Vive cada día trabajando con la esperanza de que todo lo que se hace con esfuerzo tiene su recompensa. Una invitación del padre Carlos Padilla para avanzar
![]() |
| Shutterstock |
Caminamos día tras día esperando descifrar el final. Cuando se
agoten las fuerzas y sencillamente todo se acabe. Mientras tanto vivimos como
hoy escuchamos en la Escritura:
«No vivimos
entre vosotros sin trabajar, no comimos de balde el pan de nadie, sino que con
cansancio y fatiga, día y noche, trabajamos a fin de no ser una carga para
ninguno de vosotros».
2 Tes 3,8
Vivir,
como si no hubiera mañana. Sin pensar tanto en lo que ha de venir, en lo que
puede suceder cuando menos lo esperemos. Vivir aquí y ahora, hic et
nunc.
Sin
preocuparnos tanto por lo que hemos de vivir. Sin apegarnos de forma obsesiva a
lo que ya fue, ya pasó, ya murió.
No sigamos llorando lo que pasó ayer. Hagamos el
duelo y perdonemos; a Dios porque sufrimos una pérdida que
nos ha dejado rotos, a nosotros mismos por las decisiones que nos hicieron daño
y tomamos de forma impulsiva, y a los que nos rodean porque nos dejaron
heridos.
Cuando perdonamos, el
corazón se calma y sentimos que el tiempo se detiene en un momento de plena
libertad y podemos mirar hacia delante confiados.
¿Hasta dónde llegarán nuestros pasos? ¿Cómo estamos viviendo
nuestra vida y enfrentando el futuro?
Comentaba
Toni Nadal:
Sería
bueno que nos replanteáramos nuestros principios y que nos preguntáramos, como
mínimo, si con el modelo actual estamos formando correctamente a nuestros
jóvenes y si les ayudamos a afrontar con garantías su futuro. En un pasaje del
ensayo “La civilización del espectáculo”, Mario Vargas Llosa escribe: – ¿Qué
quiere decir civilización del espectáculo? La de un mundo donde el primer lugar
en la escala de valores vigente lo ocupa el entretenimiento y donde divertirse,
escapar del aburrimiento, es la pasión universal. De ese modo, no aburrirse,
evitar lo que perturba, preocupa y angustia pasó a ser para sectores sociales
cada vez más amplios de la cúspide a la base de la pirámide social, un mandato
generacional. Y yo añadiría que esto tiene consecuencias contrarias, si no
devastadoras, para una buena formación del carácter.
No vivir solo pensando en no sufrir, en no esforzarnos demasiado,
en pasarlo siempre bien y en no aburrirnos. Buscando atajos que nos liberen del
esfuerzo y de la lucha. Queriendo obtener el objetivo sin
demasiado trabajo.
El carácter se va debilitando. Lo que no nos cuesta lograr en la vida nos
debilita. Lo que conseguimos con esfuerzo y lucha nos hace más
fuertes.
Hoy nos dicen que podemos conseguir el premio sin demasiado
esfuerzo. Y queremos el éxito fácil. La recompensa inmediata. Sin darlo todo,
sin invertir demasiado.
Y queremos además que lo bueno dure
siempre y no se acabe. Queremos que las cosas difíciles pasen y las
buenas sean eternas. Vivimos entonces tratando de hacerle el quite a lo que nos
cuesta.
Añadía Toni Nadal:
«Cuando luchamos en una
situación totalmente adversa, casi siempre acabaremos perdiendo; pero habrá un
día que conseguiremos darle la vuelta a la situación. Y ese día justificará
todos los anteriores».
Pero no nos daremos
nunca por vencidos. Volveremos a levantarnos, volveremos a
intentarlo. Como ese sol que se levanta en el horizonte cada amanecer siempre
de nuevo.
Así nos levantamos dispuestos a luchar cada mañana. A veces las
cosas no resultarán como queremos. Tendremos que aprender a convivir con el
fracaso y la frustración.
Son parte de la vida, forman parte de nuestro camino. No dejamos
de luchar por ello. No sabemos cuántos días nos quedan por vivir. Se trata de
vivirlos con un sentido.
No tiremos por la borda todo el camino recorrido. No nos dejemos
llevar por la tentación que nos invita a descansar y a no hacer nada más.
Vivamos en presente, en el hoy. Y en este momento demos todo lo
que tengamos dentro. No nos cansemos de amar, de
vivir, de soñar, de desear.
No
nos cansemos de abrir el cielo a base de golpes. No dejemos de escalar las más
altas montañas. Podemos pararnos, no rendirnos. No darnos por vencidos.
Vivamos el hoy como lo único que
tenemos, sin saber si mañana saldrá el sol de nuevo.
Confiemos en que las fuerzas nunca nos van a faltar. Habrá alguien
a nuestro lado que nos anime a seguir corriendo.
Alguien que calme nuestra sed o nos aliente en nuestro desánimo.
Un abrazo, una palmada en la espalda, una palabra llena de alegría. Un grito de
consuelo, una risa para alegrar nuestro ánimo.
No dejar de pensar que podemos lograrlo algún día, aun después de
haber perdido tantas veces. Todo esto es posible.
No llevamos las cuentas de nuestros fracasos pero sabemos que en nuestra
debilidad se esconde nuestra fuerza. Y en nuestros miedos
hay un acicate para confiar siempre de nuevo.
Con nuestra vida podemos construir un camino nuevo. Y con nuestras
manos fuertes podemos abrir sendas hasta ahora desconocidas.
Nadie nos va a arrebatar lo que ya hemos conseguido. Y nadie me
nos va a desanimar de seguir insistiendo. Algún día ocurrirá algo que le dará sentido
a nuestra vida.
Carlos Padilla Esteban






