrepentimiento sea
proactivo y sincero”.
Por ello, advirtió que “con el
demonio no se dialoga, porque siempre se sale perdiendo”. “A la tentación hay
que vencerla respondiéndole desde el primer segundo, que no crezca, que no se
haga más fuerte”, afirmó.
Mons. Munilla explicó que los
católicos “estamos llamados a tomar decisiones para ordenar nuestra vida para
que estratégicamente no seamos tan fácilmente tentados”.
Una expresión popular que expresa
la actitud que hay que tener para enfrentar las tentaciones es “cortar por lo
sano”, dijo. Entonces, por ejemplo, se puede “cortar con ciertas amistades con
las que no tengo la personalidad suficiente para hacer frente a las
tentaciones” en determinados ambientes, dijo.
Además, el propósito de enmienda
es “un juicio de prudencia para ver cómo situarnos ante la tentación”, señaló.
Entonces, para tener éxito en esta lucha espiritual se puede “evaluar mis
horarios, mi hora de acostarme”, etc., agregó.
4. Confesar los pecados al
sacerdote
El Obispo de San Sebastián
recordó la importancia de confesarse ante un sacerdote, porque durante el
Sacramento éste actúa ‘in persona Christi’, “pero también representa a la
Iglesia y a mis hermanos a los que has ofendido y que también te perdonan”.
El Prelado advirtió que es una
tentación el pensar que uno puede confesar sus pecados directamente a Dios, en
la que “el maligno pretende poner en cuestión la mediación sacramental de la
Iglesia”.
Recordó que los pecados deben ser
manifestados y que Cristo le ha dado al sacerdote el deber de discernir si
existe un arrepentimiento suficiente en la persona o si este no existe y esto
está presente en el Evangelio. Además, explicó que el secreto de confesión
tiene sentido porque el sacerdote actúa en nombre de Jesucristo.
El Prelado también subrayó que
“la aplicación comunitaria de la absolución nos ha hecho un mal tremendo” ya
que se trataba de algo para casos extremos y cuyo uso se generalizó.
5. Cumplir la penitencia
Mons. Munilla recordó a San
Francisco Javier y otros santos y destacó la importancia de hacer un esfuerzo
para que las penitencias sean lo más personalizadas y pedagógicas y “sirvan
para que el pecador sea consciente del proceso de santificación que debe llevar
su vida”.
También animó a vivir la penitencia
“desde su sentido medicinal, de curación”, de modo que “sea un encuentro
transformador, de gracia que nos hace hombres nuevos”; y recordó que “para un
sacerdote este sacramento es exigente, pero comparte con el corazón de Cristo
una alegría inmensa cuando es testigo de un nuevo nacimiento”.
El Prelado recordó que la Iglesia
permite que el penitente pueda sugerirle al sacerdote alguna penitencia para
que el confesor se la imponga para sanarse. Esto “puede ayudar al sacerdote en
la elección de la penitencia adecuada”, pues “cada uno es conocedor de sus
circunstancias”, dijo.
Mons. Munilla dijo que además de
que nuestra culpa sea perdonada por Dios, “es muy importante la purificación de
la mancha” que ha dejado en nosotros el pecado. Para ello, existen las
indulgencias plenarias o la necesidad del Purgatorio, explicó.
Fuente: ACI Prensa






