“También
yo hubiera podido ser uno de los descartados de hoy”, dice Bergoglio que se
pregunta de nuevo: ¿Por qué ellos y no yo?
El
papa Francisco pidió a un grupo de expertos del mundo académico, cultural y de
la tecnología de unirse a la revolución de la ternura. ¿Qué es la
revolución de la ternura? “Es el amor que se hace cercano y concreto. Es un
movimiento que procede del corazón y llega a los ojos, a los oídos, a las
manos”.
Francisco
hizo una aparición por videoconferencia, desde la Ciudad del
Vaticano, en una charla TED en Vancouver, la madrugada del martes 25 de abril
de 2017.
“La
ternura es usar los ojos para ver al otro, usar los oídos para escuchar al
otro, para oír el grito de los pequeños, de los pobres, de los que temen
el futuro; escuchar también el grito silencioso de nuestra casa común, la
tierra contaminada y enferma. La ternura consiste en utilizar las manos y el
corazón para acariciar al otro. Para cuidarlo”, constató.
“El
Futuro eres tú”, es el lema de la conferencia internacional TED. El Papa
reflexionó sobre la experiencia autentica del cariño, la fraternidad y la
solidaridad. Los innovadores y académicos fueron interpelados porque no hay un
“tú” sin un “nosotros”.
“La
ternura es el lenguaje de los más pequeños, del que necesita al otro: un niño
siente afecto y conoce a su padre y a su madre por las caricias, por la mirada,
por la voz, por la ternura. Me gusta escuchar cuando el padre o la madre hablan
a su niño pequeño, cuando ellos también se vuelven hijos, hablando como habla
él, el pequeño”.
“Esta
es la ternura, abajarse al nivel del otro. También Dios se “abajó” en Jesús
para ponerse a nuestro nivel. Este es el camino seguido por el Buen Samaritano.
Este es el camino seguido por Jesús, que se “abajó”, que atravesó toda la vida
del ser humano con el lenguaje concreto del amor”, insistió.
La
ternura es de valientes y fuertes. “La ternura no es debilidad, es fortaleza.
Es el camino de la solidaridad, el camino de la humildad. Permitidme decirlo
claramente: cuanto más poderoso eres, cuanto más repercuten tus acciones en la
gente, más estás llamado a ser humilde. Porque, de lo contrario, el poder
te arruina y tu arruinarás a los demás”.
El
poder que emborracha. El Obispo de Roma usó un lenguaje metafísico pero directo
para criticar los excesos del poder.
“En
Argentina se decía que el poder es como la ginebra bebida con el estómago
vacío: hace que te dé vueltas la cabeza, te emborrachas, pierdes el equilibrio
y te lleva a hacerte daño o a hacérselo a los otros, si no lo juntas con la
humildad y la ternura”.
Igualmente,
aseguró: “Con la humildad y el amor concreto, en cambio, el poder – el más
alto, el más fuerte – se convierte en servicio y difunde el bien”.
“El
futuro de la humanidad no está solamente en manos de los políticos, de los
grandes líderes, de las grandes empresas. Sí, su responsabilidad es enorme.
Pero el futuro está, sobre todo, en manos de las personas que reconocen al otro
como un “tú” y a ellos mismos como parte de un “nosotros”, insistió.
¿El futuro? Las
relaciones
También
el Pontífice invitó a mirar al futuro con esperanza basado relaciones. “Varios
años de vida me han enseñado que la existencia de cada uno de nosotros está
relacionada a la vida de los demás”.
“La
vida no es tiempo que pasa, sino tiempo de encuentros; escuchando inmigrantes
que sufren y enfrentan sendas dificultades en la búsqueda de un futuro mejor;
presos que llevan el infierno en su corazón; jóvenes que no tiene trabajo,
entonces me persigue una pregunta: ¿Por qué ellos y no yo?”.
“También
yo he nacido en una familia de inmigrantes. Mi papá, mis abuelos, como otros
tantos italianos partieron rumbo la Argentina y han conocido la suerte de
quedarse sin nada”, dijo Francisco.
“También
yo hubiera podido ser uno de los descartados de hoy”, dice Bergoglio que se
pregunta de nuevo: ¿Por qué ellos y no yo?, aseguró.
Ted
(Technology Entertainment Design) es una marca de conferencias estadounidense
que reúne líderes de varias competencias del mundo científico, cultural y
académico.
Es
la primera vez que un pontífice participa a una conferencia Ted desde su inicio
en 1984. En la cita anual de conferencias han participado entre otras
personalidades: Bono, Robert Fischell (2005), Larry Brilliant, Cameron Sinclair
(2006), Bill Clinton (2007), Karen Armstrong (2008), Sylvia Earle (2009), Jamie
Oliver (2010) y Sugata Mitra (2013).
A
continuación otros puntos clave tratados por el Papa:
Nosotros entre perdón y
felicidad
El
Papa recordó que todos necesitamos de los demás. “Nadie es una Isla. Un ser
autónomo e independiente del otro. Que podemos construir el futuro sólo juntos,
sin excluir a nadie. A veces no lo pensamos, pero todo está en conexión y
necesitamos de rescatar nuestros nexos”.
En
esta línea, planteó que las relaciones en términos de perdón y empatía.
“También ese juicio duro que mantengo contra mi hermano o mi hermana. Esa
herida no curada. Ese mal no perdonado que me hará solo mal es un pedazo de
guerra que llevo dentro, es u fuego por apagar en un incendio que no deje
cenizas”.
La
felicidad tiene un enemigo: ‘el miedo’, pero que no es ‘invencible’ aseguró.
