Dos franceses, también clérigos, perfeccionaron el sistema
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Páginas del Abecedario demostrativo de Bonet.
Imagen: Biblioteca Nacional
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El benedictino Pedro Ponce de León (1513-1584),
natural de Sahagún (León), fue el creador del primer lenguaje de signos para
personas sordomudas e instaló en el monasterio de San Salvador de Oña (Burgos) la primera
escuela donde se les enseñó a hablar, leer y escribir. Entre sus alumnos figuraba Francisco Tovar, cuyos
derechos como sucesor del marquesado de Berlanga a pesar de su discapacidad
defendía el conocido como Licenciado
Lasso. El Tratado legal sobre los mudos (1550) de Lasso, quien
trató con frecuencia a fray Pedro, es así una de las fuentes más sólidas para
documentar la originalidad del trabajo del monje, cuya finalidad era eminentemente evangelizadora.
Un artículo publicado en National Geographic el pasado mes de mayo reconocía
esta realidad. En él, Inés
Antón Dayas (comisaria en 2017 de una exposición en la Biblioteca Nacional sobre
el lenguaje de signos) recordaba que Ponce de León se había basado para su
lenguaje en los códigos de
signos utilizados en su orden para no romper el silencioimpuesto por la
Regla de San Benito.