Si eres consciente de que el amor de tu vida es y debe ser tu marido o mujer, amarás de una manera más sana y profunda a tus hijos
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Rido - Shutterstock |
Desde
hace un tiempo, he comprobado, tanto en redes sociales como en mi vida
particular, que el orden de prioridades en el amor es
motivo de escándalo. Me refiero a que, en el escalafón del corazón, se
encuentre más alto el amor a tu marido o mujer que el amor a tus hijos.
No hace ni un par de días que he presenciado cómo muchas buenas personas se
llevan las manos a la cabeza (literalmente) al escuchar esta afirmación.
Quiero dar a esas personas una explicación calmada de por qué este
orden es bueno y, para ello, necesito recordar una frase de don Fernando Ocáriz,
prelado del Opus Dei, de la que os hablé hace muy poco:
“En una maleta ordenada caben más cosas…”.
Pues, de la misma forma, en un corazón con los sentimientos
ordenados cabe más amor, y caben más personas.
Orden en los sentimientos
Si eres consciente de que el amor de
tu vida es y debe ser tu marido o mujer, amarás de una manera más sana y
profunda a tus hijos (es bueno recordar que el corazón es un
músculo capaz de dilatarse para que quepan todos). Ese orden en
los sentimientos hará que desees lo mejor para tus hijos aunque no sea lo mejor
para ti, aunque te duela echarlos de menos. Te preparará para
la soledad que supone su partida. Te hará consciente de que, en algún momento,
tendrás que aprender a vivir con el agujero que dejarán en tu alma.
Así, educaremos hijos
libres que decidirán sin miedo su futuro, hijos que serán
conscientes de que no hacen daño a nadie por cerrar la puerta del nido y volar.
Es el
camino para que los hijos no sientan el amor paterno como unas esposas que les
impide seguir su vocación. Que crezcan viendo que el centro de tu vida
es hacer feliz a tu cónyuge por encima de todo y de todos, es educarlos para
que ésa sea también su prioridad desde el momento en que se casen: “Dejará
el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una
sola carne…”.
El ejemplo de tu vidaes la manera de
que entiendan que, desde el momento en que se respondan “sí, quiero”, tienen
una nueva prioridad que debe estar por encima de todo y de todos, incluidos
padres, hijos, hermanos, etc. Pasamos a un segundo plano, y
así debe ser. Y, si tu hijo o tu hija no actúan así, tómate un café con él o
con ella, porque necesitas recordárselo.
Perder la «pole position» nos hace
ganar
Si entienden bien esto, los padres no querrán competir con el amor
de sus hijos políticos a sus propios hijos. Sabrán que, para ganar,
para que las cosas vayan bien, deberán perder la pole
position con
sus hijos, verse relegados a un segundo lugar. Y también
sabrán de sobra que ello no implica que sus hijos los quieran menos.
Además, el orden en estos sentimientos nos servirá para recordar que los hijos,
que tanto duelen, que tanto se quieren, no son nuestros: sólo se nos confía su
cuidado durante un tiempo, que a veces resulta extremadamente corto. Pero tu marido, tu
mujer, a quien has prometido hacer feliz durante el resto de tu vida, sí que te
pertenece, y sí que te acompañará hasta que la muerte os separe.
Quererlos de una manera más perfecta
Si, como en la maleta, ordenamos los sentimientos, caben más y
mejor. Ese orden no significa que queramos menos a nuestros hijos, pero sí que los vamos a querer de una
manera más perfecta, más correcta, que también nos hará querer y valorar
más a nuestros yernos y nueras, al convento donde
haya ingresado nuestra hija, o al seminario donde se encuentre nuestro hijo. Y
sin dispararles con el sentimiento de culpa por dejarnos.
Que el orden en los sentimientos lo mejora todo, nos lo quiere
enseñar el Señor desde el primer mandamiento: “Amarás a Dios sobre todas las
cosas”. Un mandamiento que a todos nos cuesta entender: querer más a Dios que a
a tu marido o mujer, que a tus hijos, que a tus padres, que a tus hermanos,
parece indicar que has de relegar a los tuyos a un segundo plano… Pero no.
Cuando el Señor nos manda querer a
Dios por encima de todas las personas y de todas las cosas, es porque sabe que
ese orden nos ayudará a querer de la forma más intensa y más perfecta a los
nuestros, sin desviaciones, sin toxicidades: aprenderemos a amarlos de la mejor
manera posible. ¿Ordenamos el corazón a lo Marie Kondo? Why not?
Mar Dorrio
Fuente: Aleteia