“Se pueden superar los temores sino nos cerramos en nosotros mismos. Porque la
felicidad se vive solo como dono alegría de cada detalle en armonía con el
todo”.
Las
ciencias – explicó – nos enseñan que “cada cosa vive en conexión con la
realidad e interacción continua”.
Verdadero progreso es la
inclusión
En
segundo lugar, el Papa instó para que el progreso tecnológico y la ciencia
persigan asimismo un crecimiento social inclusivo. ¿Cómo sería hermoso que
mientras descubrimos planetas lejanos, volvamos a descubrir las necesidades de
nuestro hermano y nuestra hermana que gravitan entorno a mí?”.
¿Cómo
sería hermoso que la fraternidad (…)no fuera reducida sólo a asistencia social,
sino que fuera una actitud profunda en las decisiones a nivel político,
económico y científico en las relaciones entre las personas, entre los pueblos
y los países”.
Educar
a la “fraternidad” y a una “solidaridad concreta”, instó Francisco para salir
de la “cultura del descarte”. Una cultura que no tiene sólo que ver con “la
comida y los bienes”, sino en primer lugar con las “personas”, las cuales son
“marginadas” del sistema “tecno-económico”, donde “en el centro, sin darnos
cuenta, a menudo, no se encuentra el hombre, sino los productos del hombre”.
El
Papa insistió en “la solidaridad”. “Palabra que tantos quieren borrar del
diccionario”. Pero, aseguró que la “solidaridad” no obedece a “un
mecanismo automático” pues no se puede “programar o mandar”. “Es una respuesta
libre que nace del corazón de cada uno”. “¡Sí, una respuesta libre!”, agregó.
“Sí
uno comprende que su vida, a pesar de estar en medio a tantas contradicciones,
es un dono, que el amor es la fuente y el sentido de la vida… ¿cómo puede
inhibir el deseo de hacer el bien a los demás?”, añadió.
Creatividad
para hacer el bien. El Papa apuntó que para hacer el bien se necesita
“memoria”, “valentía” y “creatividad”.
De
esta manera, se dirigió al público reunido en el Ted de Vancouver: “me han
dicho que hay reunida gente muy creativa”. “Sí , el amor exige una respuesta
creativa, concreta, ingeniosa…no son suficientes los buenos propósitos y las fórmulas
de rito que, a menudo, sirven solo a tranquilizar las consciencias”.
“Juntos-
continuó – ayudémonos a recordar que los demás no son estadísticas o números:
el otro tiene un rostro, el ‘tu’ es siempre un rostro concreto, un hermano de
cual hacerse cargo”.
Francisco
ha traído a colación la Parábola de Jesús sobre el Buen Samaritano para
explicar la “diferencia entre quien no se incomoda y quien se hace cargo del
otro”.
¿Quién
es mi prójimo? Contó fue la pregunta hecha a Jesús. La historia del Buen
Samaritano es la “historia de la humanidad de hoy. En el camino de los pueblos
hay heridos debido al hecho de que en el centro está el dinero, están las
cosas, no las personas”.
“Y
existe la costumbre, a menudo, de quien se considera ‘de bien’, de no
preocuparse de los demás, dejando tantos seres humanos, enteros pueblos, atrás,
a en el suelo en la calle”.
Igualmente,
destacó a los que dan vida en este mundo protegiendo y ayudando a los demás,
incluso asumiendo los costos. “En efecto – decía Madre Teresa de Calcuta – no
se puede amar si no a propias expensas”.
¿Cómo
hacer, con el mal que respiramos? “Gracias a Dios, ningún sistema puede
cancelar la apertura hacia el bien, la compasión, la capacidad de reaccionar
ante el mal que surge del corazón del hombre”.
El
Papa insistió con pragmatismo que parecen bellas palabras, sin embargo se
necesita la colaboración de todos, no importa que no seamos Madre Teresa de
Calcuta o el Buen Samaritano. “Cada uno de nosotros es valioso; cada uno de
nosotros es irreemplazable ante los ojos de Dios”.
“En
la noche de los conflictos que estamos atravesando, cada uno de nosotros puede
ser una vela encendida que recuerda que la luz prevalece sobre la oscuridad, no
a la inversa”, anotó.
“Para
nosotros, los cristianos, el futuro tiene un nombre y este nombre es
esperanza. Tener esperanza no significa ser optimistas ingenuos que
ignoran el drama del mal de la humanidad. La esperanza es la virtud de un
corazón que no se cierra en la oscuridad, no se detiene en el pasado, no se
mantiene a flote en el presente, sino que sabe ver el mañana. La esperanza es
la puerta abierta hacia el porvenir”.
“La
esperanza – prosiguió – es una semilla de vida humilde y escondida pero
que se transforma con el tiempo en un gran árbol. Es como una levadura
invisible, que hace subir toda la masa, que da sabor a toda la vida. Y
puede hacer mucho, porque basta una pequeña luz que se alimente de la
esperanza, y la oscuridad ya no será completa.
Basta
un hombre solo, para que haya esperanza, y ese hombre puedes ser tú. Después
hay otro “tú” y otro “tú”, y entonces nos convertimos en “nosotros”. Y cuando
existe el “nosotros”, ¿comienza la esperanza? No. Esa empezaba con el
“tú”. Cuando existe el nosotros, comienza una revolución”.
El
Papa concluyó pidiendo a los participantes del Ted de probar un poco de
ternura por él para que pueda realizar su misión de ayudar a los demás a través
de su ministerio.
Ary Waldir Ramos
Díaz
Fuente:
Aleteia