La gente empezó a declarar rápidamente que las oraciones de la pequeña
Charlene Richard estaban generando milagros
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Joseph y Mary Alice Richard formaban
parte de la comunidad cajún de
Richard, Luisiana (Estados Unidos). Joseph y Mary Alice llegarían a tener 10
hijos juntos.
La
segunda mayor, llamada Charlene, era una chica de lo más normal. La
consideraban lista, pero igual que otros niños. Era una católica devota, como
otros niños, practicaba deportes y rezaba el Rosario.
Incluso
se metía en problemas de vez en cuando, como los demás niños. Sin embargo, a
diferencia de los demás niños en su comunidad, falleció cuando tenía solamente 12 años a
causa de la leucemia.
¿Santa?
El camino para convertirse en santo canonizado en la Iglesia
católica no es fácil. Muchas veces hacen falta siglos antes de que alguien sea
declarado santo o santa.
No
puede haber errores sobre la vida de un candidato o candidata y el camino que
ha seguido. La investigación empieza en la ciudad natal del candidato propuesto
y sigue la vida de esta persona.
Actualmente,
el proceso empieza cuando el obispo local accede a dar comienzo a la causa para
una persona designada por la comunidad local.
Los
católicos locales elaboran un dosier sobre la persona en cuestión donde
acreditan su personalidad y su fidelidad. El obispo designa a un postulante que
realiza una investigación minuciosa.
Después de varios años o más, el obispo quizás declare a la
persona Sierva de Dios y la refiera al organismo vaticano sobre Causas de los
Santos. Entonces empieza la fase dos del proceso.
Así que, aunque Charlene Richard ya es
reconocida por muchos como “la pequeña santa cajún”, todavía le queda un largo
camino hasta su posible canonización.
Una espiritualidad extraordinaria
Charlene
era una chica activa con 12 años, practicaba deportes y sacaba buenas notas,
cuando empezó a enfermar. Había leído un libro sobre santa Teresita y acudía a
la iglesia para rezar a la Pequeña Flor.
Un
día, la jovencita volvió a casa y le preguntó a
su abuela que, si rezaba como santa Teresa,
si podría convertirse en santa como ella. Su abuela le aseguró que podría.
Dado
que los síntomas de Charlene no remitían, sus padres la llevaron al médico. La
mandaron a hacerse pruebas y descubrieron que tenía leucemia
linfática aguda.
La
familia acudió rápidamente al párroco y al capellán del hospital. El capellán
era un sacerdote recién ordenado que había sido asignado al Hospital de Nuestra
Señora de Lourdes, donde Charlene acababa de ser ingresada. Su nombre era padre
Joseph Brennan.
El
padre Brennan visitaba a Charlene todos los días. Cuando llegaba, Charlene le
preguntaba por quién debían rezar ese día. Le
había contado al padre Brennan que había aceptado su enfermedad como voluntad
de Dios y que quería “ofrecer” su sufrimiento por los demás como ofrenda.
El
padre Brennan quedó profundamente conmovido por la fe y el amor que mostraba la
pequeña de 12 años.
Poco
antes de la muerte de Charlene, el padre Brennan le contó que una hermosa
señora vendría a llevársela al cielo. Ella contestó: “Oh,
te refieres a la Santa Madre. Cuando venga, le diré que el padre Brennan manda
saludos”. El sacerdote se quedó sin palabras. Estaba con ella cuando
falleció el 11 de agosto de 1959.
Curaciones y conversiones
Otra
persona que también estaba muy impresionada con Charlene era un amigo del padre
Brennan. Su nombre era padre Floyd Calais y era de Lafayette, Luisiana.
El
padre Calais nunca conoció a Charlene, pero escuchó cuidadosamente las
historias que le contaba el padre Brennan, en especial sobre las curas que la gente experimentó cuando ella rezaba
por ellos mientras agonizaba. Muchos se convirtieron al catolicismo
antes de morir.
La
hermana Theresita Crowley, directora de pediatría en el Hospital de Nuestra
Señora de Lourdes, habló a otras personas sobre la aceptación de la niña de su
enfermedad y la intensidad con que rezaba por los demás.
Los
locales empezaron a rezarle para pedirle favores especiales e insistían en que
sus oraciones les ayudaban.
Desde
entonces, muchos han rezado a Charlene pidiendo su intercesión y consideran que
Charlene ha intercedido por ellos. Sor Theresita recuerda: “No puedo olvidarla.
Siento su presencia. Siento su sonrisa”.
Hay personas que han rezado a Charlene para curas médicas, por
problemas maritales, para salir del desempleo y por buen clima para las
cosechas. Rápidamente se desarrolló un seguimiento a Charlene que se
extendió más allá del sur de Estados Unidos.
Finalmente,
después de años de deliberación, el obispo J.
Douglas Deshotel de la diócesis de Lafayette ha abierto
recientemente la causa por la santidad de Charlene Richard.
Sierva
de Dios Charlene Richard, por favor, reza por nosotros.
Larry Peterson
Fuente: Aleteia






