Entrevista al capellán del Hospital Clínico de
Valencia
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Don Juan José Segarra, capellán del Hospital Clínico de Valencia |
“Con mucha
intensidad emocional y espiritual”, así vive el sacerdote español Juan José
Segarra esta situación desgarradora que deja día tras día la pandemia en los
hospitales. En su caso, como capellán del Hospital Clínico de Valencia, acompaña
a los enfermos, la mayoría de COVID-19, y administra el sacramento del descanso
eterno.
“Cada vez que
administro la Unción a los enfermos, bien sean los más graves, a personas
mayores o enfermos en general, siento la presencia de Cristo conmigo en la
habitación”, expresa el párroco de la Santísima Cruz de Alaquàs. “Siento que
estoy haciendo algo valioso por esa persona y me siento confirmado en mi fe y
en mi sacerdocio”.
Don Juan José
fue cooperador de una bellísima historia vivida por un padre y un hijo, ambos
enfermos de coronavirus pero ingresados en diferentes hospitales. En el
cementerio de Benimaclet se celebró un responso íntimo por el eterno descanso
de Salvador padre, presenciado por su hermano, su hija y sus nietas.
El amor de Dios
es creativo y ocurrente
Juan José
Segarra, amigo de la familia, participó en dicha celebración y la grabó en
vídeo. Al día siguiente, 28 de marzo, el sacerdote visitó a Salvador, hijo del
fallecido, para atender a su cuidado espiritual y humano, durante su estancia
en el hospital.
El capellán le
habló de la grabación del entierro, le preguntó si quería verla y Salvador no
dudó un instante y dijo: “Sí, quiero despedirme de mi padre”. Durante algo
menos de 10 minutos visionó la celebración de despedida de su padre entre
lágrimas. “Había silencio y tristeza”, recoge en un artículo la Archidiócesis
de Valencia.
El capellán
señala con humildad que esta idea “fue una moción del Espíritu Santo. Es una
luz que viene a tu alma de forma súbita y se te ocurre la idea”. Y aclara: “No
es mérito mío sino de Dios. El amor de Dios es creativo y ocurrente”.
A continuación, reproducimos la entrevista completa que el capellán
valenciano respondió en exclusiva a zenit.
zenit: ¿Cómo está acompañando espiritualmente a los enfermos COVID-19? ¿Qué
necesidades ve en los afectados por la enfermedad? ¿Puede acceder a sus
habitaciones sin problema?
D. Juan José
Segarra: Estamos acompañando a los enfermos COVID-19 en
la medida de las posibilidades que las circunstancias actuales permiten. Las
directrices de los hospitales han cambiado y son restrictivas, como es lógico.
En estos momentos acudimos a las habitaciones de pacientes COVID-19 cuando nos
llaman los familiares o ellos mismos. Tratamos también de prestar toda la
atención posible estando presentes de forma permanente en la Capellanía. No
faltan nunca nuestras oraciones y la Santa Misa del sacerdote que, celebrada en
privado, se ofrece por todos los enfermos, sus familiares, por el personal
sanitario y por las almas de los que fallecen.
La necesidad
más grande que veo en los afectados por la enfermedad sería la del
acompañamiento con presencia física, la del consuelo espiritual directo de
forma más asidua. Al estar aislados, sólo tienen contacto con el personal
sanitario, que les animan mucho también. Gracias a Dios, la mayoría de ellos
pueden conversar por el móvil con sus familiares. Naturalmente, entro en las
habitaciones, aunque no tanto como se desearía.
Hasta ahora, la
dirección del Hospital Clínico de la ciudad de Valencia, no ha puesto ningún
impedimento para acceder a las habitaciones. Lo contrario, la relación es muy
buena. Eso sí, nos recuerda siempre que extrememos precauciones. Por otra
parte, el personal sanitario, en general, suele ser comprensivo con nuestra
labor. No obstante, algo debiéramos hacer para mejorar y crecer en la
interrelación del trabajo y comprensión entre la labor de los capellanes de
hospital y el personal sanitario en su conjunto.
zenit: ¿Cuántos enfermos de COVID-19 hay en su hospital? ¿Cuántos sacerdotes están
ahora allí?
