El ser humano permanece siempre abierto al crecimiento interior, al
perfeccionamiento como persona.

Ahí, en tu corazón, decides si levantas el vuelo o te quedas en tierra; si vuelas
con rumbo o vas a la deriva del viento; si vuelas alto o bajo; si vuelas lejos
o te quedas revolando sobre restos putrefactos. Por eso, más allá de la
polémica de Jesús con los fariseos y su tradicional hipocresía, me parece que
el evangelio de hoy nos grita a todos ¡cuida tu corazón!
¿Qué es el corazón?
El pensamiento griego –particularmente Aristóteles– separa como esferas
distintas de la persona, aunque íntimamente relacionadas, sensibilidad,
emotividad, afectividad, inteligencia y voluntad.