En la audiencia general de este miércoles 31 de marzo el Papa Francisco describió en qué consiste el Triduo Pascual, días centrales del Año litúrgico, en que la Iglesia celebra el misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor
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El Papa Francisco en la Audiencia General Foto: Vatican Media |
La tarde del Jueves Santo “es la
tarde en la que Cristo dejó a sus discípulos el testamento de su amor en la
Eucaristía, no como recuerdo, sino como memorial, como su presencia perenne”,
señaló el Papa quien añadió que “cada vez que se celebra la Eucaristía, se hace
de nuevo, se renueva este misterio de la redención”.
“Este misterio lo vivimos cada
vez que celebramos la Eucaristía, cuando nosotros vamos a Misa no vamos solo a
rezar, vamos a renovar, a hacer de nuevo este misterio pascual, esto es
importante no olvidarlo. Es como si nosotros fuéramos al calvario, lo mismo,
para renovar, para hacer de nuevo el misterio pascual”, indicó el Papa.
El Viernes Santo “es día de
penitencia, de ayuno y de oración” en los que “a través de los textos de la
Sagrada Escritura y las oraciones litúrgicas, estaremos como reunidos en el
Calvario para conmemorar la Pasión y la Muerte redentora de Jesucristo”,
explicó el Papa quien añadió que “adorando la Cruz, reviviremos el camino del
Cordero inocente inmolado por nuestra salvación”.
“En la hora del supremo
Sacrificio en la cruz, lleva a cumplimiento la obra encomendada por el Padre:
entra en el abismo del sufrimiento, entra en el sufrimiento, entra en estas
calamidades de este mundo para redimirlo, transformarlo y para liberar a cada uno
de nosotros del poder de las tinieblas, de la soberbia, de la resistencia a ser
amados, a ser amados por Dios”, afirmó.
En esta línea, recordó las
palabras de San Pedro “por sus llamas hemos sigo sanados” para subrayar que
“solo el amor de Dios puede hacer esto” y añadir que “gracias a Él, abandonado
en la cruz, nunca nadie está solo en la oscuridad de la muerte, nunca, Él
siempre está al lado, solamente es necesario abrir el corazón y dejarse mirar
por Él”.
El Sábado Santo remarcó el Papa
“es llamado el día del silencio, un grande silencio en toda la tierra, un
silencio vivido en el llanto y en el desconcierto de los primeros discípulos,
conmocionados por la muerte ignominiosa de Jesús” porque “mientras el Verbo
calla, mientras la Vida está en el sepulcro, aquellos que habían esperado en
Él son sometidos a dura prueba, se sienten huérfanos, quizá también
huérfanos de Dios”.
“Este sábado es también el día
de María: también ella lo vive en llanto, pero su corazón está lleno de fe,
lleno de esperanza, lleno de amor. La Madre había seguido al Hijo a lo largo
de la vía dolorosa y se había quedado a los pies de la cruz, con el alma
traspasada. Pero cuando todo parece haber terminado, ella vela, vela a la
espera manteniendo la esperanza en la promesa de Dios que resucita a los
muertos. Así, en la hora más oscura del mundo, se ha convertido en Madre de
los creyentes, Madre de la Iglesia y signo de la esperanza. Su testimonio y su
intercesión nos sostienen cuando el peso de la cruz se vuelve demasiado pesado
para nosotros”, advirtió.
Luego, el Santo Padre recordó que
en la noche de ese sábado con los ritos de la Vigilia Pascual “las tinieblas
del Sábado Santo irrumpirán la alegría y la luz” y será “el canto festivo
del Aleluya”. Se trata del “encuentro en la fe con Cristo resucitado y la
alegría pascual se prolongará durante los cincuenta días que seguirán,
hasta la venida del Espíritu Santo”.
“¡Aquel que había sido
crucificado ha resucitado! Todas las preguntas y las incertidumbres, las
vacilaciones y los miedos son disipados por esta revelación. El Resucitado nos
da la certeza de que el bien triunfa siempre sobre el mal, que la vida vence
siempre a la muerte y nuestro final no es bajar cada vez más abajo, de
tristeza en tristeza, sino subir a lo alto. El Resucitado es la confirmación
de que Jesús tiene razón en todo: en el prometernos la vida más allá de la
muerte y el perdón más allá de los pecados”, señaló el Papa.
Por último, el Santo Padre
subrayó que este año también viviremos las celebraciones pascuales “en el
contexto de la pandemia” y añadió que las “muchas situaciones de sufrimiento,
especialmente cuando quienes las sufren son personas, familias y poblaciones ya
probadas por la pobreza, calamidades y conflictos, la Cruz de Cristo es como un
faro que indica el puerto a las naves todavía en el mar tempestuoso”.
“La Cruz de Cristo es el signo de
la esperanza que no decepciona; y nos dice que ni siquiera una lagrima, ni
siquiera un lamento se pierden en el diseño de salvación de Dios. Pidamos al
Señor que nos de la gracia de servir, de reconocer este Señor y no dejarnos
pagar para olvidarlo”, concluyó el Papa.
Por Mercedes
de la Torre
Fuente: ACI Prensa