Esta madre vio la mano de Dios en cada evento de su vida. Trató de hacer su voluntad, confiando siempre en él y enseñando a sus hijos a comportarse igual
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Amparo Portilla Crespo (izquierda) con algunos de sus 11 hijos. Crédito: www.amparoportilla.org |
Amparo o María de los
Desamparados nació el 26 de mayo de 1925 en Valencia (España). Durante la
Guerra Civil española se vio obligada a dejar de estudiar en un internado y a
los 12 años tuvo que afrontar la pérdida de su padre, encarcelado y asesinado
en 1937.
Una vez superada la guerra, pudo
retomar los estudios de maestría y comenzar su actividad como catequista. Se
mudó a Madrid y se casó en 1950 con Federico Romero, con quien tuvo 11 hijos.
Durante este período se incorporó a la Obra Apostólica Familiar,
convirtiéndose, junto con su esposo, en líder nacional.
Esta madre vio la mano de Dios en
cada evento de su vida. Trató de hacer su voluntad, confiando siempre en él y
enseñando a sus hijos a comportarse igual.
En la oración sencilla, constante
y filial encontró la fuerza para apreciar la vida cotidiana, amar a su esposo e
hijos sin descuidar la atención a los demás. En la oración buscó apoyo para
abrazar los momentos de la cruz, especialmente ante la adversidad y la
enfermedad.
Cuando podía, incluso en
vacaciones y ya enferma, iba a Misa todos los días y animaba a sus hijos a
hacer lo mismo.
Junto a su dedicación a su
familia, también encontró tiempo para hacer el bien a los pobres, los enfermos,
los ancianos y los necesitados.
Tenía una devoción especial a la
Virgen de los Desamparados: además del rezo diario del Rosario en familia,
gustaba de visitar santuarios marianos, participar en romerías y celebrar
novenas.
Cuando en 1994 le diagnosticaron
el cáncer al pulmón, comenzó a dirigirse a la Madre de Dios bajo la advocación
de la Madre de la Misericordia.
Aceptó serenamente la enfermedad
y ofreció su dolor a Dios por sus hijos. A quienes la visitaban los invitaba
con una sonrisa a confiar siempre en el Señor.
Para combatir el cáncer le
extirparon el pulmón derecho. 10 días después se produjo una fístula
broncopleural y tuvo que ser operada otra vez, con lo que debió vivir con el
costado derecho abierto. Durante 556 días tuvo que recibir curas allí hasta su
fallecimiento el 10 de mayo de 1996.
Su mayor deseo era ver algún día a toda su familia reunida en el cielo.
Por Walter Sánchez Silva
Fuente: ACI Prensa