Según los
obispos del País Vasco y Navarra la financiación pública a colegios concertados
es «expresión de la libertad de educación que defiende justamente nuestro
ordenamiento jurídico»
«La educación es
de importancia capital para la felicidad de las personas y para el desarrollo y
futuro de nuestra sociedad». Lo aseguran los obispos del País Vasco y
Navarra en una extensa carta pastoral, fechada en la festividad de
Pentecostés, y que lleva por título Me enseñarás el camino de la vida.
Desafíos contemporáneos de la educación.
Por
eso, la educación «no puede dejarse al albur de modas, de vaivenes
políticos ni de intereses ideológicos», que es precisamente, según los
prelados, lo que está pasando.
«Es
un parecer común que en nuestras instituciones la educación es considerada como
elemento partidista e ideológico, y que cada gobierno propone su ley educativa,
sin suficiente consenso, por lo que se hace harto arduo y complicado llegar a
un necesario pacto de Estado y esto hace que la educación continuamente esté en
discusión», explican.
Libertad de elección
Además
de estabilidad política, los obispos del País Vasco y Navarra reclaman
para los padres «libertad de elección» «para educar a sus hijos de acuerdo
a sus principios y convicciones». Es un derecho consagrado «en las altas
legislaciones internacionales» y que hoy está en «riesgo» de no ser
«debidamente salvaguardado».
En
este sentido, las diversas administraciones deben asegurar, proteger y respetar
la libertad para promover propuestas educativas desde la iniciativa social en
condiciones de igualdad y libertad con respecto a la escuela de titularidad
pública. Para ello, «será necesaria una adecuada financiación de la educación
con el fin de garantizar una igualdad de oportunidades a todas las familias sin
ser discriminadas por sus convicciones».
Así,
explican los pastores, la financiación pública a colegios de iniciativa
privada «no constituye ningún privilegio, sino que es expresión de la
libertad de educación que defiende justamente nuestros ordenamiento jurídico».
Asignatura de Religión
En
la carta, los obispos también salen en defensa de la asignatura de
religión, que «no debe confundirse con una mera cultura sobre el hecho
religioso, ni con una catequesis, ni mucho menos se trata de un
adoctrinamiento».
La
educación religiosa católica «evalúa la adquisición de conocimientos, no la fe
del alumno». Por ello, «es una asignatura académicamente equiparable a las
demás asignaturas y válida también para los no creyentes».
Asimismo,
«educa al niño y al joven en una dimensión que le es profundamente
connatural, pues el ser humano no solo es ser racional y social, sino también
constitutivamente religioso y trascendente».
La
asignatura no debe eliminarse, por tanto, del currículo, y mucho menos hacerlo
apelando a la aconfesionalidad del Estado. Esta «no debe interpretarse como el
destierro del hecho religioso de la educación», dicen. «Un Estado aconfesional,
lejos de oponerse al hecho religioso, debe facilitar y posibilitar el
ejercicio del derecho fundamental de las familias y de todos los ciudadanos en
materia religiosa, sin discriminación alguna».
Así
sucede, en la «práctica totalidad de los países de la Comunidad Europea», que
«incorporan la Religión al sistema educativo y mantienen acuerdos con distintas
confesiones religiosas, con variadas alternativas».
Educación afectiva
El
arzobispo de Pamplona, Francisco Pérez, y su obispo auxiliar, Juan Antonio
Aznárez, firman esta misiva junto a los obispos de Bilbao, San Sebastián y
Vitoria: Mario Iceta, José Ignacio Munilla y Juan Carlos Elizalde. En ella, no
rehúsan ningún tema, tampoco el de la educación afectivo sexual que, según los
obispos, ha de estar presente en una auténtica educación al ser «un elementos
fundamental en la vida personal».
Para
ello, es necesario «superar prejuicios, dependencias, conformismos», «reconocer
la felicidad como vocación fundamental de la persona» y que dicha educación
afectivo sexual esté basada en una «antropología adecuada, libre de ideologías
que, en palabras del Papa Francisco, “la colonizan”».
Frente
a la propuesta de los jerarcas eclesiástico se sitúa la ideología de género,
que «construye una antropología incompatible con la compresión cristiana del
ser humano porque anula la reciprocidad y complementariedad del varón y de la
mujer inscrita en la naturaleza humana y concibe una separación radical entre
sexo y género, donde el sexo no posee ninguna significación personal y el
género no tendría ninguna raíz biológica: sería una mera construcción
cultural».
La
Constitución Española garantiza el derecho de los padres a que sus hijos
reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias
conviciones. En este sentido, según los pastores de Navarra y el País Vasco,
«no sería admisible una indebida intromisión de los poderes públicos en el
derecho-deber de los padres a educar a sus hijos en la afectividad y en el amor
según sus propias convicciones, plasmadas en el ideario del centro educativo».
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José
Calderero
Fuente: Alfa y Omega