La Iglesia, como Madre y Maestra, nos enseña que la postura corporal es importante cuando nos adentramos en la oración, sea comunitaria o personal
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Los gestos corporales y faciales
generalmente responden a un sentimiento.
Por ejemplo, si un niño se asusta
se cubre la cara o la cabeza y cierra los ojos; si una persona recibe una buena
noticia sonríe; si se tiene un éxito se alza alegre y enérgicamente un brazo o
los dos; si sucede algo extraordinario se abren los ojos, etc.
De la misma manera pasa cuando
oramos: es toda la persona la que ora; y cuando oramos nos podemos ayudar del
cuerpo y expresarnos con él.
Y es verdad que también hablamos
con gestos, es el lenguaje no verbal. Recordemos en este sentido cuánto
agradaron a Jesús los gestos de amor de algunos; y que por esto permitió a la
pecadora lavarle sus pies con sus lágrimas, a María de Betania ungirle sus pies
con perfume, y a Juan recostarse sobre su pecho, etc.
«Esta necesidad de asociar los
sentidos a la oración interior responde a una exigencia de nuestra naturaleza
humana. Somos cuerpo y espíritu, y experimentamos la necesidad de traducir
exteriormente nuestros sentimientos. Es necesario rezar con todo nuestro ser para
dar a nuestra súplica todo el poder posible» (Catecismo 2702).
Se adoptará esta u otra postura o
cierta actitud en cuanto es una ayuda al recogimiento y se orienta a la
finalidad de la oración, pues la oración “también reclama una expresión
exterior que asocia el cuerpo a la oración interior, porque esta expresión
corporal es signo del homenaje perfecto al que Dios tiene derecho» (Catecismo 2703).
Dependiendo del motivo de la
oración las posturas cambian, pues estas surgen casi espontáneas, aunque el
valor de estas sea relativo en cuanto solo ayudan a acompañar la oración que
brota del alma y se hace en espíritu y en verdad (Jn
4, 23).
Es decir, la oración tiene su
valor o eficacia indiferentemente de que haya o no postura alguna.
Se entiende obviamente que las
posturas, sobre todo en público, se deben llevar a cabo con sinceridad y
no con fines egoístas (por quedar bien ante los demás o ante uno mismo), pues
de esta manera la oración no tiene sentido ni efecto.
Recordemos que Dios mira el
interior del corazón más que la postura física, es lo que nos enseña Jesús
comparando las oraciones de un fariseo y un publicano en el templo (Lc
18, 10-14).
Ahora bien, hay que distinguir
los dos tipos de oración: la pública o litúrgica y la privada o personal.
Posturas en la oración pública
Las posturas en las acciones
litúrgicas son necesarias cumplirlas según la persona sea el ministro ordenado
o el fiel. Y las posturas corporales, se harán con discreción para no
distraer o incomodar a los demás.
La Iglesia nos ha dicho que «la
postura uniforme, seguida por todos los que toman parte en la celebración, es
un signo de comunidad y unidad de la Asamblea» (IGMR nº 42).
El Misal Romano nos recuerda las
posturas a tener en cuenta durante las celebraciones litúrgicas (especialmente
durante la misa).
1. ESTAR DE PIE
Para decirle a Dios: «Aquí estoy
ante ti; habla que tu siervo escucha» (1 S 3, 1-10.19-21). Esta postura
manifiesta respeto y atención. Estar de pie demuestra disponibilidad para
ponerse en camino para la acción. Es tener conciencia de la dignidad de ser hijos
de Dios; eliminando la actitud del esclavo ante su amo.
El estar en pie manifiesta la fe
en Jesús resucitado y la convicción en que nosotros también resucitaremos; el
estar en píe es la última postura del cristiano, la postura de resucitado.
2. ESTAR SENTADO
Expresa una actitud de escucha. Conviene
que esta posición no favorezca el sueño, ni exprese descanso.
3. ESTAR DE RODILLAS
Esta posición indica humildad y
la conciencia de la grandeza de Dios, y es la posición más adecuada para la
adoración.
4. ESTAR EN PROCESIÓN
La procesión litúrgica es más un
rito que un gesto. En la santa misa tanto los ministros como los fieles
realizan movimientos que tienen carácter procesional. Toda procesión litúrgica
simboliza la condición peregrinante tanto del fiel como de la Iglesia.
5. ESTAR INCLINADOS
La inclinación puede ser de dos
tipos: inclinación de cabeza y la inclinación del cuerpo. Esta inclinación del
cuerpo puede ser sencilla o inclinación profunda. El estar inclinados sirve,
por ejemplo, para pedir una bendición. Se hace inclinación también ante el
altar y ante las personas o a lo que representan. Estar inclinados indica
reverencia y honor.
