Es el hombre más
importante de su vida, su primer amor
Con
motivo del Día del Padre hablaremos del vínculo padre-hija, expuesto por la Dra.
Meg Meeker, autora del libro “Padres fuertes, hijas felices”, quien asegura que hay
pocos factores más importantes para el desarrollo mental, físico y social de
una chica que la relación con el padre.
La
Dra. Meg Meeker demuestra que el rol de padre es bastante más influyente de lo
que muchos hombres imaginan.
Además
de la relación maternal, las hijas necesitan del apoyo que sólo un padre
puede dar. Así lo explica en una entrevista realizada por Emily Stimpson
para Our Sunday Visitor .
Más
allá de que a los padres les guste o no, ¿qué esperan de ellos sus hijas?
Dra. Meg Meeker: Naturalmente, las hijas quieren ver en su padre a un líder. Lo ven como protector, como proveedor. Quieren admirarlo.
Dra. Meg Meeker: Naturalmente, las hijas quieren ver en su padre a un líder. Lo ven como protector, como proveedor. Quieren admirarlo.
Los
padres tienen un poder tremendo sobre las hijas. Esto no es sólo el ideal; es
la realidad. El padre, de hecho, es el primer amor de su hija. Es el
hombre más importante de su vida.
Sus
interacciones con ella la preparan para relacionarse con todos los demás
hombres. Es una carga pesada, pero una verdad maravillosa.
Si
ella aprende a querer al padre y puede confiar en él, le será mucho más fácil
confiar en su esposo.
¿Cuál
cree que es el error más común, aunque quizás sin intención, de los padres?
Los
padres subestiman demasiado la importancia que tienen en la vida de sus hijas.
Se alejan demasiado rápido, dudan de su importancia e influencia, y no
comprenden para nada cuánto les necesitan y cuánto quieren llevarse bien con
ellos.
¿Qué
consecuencias puede tener ese alejamiento?
Cuando
el padre se aleja de la vida de la hija, ella se debilita. Se debilita su
autoestima. Se debilita su capacidad para tener relaciones sanas con otros
hombres. Se debilita su percepción de lo que es capaz de lograr.
En
particular las chicas de entre 10 y 17 años necesitan mucho la atención, el
respeto, el afecto y el contacto masculino. Si el padre se aleja, la chica
busca lo que necesita en las amistades masculinas o en relaciones sexuales
románticas.
El
factor de mayor influencia sobre la autoestima de las chicas es el afecto del
padre. Para mejorar la imagen que tiene de sí misma una chica, el padre tiene
que expresarle afecto de manera física.
Para
ser buen padre es muy importante ser buen esposo, ¿no?
Sin
duda. Las hijas vigilan al padre como halcones. No sólo miran cómo las trata a
ellas, sino también cómo trata a la madre.
Si
ven que el padre le abre la puerta a la madre, que limpia la cocina y
tiene paciencia, llevarán todo eso a su propio matrimonio y, les guste o no, de
manera consciente o inconsciente, lo reproducirán.
Las
hijas aprenden cómo deben ser tratadas al mirar cómo el padre trata a la madre.
¿Por
qué los padres no deben subestimar la importancia de imponer normas y
expectativas para las hijas?
Muchos
padres piensan que, si imponen límites, establecen horarios de regreso a casa y
hasta obligan a las hijas a hacer tareas del hogar, las van a alejar. ¡Pero en
realidad sucede justo lo contrario!
Las
chicas que terminan en problemas no son las que tienen padres que imponen
límites. Son las chicas cuyos padres no lo hacen.
Esto
es de especial importancia en los años de la adolescencia. Si cada vez que el
padre le habla a la hija es para imponer la ley, la hija no va a querer hablar
más con él.
Cada
conversación acerca de una norma o del comportamiento de la hija debe estar
equilibrada con cinco veces más de placer y diversión: ir al cine, andar en
canoa, hablar de cosas que no sean normas.
Pero
muchos padres se sienten perdidos cuando tienen que hablar con las hijas. ¿Cómo
pueden lograr que las hijas se abran para contarles qué pasa en sus vidas?
Deben
comenzar por decirles a las hijas que quieren escuchar de verdad lo que tienen
que decir. Una de las mejores maneras es escuchar sus respuestas sin
interrumpirlas. Preguntar y después quedarse escuchando la respuesta.
Más
allá de que estén de acuerdo o no, no deben responder la primera vez. Hay que
retomar la conversación más tarde, de ser necesario.
También
es importante recordar que no hace falta que cada conversación se convierta en
una enseñanza. Ése es un gran error que cometen muchos padres. Siempre hay
que encarar estas conversaciones pensando en el largo plazo.
No
se puede esperar que la hija se abra en un instante, pero si el padre logra
comunicarle que valora lo que dice y piensa, después de un par de meses la
convencerá.
En
su libro, usted destaca la importancia de que los padres les hablen a las hijas
sobre sexo y sobre Dios: dos de los temas más difíciles para hablar con una
hija. ¿Tiene algún consejo para esas conversaciones?
No
hay que complicarse con cuestiones profundas ni complejas. Lo mejor es que la
charla sea sencilla. Cuando el padre habla de religión o sexo, no es necesario
que vaya a fondo. La hija quiere saber qué piensa el padre acerca de Dios
y qué cree que debería hacer ella.
Esos
mensajes se pueden comunicar de manera sencilla compartiendo lo que se
piensa que es bueno diciendo cosas como “es muy importante que no tengas sexo
antes de casarte” o “qué hermoso cuando la mujer espera el momento apropiado”.
Eso
es lo que las hijas quieren oír. Hay que usar un lenguaje sencillo y hacer
preguntas muy abiertas que no busquen un sí o un no.
Si
el padre no se siente cómodo preguntándole a la hija qué piensa del sexo o la
religión o cualquier otra cosa, debería preguntarle qué piensan o qué hacen los
amigos. Eso le dará una idea de lo que tiene pensado la hija.
Fuentes:
Fathersforgood.org, Our Sunday Visitor
Artículo
originalmente publicado por lafamilia.info