Durante la audiencia, el Papa ha advertido de que la hoy «la libertad está amenazada» con «los guantes blancos de un comunismo que anestesia»
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| El Papa en la audiencia. Foto: EFE/EPA/Riccardo Antimiani |
Durante la
catequesis de la audiencia general de este miércoles 3 de mayo su, el Papa
ha recordado su reciente
viaje a Hungría y ha asegurado que hoy en el país «la libertad está
amenazada», pero no bajo el peso de las armas sino «con los guantes blancos de
un consumismo que anestesia».
De esta forma, «nos conformamos
con un poco de bienestar material y, olvidando el pasado, se flota en un
presente hecho a escala del individuo». El problema es que «cuando lo único que
cuenta es pensar en sí y hacer lo que se quiera las raíces se ahogan», ha
advertido Francisco al mismo tiempo que ha señalado que se trata de un problema
que afecta a toda Europa, «donde dedicarse a los otros, sentirse comunidad, la
belleza de soñar juntos y crear familias numerosas está en crisis».
Persecución atea del siglo XX
Socavar las raíces no es baladí.
Precisamente, las «solidas raíces» del pueblo húngaro fueron las que lograron
que el país sobreviviera a la persecución atea del siglo XX, cuando la fe fue
«probada por el fuego», ha subrayado el Santo Padre. «Los cristianos fueron
golpeados violentamente, con obispos, sacerdotes, religiosos y laicos
asesinados o privados de la libertad». Mientras tanto, «se mantenía firma una
Iglesia escondida, con mucho clero ordenado en secreto, que testimoniaba el
Evangelio trabajando en las fábricas, mientras que las abuelas evangelizaban a
escondidas».
De igual modo, durante la
persecución nazi se produjo «la trágica deportación de mucha población hebra».
Y ante este «atroz genocidio», como lo ha calificado el Pontífice, «muchos
destacaron por la resistencia y la capacidad de proteger a las víctimas», y
«esto fue posible porque las raíces de la vida juntos eran firmes». Al final,
los vínculos comunes de fe y de pueblo ayudaron al regreso de la libertad, ha
destacado el Papa.
Puentes de paz
A partir de los característicos
puentes que unen Budapest, la capital del país, Francisco ha subrayado la
importancia de construir puentes de paz entre los pueblos. Se trata de un
trabajo especialmente indicado para Europa, que está «llanada a incluir las
diferencias y a acoger a quien llama a sus puertas».
Por último, el Santo Padre ha
ensalzado el compromiso de Hungría en la construcción de puentes para el
mañana: «Su atención por el cuidado ecológico y por el futuro sostenible es
grande», ha destacado, «y se trabaja para edificar puentes entre las
generaciones, entre los ancianos y los jóvenes». La Iglesia, sin embargo,
también está llamada a tender puentes hacia el hombre de hoy, «porque el
anuncio de Cristo no puede consistir solo en la repetición del pasado, sino que
siempre necesita ser actualizado».
Preguntémonos, ha concluido, «yo,
en mi familia, en mi parroquia, en mi comunidad, en mi país, ¿soy constructor
de puentes, de armonía, de unidad?».
José Calderero de Aldecoa
Fuente: Alfa y Omega






