Para cuidar el amor en el matrimonio hay una regla de oro que se compone de tres elementos
| Shutterstock | Shopping King Louie |
Se
acerca San Valentín y la imagen de corazones rojos nos viene a la cabeza.
Muchas personas experimentan un pellizco de ilusión que recorre su
interior. Han vivido lo que es estar enamorado y cuando piensan en ese momento
una sonrisa ilumina su cara.
Esa sonrisa puede verse difuminada rápidamente por el devenir de
la vida, las prisas, el estrés que nos producen las obligaciones laborales y
familiares, la casa, los hijos, nuestro espos@. Pero mirando el calendario no
dejamos de resistirnos a pensar que hay un día para los enamorados, 14 de febrero, San Valentín.
¿Recuerdas cuando te enamoraste de tu
esposa o esposo? ¿ Qué es lo que te atraía de él (o ella)?
Quizás,
a estas alturas esa fase de enamoramiento se pasó. Tal vez, esas ganas de estar
juntos se han convertido en un pasar de puntillas por delante del otro para
evitar conversar y que podamos discutir. Quizás, el paso de los años de
convivencia y un no saber entender a la otra persona en su necesidad, haya
hecho que nos sintamos heridos y que en esa realidad, no tengamos ilusión por
compartir nada con la otra persona, nos hemos convertido en compañeros de piso.
Cada uno tendrá sus circunstancias, variadas y completamente legítimas.
Dos preguntas
Por eso, el saber que estamos juntos a pesar de las dificultades,
que seguimos siendo fieles a ese compromiso adquirido con un sí quiero hace ya
algún tiempo, nos puede hacer reflexionar sobre el verdadero
sentido de ese amor y recuperar la esencia de lo que en su
día nos unió.
- ¿Estarías dispuesto
a cuidar tu amor?
- ¿Cómo
lo podemos poner en práctica si ya llevamos varios años casados?
Esa chispa ya no existe, ahora no somos tan jóvenes…
Para
cuidar ese amor hay una regla de oro.
La regla de la atracción, el deseo y
la querencia.
1. ATRACCIÓN.La otra persona se presenta como un bien para mí, como una
realidad que se manifiesta de manera positiva, alegre y atrayente para mí.
Trabajar ese amor a través de la atracción supone cuidar no sólo
el aspecto y la presencia física, sino los detalles de cariño, los detalles de
humor, introducir rutinas de afecto y evitar la monotonía. Pedir cariño cuando
lo necesitemos (pero sin exigirlo) y dar afecto, con palabras, con gestos (cada
matrimonio tendrá sus códigos). Decir ‘te quiero’.
Ser capaz de descubrir cada día algo positivo del otro (tratando,
por ejemplo, de mirarle como si fuese la primera vez que le vemos, valorar lo
que hace, por pequeño que parezca, redescubrir al otr@) y darse a la otra
persona de manera incondicional.
Saber ver que el otr@ es bueno para mí y me hace ser mejor,
es ejercitar la confianza en nuestro matrimonio.
Entendido no como un deseo de posesión o de mero deseo sexual, sino
descubrir a la otra persona como una bien necesario para mí, que me hace
mejor como persona.
Para ello, habrá que cultivar el dar y recibir cariño, buscar y
cuidar los tiempos de intimidad en pareja y los tiempos de relación con otras
personas, encontrando un equilibrio maduro.
Saber pedir perdón y perdonar. Ser
agradecido.
Es anhelar y aprender a querer bien al otro.
Se refiere a desear el bien del otro y actuar con ese fin. En la
medida en que vamos poniéndolo en práctica, vamos invirtiendo en nuestra
relación, transformándose en un querer recíproco en el que ya no somos tú
o yo, somos nosotros.
El amor supone siempre dedicación y donación al otro, tiempo,
compromiso con el otro, con el nosotros.
En la carta de San Pablo a los Corintios tenemos todos los ingredientes del amor verdadero:
El Papa Francisco desarrolla el significado del amor en el
matrimonio en el capítulo 4 de Amoris Laetitia.
Quizás estos días puede ser bonito leerlos con nuestro esposo o
esposa recordando ese día en el que nos enamoramos y hablar sobre puntos de
mejora en nuestra relación.
Quizás San Valentín nos pueda ayudar a tener más presente el amor
verdadero y buscar ese reenamorarnos en nuestro matrimonio cada día.
Feliz San Valentín.
Mercedes
Honrubia García de la Noceda
Fuente: Aleteia





