Con 12 hijos, la experiencia de la instagramer Mar Dorrio en "vueltas al cole" está más que probada. En tono positivo, nos ayuda a enfocar la nueva etapa acabadas las vacaciones
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He conocido a niños que, a estas
alturas del verano, están deseando que llegue el día de volver a las aulas,
estrenar sus mochilas y encontrarse con sus viejos amigos. He conocido a muchos
de esos niños…, pero nunca fueron los míos. Los twelve son de los de
la otra especie, de los que entran en el colegio sabiéndose los días que faltan
para Navidad mejor que las tablas de multiplicar. Así que, año tras año, he
leído todos los artículos donde psicólogos y profesores daban recomendaciones
para el retorno.
Aquí quiero dejaros algunas de
esas recomendaciones que muestran mucho sentido común, pero acompañadas de
otras que contienen también mucho sentido sobrenatural, porque, sin estas
últimas, habrá infinitas situaciones escolares y vitales a las que no les
encontraremos sentido.
Vacaciones de vacaciones
Cuántas veces hemos escuchado la
frase “necesito vacaciones de las vacaciones”. Pues ellos también. Los
peques necesitan adaptarse al futuro inminente de las rutinas, y mejor si es
antes de que lleguen. Que los madrugones iniciales les pillen con las
alforjas llenas de horas de sueño. El cansancio te engaña, haciéndote creer que
no tienes fuerzas para poder con tu vida. Así que, una semana antes, que
se levanten y se acuesten como en su futuro horario escolar.
Ojear, disfrutar, oler su
material escolar
Hay algo fascinante e ilusionante
en esos lápices perfectamente afilados y, why not?, en leer las primeras
hojas del libro de lectura, consiguiendo que el niño se sienta menos indefenso
en los primeros días de clase. Hablar en positivo, motivando la curiosidad
y el interés por sus profesores, compañeros de clase, nuevas asignaturas, etc.
Organizar el tiempo de estudio
Organizar (esto es importante) el
tiempo de estudio, de deberes. Algunas familias organizan el tiempo del
cole y el tiempo de las actividades extraescolares, pero no colocan la hora,
hora y media, o dos horas, que el niño va a necesitar para llevar los deberes
al día. En ese tiempo hay que tener en cuenta, además, que habrá momentos en
que necesite ayuda.
Hasta aquí el sentido común. Pero
si eres de los que educas mirando al cielo, ¡enhorabuena! Las herramientas para
que el curso vaya bien aumentan exponencialmente su eficacia. Aquí te dejo
algunas sugerencias:
Una bendición de mochilas
Que esos materiales de trabajo se
conviertan en auténticos sacramentales. Que el Señor deje su gracia hasta en la
última goma de borrar y en el tan poco usado plastidecor blanco. Ojalá
tuviésemos la fe suficiente para valorar los objetos bendecidos como creen los
supersticiosos en sus amuletos (aunque, en este caso, erróneamente). Bendice
la mochila en familia, en grupo, con sus amigos. Que se convierta en una
tradición familiar milenaria que comience este otoño.
Romería familiar
Ir juntos a ver a la Virgen y pedirle por este
curso. A todo el mundo le gusta tener contactos, “enchufes”, en los
colegios, universidades, colegios mayores, etc. Pues, con cada avemaría del
Rosario que rezas, la Virgen le dice a su Hijo: “Éste viene de mi parte”. Te
aseguro que no puedes tener un “enchufe” mejor.
Que cada minuto cuente
Sacrificio proviene de los
términos latinos “sacer” y “facere”, es decir, hacer sagradas las cosas,
honrarlas y entregarlas. Enseñemos a los niños que, desde el minuto cero,
pueden hacer que cada minuto cuente. Los tres últimos minutos de la clase
de química, los que más cuestan, son tesoros gigantes en el Cielo si los
ofreces.
Con esta mentalidad, el curso,
las asignaturas que no te van a servir para nada en el futuro, cada suma, cada
renglón de caligrafía, cada lámina de dibujo técnico, adquieren la categoría de
sacrificio, dan gloria a Dios en el Cielo. Con esta perspectiva, cuesta
menos darlo todo. Esa visión sobrenatural hace que ningún esfuerzo parezca
inútil, ni nos desmoralice una mala nota después de haber estudiado. Con esta
actitud, podemos contagiar y contagiarnos del hashtag #quecadadíacuente:
todos y cada uno de los días que quedan hasta Navidad. Why not?
Mar Dorrio
Fuente: Aleteia