En la misa de la solemnidad celebrada en San Pedro, el arcipreste de la Basílica invita a entrar en la escuela de la Eucaristía: a nadie le gusta abajarse por mucho que aspire a amar, pero este es el camino a recorrer con Cristo para vivir su misma vida
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El Cardenal Mauro Gambetti en la Misa del Corpus Christi en la Basilica de San Pedro (Vatican Media) |
"A menudo, ante los desafíos
de la historia y el sufrimiento de nuestros hermanos, tenemos la tentación de
justificar nuestra impotencia o indolencia, aduciendo razones lógicas con datos
objetivos", o quizás proponemos hipotéticos proyectos de carácter
comercial, "lo hacemos para resolver incluso situaciones dramáticas, como
las que estamos presenciando desde hace meses en nuestro tiempo". Es el
paralelismo con el mundo de hoy que el cardenal Mauro Gambetti, vicario general
del Papa para la Ciudad del Vaticano, ve en la página del Evangelio que narra
la multiplicación de los panes y los peces, cuando los discípulos, asombrados
por la petición de Jesús de alimentar a la multitud que lo había seguido y
necesitaba un refrigerio, parecen rehuir, justificándose diciendo que no tenían
suficiente comida.
Con Jesús en el camino de la vida
En su homilía pronunciada en el
Altar de la Cátedra de la Basílica de San Pedro, durante la celebración de la
solemnidad del Corpus Christi presidida esta mañana, el cardenal recordó que
Jesús se llamó a sí mismo "pan vivo bajado del cielo", alimento para
la vida eterna, mostrando en su abajarse sobre la humanidad, "todo el amor
del Padre por el hombre, un abajamiento que le llevará a la muerte y a la
muerte de cruz". E invitando a los discípulos a dar de comer a la gente
que se había reunido en torno a él, les insta a abajarse, como él, ante la
multitud. "A ninguno de nosotros nos gusta abajarnos, por mucho que
aspiremos a amar -subraya el cardenal Gambetti-, y cuando nos oímos decir, como
hace Jesús sin rodeos, que ese abajarse es el único camino de Dios, entonces no
sólo no entendemos, sino que no aceptamos y corremos el riesgo de separarnos
del camino de la vida, del camino de Jesús. En cambio, "Jesús nos lleva de
la mano", "para acompañarnos a descubrir plenamente el camino de la
vida y hacernos partícipes de él", explicó el cardenal, añadiendo que
"los episodios en los que Jesús dio de comer a la multitud son centrales
en la narración de todos los evangelistas"; impresos en la memoria de los
discípulos, pusieron en marcha un proceso de conversión que luego se convirtió
en un camino de transformación a partir de la Pascua, de esa Última Cena de la
que también nosotros somos partícipes" cada vez que celebramos la
Eucaristía.
¿Qué nos pide Dios que hagamos?
El cardenal Gambetti señala que
también nosotros "nos resistimos a la implicación cuando nos toca en la
carne, en los bolsillos, en los privilegios que disfrutamos". El problema
es la "poca fe". "Es como si los discípulos le hubieran dicho a
Jesús: 'Mira, es imposible cumplir lo que nos has pedido, nos has
sobreestimado'. O lo que es lo mismo: "Te equivocas, no sabes lo que
dices". Esto es lo que nos pasa también a nosotros -señala el cardenal-,
por ejemplo, cuando con nuestras inferencias o nuestros juicios descalificamos
a los demás, especialmente a las personas que están colocadas en la autoridad,
desde la infancia, los padres, los maestros, los gobernantes, los obispos, el
Papa, Dios". En cambio, en lugar de buscar justificaciones para no
involucrarnos, continúa el cardenal Gambetti, debemos preguntarnos qué es lo
que Dios nos pide que hagamos, y luego simplemente obedecer. Esto es lo que
hicieron los discípulos, ir más allá de sí mismos y confiar en lo que Jesús les
mandaba. "Y sucedió lo increíble".
La escuela del Corpus Christi
El vicario general del Papa se
detiene entonces en la "hermosa noticia del amor total y personal que trae
Jesús: 'Esto es mi cuerpo que es para ustedes'" que nos ve no sólo como
destinatarios de ese amor, sino también como protagonistas. Como lo fue San
Pablo que dijo: "He recibido del Señor lo que a su vez les he
transmitido". Así, también nosotros estamos llamados a ser Eucaristía como
Jesús, a convertirnos en "memoria viviente de Jesús", "invitados
a descender en la humanidad, dejando atrás toda forma de gloria mundana,
social, personal, para no comprometer nunca la grandeza del amor, para no
fracasar nunca en el amor", es decir, "para vivir la vida que Jesús
compartió con nosotros y sigue compartiendo con nosotros, para no separarnos
nunca del camino de la vida". "Esta es la escuela del Corpus
Christi", dice el cardenal Gambetti. "Jesús nos lleva de la mano y
quiere conducirnos a esa vida plena y amorosa que pasa por un cambio de
postura", concluye el cardenal. Cristo, en definitiva, quiere decirnos:
"No te preocupes más por ti mismo, sino por tus hermanos, para reunirlos y
darles tú mismo de comer".
Tiziana Campisi - Ciudad del
Vaticano
Vatican News