6. ESTAR POSTRADOS
En la liturgia se adopta esta
posición cuando todo el cuerpo está boca abajo y la frente se pone sobre las
manos. En la oración privada también se puede poner el cuerpo en forma de arco
y la cabeza descansando sobre las manos colocadas en el suelo.
7. ESTAR GENUFLECTOS
Se trata de una postura muy
diferente a estar de rodillas. La persona hace genuflexión cuando se pone la
rodilla derecha en el suelo. Se usa, por ejemplo, al entrar a la iglesia y
hacer una breve adoración o al pasar frente al altar estando el Smo. Sacramento
sobre él, y cada vez que pasemos por delante del sagrario.
8. ESTAR CON LOS BRAZOS EXTENDIDOS
Y LEVANTADOS
Durante la misa es una de las
posturas sacerdotales. En la oración privada puede indicar súplica,
alabanza o receptividad.
9. ESTAR CON LAS MANOS JUNTAS
Las manos juntas recuerdan el
gesto tan antiguo de atar las manos a los prisioneros (acción que aún se
conserva hoy con las esposas). Es por esto por lo que los que iban a ser
martirizados iban con sus manos juntas y en esos momentos, con toda seguridad,
oraban. En el mundo romano un capturado podía evitar la muerte inmediata
adoptando la postura de las manos atadas, como en actitud de súplica, pidiendo
piedad.
La actitud de tener las manos
juntas también es sinónimo de sumisión. También es el gesto de uno que se
concentra en algo, que interioriza sus sentimientos de fe; es pues la postura de
unas manos ‘no distraídas’ al momento de orar.
Además, hay otras diferentes
maneras para poner las manos con su respectivo significado: Pueden ponerse
juntas tocando los labios, o volteadas hacia arriba con el gesto de abandono de
quien lo necesita todo, pero también a su vez es el gesto de quien le ofrece a
Dios todo. La mano derecha sirve también para golpearse el pecho en actitud
penitencial.
10. ESTAR ORANDO CON LOS OJOS
Los ojos pueden expresar una
oración pidiendo compasión, ayudan en la contemplación, pueden generar
sentimientos de ternura, etc.. Por el contrario orar con los ojos cerrados
expresan deseo de intimidad con Dios y ayudan al recogimiento, evita
distracciones y facilita la concentración.
Postura en la oración privada
En la oración privada o personal
no hay posturas mandadas, cada uno adoptará la postura más adecuada según sea
el objetivo de su oración. La oración no es bien entendida cuando se la ve como
una especie de fórmula mágica.
Lo digo porque alguna vez escuché
a un padre de familia que le decía, erróneamente, a su hijo: “Si tú no dices
exactamente las palabra correctas, u oras en la posición correcta, Dios no te
escuchará ni responderá a tu oración”.
Tengamos en cuenta que Dios no
responde a nuestras oraciones basado en la cantidad de las palabras (Mt 6, 7) o
en el orden de las mismas, o por el lugar donde estemos, o por la posición
corporal que adoptemos.
De acuerdo a varios textos de la
Sagrada Escritura, Dios responde a la oración basándose en si ésta se hace de
acuerdo a su voluntad y si se hace en el nombre de Cristo.
La manera correcta de orar es
elevar el corazón a Dios. Se trata de ser honestos y abiertos con Dios, pues Él
nos conoce mejor de lo que nos conocemos a nosotros mismos.
Hay que presentar las peticiones
a Dios, pero teniendo presente que Dios sabe lo que es mejor para nosotros, y
no nos concederá una petición que no sea conforme a su voluntad.
Expresemos nuestro amor,
gratitud, y adoración a Dios en oración, pero no nos preocupemos por tener las palabras
correctas para expresarlo.
Dios está más interesado en el
contenido de nuestro corazón, que en la calidad de nuestras palabras. Tengamos
en cuenta que Dios mira el corazón (1 S 16, 7 / Jr 17, 10). Lo que quiere Dios
es que la oración sea una conexión real y personal entre Él y nosotros.
La oración no se trata pues de
recitar palabras a Dios, incluso de memoria. La manera correcta de orar
privadamente es expresar a Dios lo que hay en el corazón.
Que esto se haga sentado, o de
pie, o de rodillas, o con los brazos abiertos; o con las manos juntas, o con
ojos abiertos o cerrados; o en una iglesia, o en casa, o al aire libre, son
cosas complementarias; son acciones sujetas a la preferencia personal y son
expresiones que nacen del corazón que ora con sinceridad.
Henry
Vargas Holguín
Fuente: Aleteia






