Los niños entienden muy bien las prioridades
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Cualquier pretexto puede parecernos buenos para incumplir el precepto dominical. Foto: Gregory Pappas / Unsplash |
¿Qué le estamos transmitiendo a nuestros hijos cuando llega un
domingo, ¡aunque solo sea algunos domingos al año!, y decidimos no ir a misa
con la excusa que sea? Es lo que explica Becky Roach, madre de cinco hijos que vive en Ohio (Estados
Unidos), en un post de su
blog en Catholic
Link:
Un padre no necesita mucho tiempo para darse cuenta de que nuestros hijos absorben todo lo que hacemos y
decimos. Recuerdo la primera vez que escuché a mi pequeña de dos años
soltar un largo suspiro y decir: “¡Oh, Dios mío! ¡No puedo más!”. Su tono y su
expresión eran exactamente las mías.
A veces te das de bruces
con tus propios pecados a través de las palabras y las acciones de tus hijos.
Recientemente acudí a un bautizo en el que el sacerdote recordó a los presentes
que sería a través de sus acciones como los niños que iban a ser bautizados
conocerían a Dios y cómo comportarse ante Él. Si el niño nos ve rezando,
aprenderá que la oración es importante, pero si el niño no ve nunca en su vida comunicación alguna de la
gente con Dios, aprenderá que la oración no es necesaria.
Aunque ninguno de nosotros es perfecto, tenemos la responsabilidad de intentar
seguir los modelos de comportamiento que queremos que los niños imiten. Y los niños aprenden tanto de
lo que hacemos, como de lo que no hacemos. Si no convertimos ir a la
iglesia en una prioridad cada domingo, eso le está diciendo mucho al corazón de
nuestros hijos sobre la fe y sobre la vida.
1.
Dios es importante, pero no tan importante.
Si Dios me encaja bien, magnífico, pero solo si me conviene. El fútbol, dormir o ...(pon aquí
cualquier actividad)... son más importantes que hacer el esfuerzo de estar con
Dios una hora a la semana.
2. Dios no quiere realmente
decir lo que dice.
Sí, santificar las fiestas es un mandamiento de la Ley de Dios,
pero... Dios no entiende lo atareado que estoy o cuántos hijos tengo o lo
cansado que estoy, así que soy yo quien decide, según las circunstancias de mi
vida, lo que Él quiere decir con ese mandamiento... y con todos los demás
mandamientos. A nosotros nos corresponde seleccionar y elegir qué leyes de Dios queremos
seguir.
3. La Iglesia no espera
realmente de nosotros que aceptemos sus enseñanzas.
Sí, hay un mandamiento de la Iglesia de ir a misa los domingos,
pero la Iglesia no comprende lo atareado que estoy o cuántos hijos tengo o lo
cansado que estoy, así que soy
yo quien decide, según las circunstancias de mi vida, lo que la Iglesia
quiere decir realmente con ese precepto.
4. La misa va solo de mí
y de lo que yo saco de ella.
Cuando vamos y venimos de misa según nuestro capricho, parecemos
olvidar que ir a misa
construye la comunidad eclesial. Tu parroquia puede necesitarte como
lector, o para cantar en el coro, o para recoger la colecta. Ver a tu familia
en la Iglesia podría ser justo la cosa que una persona anciana necesita para
alegrar su solitario domingo. Hay muchas razones por las que somos una comunidad de fe y
nos juntamos para rendir culto a Dios.
5. Cuando las cosas son
difíciles o aburridas, no tengo que hacerlas.
Si no vamos a misa y le decimos a nuestros hijos que es porque la
misa es “aburrida” o que “no sacamos nada de ella”, nuestros hijos aprenden que solo tenemos que hacer las
cosas que son divertidas y emocionantes. Esto, sencillamente, no es verdad,
ni en lo que concierne a la fe ni en lo que concierne a la vida diaria. La
mayor parte de la gente no encuentra divertido ni emocionante pagar sus
impuestos, pero aun así tenemos que hacerlo.
6. Dudamos de la Presencia
Real de Jesucristo en la Eucaristía y de las gracias que recibimos comulgando.
Si crees realmente que Jesucristo está presente en la Eucaristía y
que viene a nosotros cada domingo en misa, ¿qué te aparta de Él? ¿Por qué no querrías
recibir las gracias que Él ha prometido por medio de este increíble
regalo? Nuestro Catecismo nos enseña que “la Eucaristía es el corazón y la
cumbre de la vida de la Iglesia, pues en ella Cristo asocia su Iglesia y todos
sus miembros a su sacrificio de alabanza y acción de gracias ofrecido una vez
por todas en la cruz a su Padre; por medio de este sacrificio derrama las gracias de la
salvación sobre su Cuerpo, que es la Iglesia” (1407).
Queridos padres, sé y comprendo perfectamente lo difícil que es llevar a los niños a la iglesia. A menudo,
cuando acaba la misa, me siento como si acabase de participar en un torneo de
lucha. Por mucho que lo
planifique y prepare, muchísimos días los niños son algo menos que
angelicales.
Es una batalla. Pero es una batalla que vale la pena librar. No hay mejor lugar
para llevar a nuestros hijos que a los pies de Jesús. No hay mejor lección que enseñarles que poner a Dios siempre en
primer lugar, sea lo que sea lo que esté pasando en nuestra vida y lo
difícil que resulte ir a misa.
Adivina: ¿qué pasará si esperas a llevar los niños a misa a que se comporten
mejor o a que tu vida no esté tan ajetreada? Que eso no pasará.
Satanás siempre nos ofrecerá una excusa para que nos saltemos la celebración de la más elevada forma de oración
que tenemos en la tierra, pero Dios siempre nos dará las gracias para
responder con un “sí” cuando le pidamos que nos ayude.
Convierte la misa dominical en algo que tu familia haga invariablemente unida. Créeme, la
bendiciones y gracias que recibirás por esta disciplina transformarán tu vida
familiar de forma poderosa.
Fuente: ReL