D. Juan José
Segarra: No podría determinar la cifra. En estos momentos
se nota un poco más de desahogo. Hay menos cantidad de enfermos que padecen
COVID-19 y hay un buen número que se va recuperando.
El equipo lo
formamos tres sacerdotes y dos religiosas Siervas del Hogar de la Madre,
fundadas por el sacerdote Rafael Alonso. En estos momentos, las hermanas no
están visitando. Lo hacen los sacerdotes para administrar los sacramentos dado
que las visitas son restrictivas. Ellas se encargan de mantener la capilla en
perfectas condiciones para que, las personas que se acercan –normalmente el
personal sanitario-, puedan tener la tranquilidad de que se cuida su
desinfección.
Los sacerdotes,
una vez realizado y aprendido el protocolo en el Gabinete de Riesgos Laborales
para memorizar cómo colocarnos y quitarnos correctamente los EPIS (equipos de
protección individual), atendemos el hospital las veinticuatro horas y siete
días a la semana. Las hermanas también quedan en la capilla orando por todos y atendiendo
a las personas que se acercan administrando la Comunión a los familiares de los
enfermos y a todo el personal del Hospital.
zenit: Desgraciadamente, muchas personas están falleciendo por el coronavirus.
¿Cómo procede usted cuando un paciente fallece en su hospital?
D. Juan José
Segarra: Cuando tenemos constancia de un enfermo
moribundo, le administramos el sacramento de la Unción de los enfermos, junto
con la Indulgencia plenaria del Papa
concedida para esta situación, y la Recomendación del alma. Ante el
fallecimiento de un enfermo, sea o no a causa del coronavirus, ofrecemos la
Santa Misa por sus almas, hayamos tenido constancia o no de su fallecimiento.
Hayan sido atendidos o no por nosotros, en el memento de los difuntos, durante
la Santa Misa, siempre presentamos a todas las personas fallecidas orando por
la salvación de sus almas.
zenit: En el marco de la Indulgencia plenaria que el Papa ha concedido a los
enfermos de coronavirus y a los asistentes sanitarios y cuidadores que los
asisten, se contempla la posibilidad de dar absoluciones colectivas,
¿lo ha hecho en alguna ocasión? En el caso de Valencia, ¿tienen el permiso
pertinente del obispo?
D. Juan José
Segarra: Efectivamente, las absoluciones colectivas están
contempladas por la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe. Sin perder
de vista el Concilio de Trento, en donde se declara de modo solemne los tres
actos necesarios para una remisión íntegra y perfecta de los pecados, a saber:
la contrición, la confesión auricular y la satisfacción; desde la Instrucción
de la Sagrada Penitenciaria apostólica el Ordinario del lugar juzga si se dan
las condiciones señaladas en dicha Instrucción para impartirlas. Supuesto lo
anterior, y dado que el Papa Francisco, el Domingo de Resurrección impartió la Bendición Urbi et Orbi,
en la que se concede la Indulgencia, –junto con la propia indulgencia a los
enfermos de COVID-19–, hasta el momento en Valencia no hemos recibo ninguna
instrucción más.
zenit: Estos días, ¿cómo está viviendo la administración de la Unción de los
enfermos? ¿Ha tenido alguna experiencia especial?
D. Juan José
Segarra: Con mucha intensidad emocional y espiritual.
Emocionalmente, a veces, y de forma espontánea, te pones a llorar sin saber la
razón concreta. Un poco por todo, por el sufrimiento de las personas enfermas,
de emoción por ver el coraje y gran esfuerzo del personal sanitario, por la
frustración que causa no poder hacer más. Espiritualmente también. Cada vez que
administro la Unción a los enfermos, bien sean los más graves, a personas
mayores o enfermos en general, siento la presencia de Cristo conmigo en la
habitación. Siento que estoy haciendo algo valioso por esa persona y me siento
confirmado en mi fe y en mi sacerdocio.
