El Papa Francisco advirtió de las graves consecuencias del “invierno demográfico” que padece Italia y aseguró que con una media de edad de 47 años no puede haber futuro
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El Papa bendice a una madre durante la audiencia. Foto: Vatican Media |
Además,
avisó que un país con un contexto de crisis demográfica como el italiano no
puede permitirse el lujo de tener una alta tasa de jóvenes desempleados y sin
perspectivas de encontrar trabajo.
El Santo Padre hizo esta valoración este sábado 5 de
junio durante la audiencia que concedió en el Palacio Apostólico del Vaticano a
los jóvenes miembros del Proyecto Policoro, de la Conferencia Episcopal
Italiana, con motivo del 25 aniversario de su fundación.
Como se lee en su sitio
web, el Proyecto Policoro es un proyecto orgánico de la Iglesia en
Italaia que trata de dar una respuesta concreta al problema del desempleo en
Italia. Su sede se encuentra en la ciudad de Policoro, en la provincia de
Matera, sur de Italia. Un lugar donde se desarrolló el primer encuentro el 14
de diciembre de 1995.
Según
afirmó el Papa, “el Proyecto Policoro ha sido y es un signo de esperanza, sobre
todo para muchos territorios del sur de Italia donde falta trabajo y se explota
a los trabajadores”.
Este importante aniversario, subrayó Francisco, “se
produce en un período de fuerte crisis socio-económica por culpa de la
pandemia” de coronavirus.
El Pontífice en su discurso reflexionó sobre “cuatro
verbos que pueden servir para vuestro camino y para que sea concreto”: animar,
habitar, apasionarse y acompañar.
El primer verbo es animar, “es decir, dar
ánimo”. Explicó el Obispo de Roma que “nunca antes como en este tiempo habíamos
sentido la necesidad de tener jóvenes que sepan, a la luz del Evangelio, dar
alma a la economía porque somos conscientes de que a los problemas sociales se
les responde con redes comunitarias”.
En ese sentido, invitó a los jóvenes a “ser
constructores de relaciones, tejedores de una humanidad sinodal, en el momento
en que la economía se evaporiza en las finanzas”.
El Papa explicó que el problema del desempleo “es un
problema de dignidad. La dignidad de las personas no procede del dinero, no
procede de las cosas que se saben, viene del trabajo. El trabajo es una unción
de dignidad. Quien no trabaja no es digno. Así de simple”.
Por lo tanto, “ocuparse del trabajo es promover la
dignidad de la persona. De hecho, el trabajo no nace de la nada, sino del
ingenio y de la creatividad del hombre: es una imitación de Dios creador”.
El segundo verbo es habitar. “Os pido que
mostréis que es posible habitar el mundo sin explotarlo”, dijo el Papa a los
jóvenes.
“Habitar la tierra no quiere decir poseerla en primer
lugar, no, sino saber vivir en plenitud las relaciones: relaciones con Dios,
relaciones con los hermanos, relaciones con la creación y con nosotros mismos.
Os exhorto a amar los territorios en los que Dios nos ha puesto, evitando la
tentación de escapar”.
Recordó que “Dios no nos abandona nunca y no podemos
convertirnos en signo de su misericordia si no sabemos inclinarnos ante las
pobrezas de nuestro tiempo: ante los jóvenes que no encuentran trabajo, ante
aquellos que sufren depresión, ante aquellos que están desmotivados, ante
aquellos que están cansados de la vida, ante aquellos que han dejado de soñar
un mundo nuevo”.
El Papa Francisco lamentó que el desempleo en Italia
“hace que muchos jóvenes busquen una alienación”.
“Alienarse, salir fuera de la vida en un momento en el
cual no nos encontramos precisamente en un verano demográfico italiano.
¡Estamos en el invierno! Faltan jóvenes y por eso los jóvenes no pueden darse
el lujo de no acceder al trabajo. La media de edad en Italia es de 47 años.
Sois viejos. No hay futuro”.
Ante este preocupante contexto democrático el Papa
recordó algunas justificaciones que se suelen escuchar de por qué no se tienen
hijos: “Pero, ‘¿cómo voy a tener hijos si no tengo trabajo?’. ‘Yo, mujer, ¿cómo
puedo tener hijos si en cuanto el jefe de la oficina vea mi embarazo me despide
hasta el punto de que el vientre se convierte en una vergüenza?’”.
Sin embargo, el Santo Padre señaló que el argumento
debe ser “todo lo contrario. Debéis actuar de esta manera: que los jóvenes
comiencen a soñar, a actuar como padres, a tener hijos. Es para esto para lo
que tenemos trabajo. El trabajo es una garantía de este futuro”.
El tercer verbo es apasionarse. Explicó
que “hay un estilo que marca la diferencia: la pasión por Jesucristo y por su
Evangelio. Y esto se ve en ese ‘todavía más’ que ponéis para acompañar a otros
jóvenes a tomar sus vidas, a apasionarse por su futuro, a formarse en
competencias adecuadas para el trabajo”.
El Papa invitó a preguntarse: “¿De qué me apasiono?
Antes que nada: ¿Estoy apasionado? Y luego: ¿De qué me apasiona? ¿Qué es lo que
domina mi corazón? ¿Esta vida la vivo con amplitud de miras, y no está
prisionera de las pequeñas cosas? ¿Por qué cosa me entrego?”.
Argumentó que “no hemos sido creados para hacer
carrera, sino para crecer en comunión con el Creador y con las criaturas. Para
hacer crecer. Y aquí hay que subrayar que uno se apasiona cuando cuida su
propia interioridad, cuando no se descuida la espiritualidad, cuando se
estudia, cuando se conoce en profundidad la doctrina social de la Iglesia y
cuando se esfuerza en traducirla a las situaciones concretas”.
Además, insistió en no tener miedo “de ofreceros
gratuitamente para revivir la vida de quien está descartado. Id a las
periferias a encontrar a los descartados. Lo contrario de la pasión, ¿qué es?
¿La pereza? La mediocridad o la superficialidad que induce a pensar que se sabe
todo desde el principio y que no hace falta buscar soluciones a los problemas
poniéndose en juego en primera persona”.
Por último, el cuarto verbo es acompañar.
“El Proyecto Policoro es una red de relaciones humanas y eclesiales: muchas
personas se comprometen a acompañaros, vuestras diócesis os miran con esperanza
y cada uno de vosotros es capaz de hacerse compañero de camino con los más
jóvenes que encuentra en el camino. Vuestra presencia en los territorios se
convierte de esa manera en signo de una Iglesia que sabe tomar de la mano”.
Por Miguel Pérez Pichel
Fuente: ACI Prensa