Conoce los factores que pueden hacer peligrar la relación amorosa de la pareja
![]() |
fizkes | Shutterstock |
Los
que trabajamos con matrimonios que acuden a pedir ayuda para superar sus
dificultades, somos testigos de cómo muchas veces esas
dificultades vienen provocadas por cómo somos las personas y cómo nos
relacionamos con nosotros mismos y con los demás,
principalmente con nuestra pareja o familiares directos.
Crisis personales
Ya lo
dice el Papa Francisco en su exhortación apostólica Amoris Laetitia:
(AL 236…. A estas se
suman las crisis personales que inciden en la pareja, relacionadas con
dificultades económicas, laborales, afectivas, sociales, espirituales. Y se
agregan circunstancias inesperadas que pueden alterar la vida familiar, y que
exigen un camino de perdón y reconciliación.
Al mismo
tiempo que intenta dar el paso del perdón, cada uno tiene que preguntarse con
serena humildad si no ha creado las condiciones para exponer al otro a cometer
ciertos errores. Algunas familias sucumben cuando los cónyuges se culpan
mutuamente, pero «la experiencia muestra que, con una ayuda adecuada y con la
acción de reconciliación de la gracia, un gran porcentaje de crisis
matrimoniales se superan de manera satisfactoria. Saber perdonar y sentirse
perdonados es una experiencia fundamental en la vida familiar»[254].
«El difícil arte de la reconciliación, que requiere del sostén de
la gracia, necesita la generosa colaboración de familiares y amigos, y a veces
incluso de ayuda externa y profesional»[255].
Si tuviéramos que enumerar cada una de esas causas llegaríamos a
tantas como personas habitan la tierra, pues cada persona es un mundo. Y si a
eso añadimos la unión de dos personas, cada matrimonio es un mundo por dos.
Así que voy a intentar enumerar de manera resumida cuáles son
las causas o crisis internas que habitualmente vemos en el Instituto Coincidir, cuando
trabajamos con parejas o matrimonios en situación de dificultad y que
pueden influir a la hora de disfrutar de una relación sana.
En
primer lugar, la falta de autoconocimiento como motivo que
afecta directamente no sólo a la relación que uno tiene consigo mismo, sino a cómo se
relaciona con los demás.
Si yo me conozco bien y soy consciente de mis virtudes y mis
defectos lograré aceptarme y quererme como soy. De esta manera, podré conocer
mejor a la persona que tengo a mi lado y aceptarlo como es. Nadie es más
que nadie en una relación.
Así, tendrán una clara influencia los cambios de
humor, que pueden provocar una nula comunicación o una
comunicación inhibida, o cómo dependiendo de ese autoconcepto que
tengamos de nosotros mismos nos manifestemos de una manera en nuestras casas y
de otra con respecto a los demás.
También influirá a la hora de relacionarnos con los nuestros, los celos,
reflejo de una inseguridad, la pérdida del atractivo físico por
el paso del tiempo, etc…
Una
relación mal vivida con nuestros padres en la niñez o en la adolescencia puede
hacer que el proceso de maduración haya sido nulo, incompleto o tardío y
desemboque en un egocentrismo, que puede ser causa de muchas
dificultades en la pareja a la hora de comunicarse y de tomar decisiones.
Generalmente este tipo de personas tienen un estilo
comunicativo inmaduro (agresivo o inhibido), generando en
ocasiones conflictos en la pareja, unas veces a través de discusiones de
difícil acuerdo y otras, desembocando en una nula relación provocada por un
distanciamiento en la relación.
El perfeccionismo que pretende que todo se haga de
la manera que yo lo hago porque es la buena, es la única. De esta forma, sólo
conseguiremos alejar a la otra persona de nosotros y de lo que hacemos, ya que
no se motiva la intervención, porque nunca se va a alcanzar el grado de
perfección que nosotros anhelamos y exigimos a los demás.
La pérdida de
confianza, que puede venir provocada por situaciones con
las que no contábamos y donde el engaño, la ocultación o el silencio de la
persona que amamos hace que se disparen todas las alarmas. Eso unido a un autoconcepto bajo de
mi persona o no creer en lo que tenemos entre manos, puede provocar que no
confiemos en la persona que vive a nuestro lado.
El no saber
poner límites, no decir No ante diferentes situaciones u
obligaciones mal entendidas. No sólo en lo que tenga que ver con factores
externos a la pareja, sino con nosotros mismos, generando una situación de
desgaste a nivel personal que acaba repercutiendo en nuestra relación de pareja
y por supuesto en nuestra relación familiar.
Una base esperanzadora: todos estamos hechos para el amor
En
definitiva, son heridas no sanadas, cuando por alguna circunstancia no hemos
recibido el amor que necesitábamos o no hemos dado el amor que podíamos.
El Papa
Francisco nos lo recuerda en Amoris Laetitia AL 240.
“…… Cada uno
tiene que ser muy sincero consigo mismo para reconocer que su modo de vivir el
amor tiene estas inmadureces. Por más que parezca evidente que toda la culpa es
del otro, nunca es posible superar una crisis esperando que sólo cambie el
otro. También hay que preguntarse por las cosas que uno mismo podría madurar o
sanar para favorecer la superación del conflicto”.
Este tipo de circunstancias nos descubren que la persona
está hecha para el amor y de que necesitamos ese amor para
crecer. Por ello, el acompañar a las personas a superar esas crisis internas,
ayudando a cambiar la mirada:
Primero hacia ellos mismos, hacia su interior, para que vean a esa
persona creada para ser lo que está llamada a ser en plenitud.
Y más adelante, acompañando para enseñar a mirar y ver más allá de
lo que a simple vista tenemos delante, nos descubrirá no sólo lo que hay en
nuestro corazón, sino en el corazón del otro, de nuestro esposo o de nuestra
esposa.
Sólo así sabremos perdonar, primero
perdonándonos a nosotros mismos, y después a nuestro acompañante de viaje y
sólo así, fortaleceremos ese Nosotros que conforma el matrimonio.
Mercedes
Honrubia García de la Noceda
Fuente: Aleteia