Como
experiencia especial diría que, además de notar la presencia de Cristo
intensamente, también he visto como, después de administrar la Unción de los
enfermos, muchos de ellos sanan. Ya sabemos que el sacramento no es un rito de
magia, pero es verdaderamente eficaz respecto de la sanación del cuerpo, junto
con el perdón de los pecados de toda la vida pasada de la persona que lo
recibe. Tanto es así, que me gustaría que alguien haga lo mismo por mí, llegado
el caso. De hecho, así lo he dejado por escrito a mis superiores, en caso de
que yo no pudiese solicitarlo y para que no dependa nunca, ni siquiera
puntualmente, de la persona responsable de mi asistencia médica del hospital en
la que estuviere ingresado y pudiese poner algún impedimento a la hora de que
entrasen en mi habitación para administrarme el Sacramento.
zenit: En esta situación, ¿se ha encontrado con personas que previamente no se
identificaran con la fe cristiana o fueran no creyentes, y al verlo a usted
allí, se hayan querido acercar a Dios a través de usted?
D. Juan José
Segarra: Efectivamente, así ha sido. Tampoco ha salido a
colación en ese momento si la persona se identificaba o no con la fe cristiana
o fuera no creyente. Pero la muerte da miedo, asusta. Esta enfermedad nos pone
delante nuestra fragilidad y contingencia. Ante esto, muchas personas se abren
a Dios. Y Dios, a través de sus sacerdotes que administran los Sacramentos,
está siempre esperando para dar ese abrazo a sus hijos como la parábola del
Padre Misericordioso. Desde luego que, si te ven, te solicitan. De ahí la
absoluta necesidad de la presencia permanente de un sacerdote en la capellanía.
zenit: A finales de marzo, varios medios de comunicación publicaron la historia
de Salvador padre y Salvador hijo, de la que usted fue cooperador. Al
participar en el entierro de Salvador padre, al que asistieron varios
familiares, excepto Salvador hijo, usted grabó la ceremonia que luego ofreció
verla a Salvador hijo. ¿Cómo se le ocurrió la idea?
D. Juan José
Segarra: Fue una moción del Espíritu Santo. Es una luz
que viene a tu alma de forma súbita y se te ocurre la idea. No es mérito mío
sino de Dios. El amor de Dios es creativo y ocurrente.
La muerte de un
padre, sin una despedida, sin un último beso o abrazo, es tremendamente dura.
De repente, tu padre o tu madre, un día desaparecen de tu vida sin más. Por
eso, y bajo esa moción del Espíritu, entendí que el visionado del responso que
se realizó por el papá de Salvador sería una manera de decir adiós a la persona
amada. Ante la muerte de un ser querido, la despedida es muy importante para
poder cerrar la etapa del duelo. Salvador estaba muy agradecido y se sintió
confortado. Le dije también que, en su momento, celebraríamos el funeral
convenientemente junto con toda la familia.
zenit: En estas situaciones, el sentimiento de tristeza que sienten los
familiares es mayor al no poder despedirse de sus allegados difuntos, ¿cómo
consuela usted a estas personas? ¿les propone alguna oración en concreto?
D. Juan José
Segarra: Consolar a alguien a quien un familiar, de
repente, desaparece de su vida, no es fácil. Aun así, es muy importante el
testimonio del mensajero, es decir, del sacerdote o creyente que está
consolando al familiar. Somos hombres y mujeres de fe, y ese trasfondo de
esperanza que albergamos en nuestra alma se nota.
La oración por
antonomasia que les propongo es la Santa Misa, que es lo más grande que un
sacerdote puede ofrecer. Además de llevar el consuelo de Dios con nuestro
testimonio, también lo hacemos con los sacramentos de la Iglesia, que son
eficaces en el alma y en el cuerpo. No somos una especie de “psicólogos
espirituales”, sino que, además, administramos los sacramentos que tienen un
verdadero efecto en el alma para consolarla como ninguna otra palabra que un
ser humano podría pronunciar para animar a alguien.
Rosa
Die Alcolea
Fuente:
Zenit