¿Qué significa el cuarto mandamiento “Honra a tu padre y a tu madre”?
Revista Ecclesia |
El Catecismo de
la Iglesia Católica subraya la importancia de este mandamiento que se dirige expresamente
a los hijos en sus relaciones con sus padres
El cuarto mandamiento de la Ley de
Dios nos dice: “Honra a
tu padre y a tu madre”. Mientras que los tres
primeros mandamientos nos enseñan el amor a Dios, los siete restantes tienen como objeto el bien del prójimo (y
el bien personal), que debe ser amado por amor de Dios.
Honrar a los padres significa amarlos, respetarlos, teniendo cuidado de no causarles
dolor y ser agradecidos por todo el amor que nos han dado.
Asimismo, se extiende a los deberes de los
alumnos con los maestros, de los empleados con los jefes, de los ciudadanos con
su patria. Este mandamiento implica y
sobreentiende también los deberes de los padres y de todos los que ejercen una
autoridad sobre otros.
"Con todo tu corazón honra a tu padre
y no olvides los dolores de tu madre"
Los hijos han de respetar y honrar a sus
padres, procurar darles alegrías, rezar por ellos
y corresponder lealmente a su amor hacia los hijos.
Según se puede leer en el Catecismo,
"el respeto a los padres está hecho de gratitud para quienes, mediante el
don de la vida, su amor y su trabajo, han
traído sus hijos al mundo y les han ayudado a crecer en edad, en sabiduría y en
gracia. Con todo tu corazón honra a tu
padre, y no olvides los dolores de tu madre. Recuerda que por ellos has nacido, ¿cómo les pagarás
lo que contigo han hecho?” (Catecismo, 2215).
Este mandamiento también recuerda los
deberes que tienen los padres, los gobernantes, los maestros, los jefes de
empleados y toda aquella personas que ejerza alguna autoridad, ya que en toda persona debemos ver a un hijo o una
hija de nuestro Padre Dios. El prójimo es
alguien que por ser próximo a nosotros merece que le
brindemos respeto y atención especial,
no es simplemente un individuo sin valor especial.
El
deber de los padres
La autoridad que los padres tienen de
mandar a los hijos y la obligación de éstos de obedecerles viene de Dios, que constituyó y ordenó la familia para que suministre
al hombre los primeros medios necesarios para su perfeccionamiento material y
espiritual.
Los padres tienen el deber de amar,
alimentar y mantener a sus hijos, proveer a su educación religiosa y civil, darles buen ejemplo, alejarlos de las
ocasiones de pecado, corregirlos de sus defectos y ayudarlos a abrazar el
estado a que Dios los llama.
Fuente: Revista Ecclesia