4.5.23

FRANCISCO RECUERDA SU VIAJE A HUNGRÍA Y LLAMA A EUROPA A «ACOGER A QUIEN LLAMA A SUS PUERTAS»

Durante la audiencia, el Papa ha advertido de que la hoy «la libertad está amenazada» con «los guantes blancos de un comunismo que anestesia»

El Papa en la audiencia. Foto: EFE/EPA/Riccardo Antimiani

Durante la catequesis de la audiencia general de este miércoles 3 de mayo su, el Papa ha recordado su reciente viaje a Hungría y ha asegurado que hoy en el país «la libertad está amenazada», pero no bajo el peso de las armas sino «con los guantes blancos de un consumismo que anestesia».

De esta forma, «nos conformamos con un poco de bienestar material y, olvidando el pasado, se flota en un presente hecho a escala del individuo». El problema es que «cuando lo único que cuenta es pensar en sí y hacer lo que se quiera las raíces se ahogan», ha advertido Francisco al mismo tiempo que ha señalado que se trata de un problema que afecta a toda Europa, «donde dedicarse a los otros, sentirse comunidad, la belleza de soñar juntos y crear familias numerosas está en crisis».

Persecución atea del siglo XX

Socavar las raíces no es baladí. Precisamente, las «solidas raíces» del pueblo húngaro fueron las que lograron que el país sobreviviera a la persecución atea del siglo XX, cuando la fe fue «probada por el fuego», ha subrayado el Santo Padre. «Los cristianos fueron golpeados violentamente, con obispos, sacerdotes, religiosos y laicos asesinados o privados de la libertad». Mientras tanto, «se mantenía firma una Iglesia escondida, con mucho clero ordenado en secreto, que testimoniaba el Evangelio trabajando en las fábricas, mientras que las abuelas evangelizaban a escondidas».

De igual modo, durante la persecución nazi se produjo «la trágica deportación de mucha población hebra». Y ante este «atroz genocidio», como lo ha calificado el Pontífice, «muchos destacaron por la resistencia y la capacidad de proteger a las víctimas», y «esto fue posible porque las raíces de la vida juntos eran firmes». Al final, los vínculos comunes de fe y de pueblo ayudaron al regreso de la libertad, ha destacado el Papa.

Puentes de paz

A partir de los característicos puentes que unen Budapest, la capital del país, Francisco ha subrayado la importancia de construir puentes de paz entre los pueblos. Se trata de un trabajo especialmente indicado para Europa, que está «llanada a incluir las diferencias y a acoger a quien llama a sus puertas».

Por último, el Santo Padre ha ensalzado el compromiso de Hungría en la construcción de puentes para el mañana: «Su atención por el cuidado ecológico y por el futuro sostenible es grande», ha destacado, «y se trabaja para edificar puentes entre las generaciones, entre los ancianos y los jóvenes». La Iglesia, sin embargo, también está llamada a tender puentes hacia el hombre de hoy, «porque el anuncio de Cristo no puede consistir solo en la repetición del pasado, sino que siempre necesita ser actualizado».

Preguntémonos, ha concluido, «yo, en mi familia, en mi parroquia, en mi comunidad, en mi país, ¿soy constructor de puentes, de armonía, de unidad?».

José Calderero de Aldecoa

Fuente: Alfa y Omega


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