El presidente de la Comisión para la Educación y Cultura de la CEE afirma que el congreso educativo convocado por los obispos pretende analizar la presencia eclesial en este sector y contribuir al debate público
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| El obispo de Lugo, en el centro, durante la presentación del congreso en Madrid el pasado 15 de junio. Foto: José Calderero |
¿A qué responde
la convocatoria del congreso La
Iglesia en la educación. Presencia y compromiso, cuyo proceso dará comienzo
en octubre?
Se trata de dar respuesta al Pacto
Educativo Global promovido por el Papa y a la última instrucción del
Dicasterio para la Educación Católica, en la que se reconoce un proceso de
cambio en el mundo educativo al que debemos hacer frente. Por otro lado, surge
de la intensa experiencia vivida con la LOMLOE en España. Hemos estado los tres
últimos años pendientes del cambio legislativo y eso nos ha exigido tener una
mirada más atenta.
En esa nueva
legislación no ha salido bien parada la clase de Religión. ¿Esperan un clima
más favorable con los cambios de Gobierno en algunas comunidades autónomas tras
las elecciones de mayo?
Desearíamos un mejor reconocimiento del significado de esta parte tan
fundamental de la educación de la persona. En este sentido, la LOMLOE,
seguramente, ha sido una ocasión perdida, sobre todo por la falta de diálogo.
El problema es que las legislaciones vienen muy hechas desde los aparatos de
los partidos políticos y suelen estar marcadas de alguna forma por organismos
como la ONU o, en nuestro caso, también por la Unión Europea. Pero en temas
fundamentales para la vida social, como el que nos ocupa, es necesario que se
hable con los protagonistas, que se reconozca el papel de cada uno. Eso ha
faltado. ¿Qué va a pasar ahora? Es difícil saberlo, pero desearíamos que
hubiera más apertura, que se diera espacio a la voluntad de las familias y a
las opiniones de los protagonistas, y también a las instituciones eclesiales.
Por otro lado, es necesario valorar la centralidad de la persona en la
educación con todas sus dimensiones. Es un desafío ante la tendencia
utilitarista existente en la sociedad.
¿El congreso
quiere ser una respuesta a los planteamientos de la ONU o a la aprobación de la
LOMLOE?
Yo no diría que surge como respuesta a la propuesta de la ONU o de la LOMLOE,
aunque efectivamente tienen una influencia constatable en la vida de la
escuela. En realidad, estamos motivados por el contexto de cambio en el mundo
educativo y por la necesidad de afrontar la nueva situación con creatividad y
sin miedo. Se trata de hacer ver que desde la antropología cristiana se pueden
comprender los desafíos que plantea la realidad y darles una respuesta
adecuada.
Poner en valor
la propuesta que hace la Iglesia.
Sí, por supuesto. También queremos reflexionar sobre cómo podemos hacerlo
mejor. En el texto de la instrucción vaticana que mencionábamos se pide crecer
en la conciencia de nuestra identidad y en la actitud de diálogo. Al final,
buscamos analizar la presencia eclesial en este ámbito y fomentar la
conversación para contribuir al debate público.
Entiendo, entonces,
que se va a invitar a otras realidades educativas no confesionales.
Ahora de lo que se trata es de acercarnos a la realidad de la Iglesia en la
educación y procurar ver qué pasos hemos de dar nosotros. Hablaremos, por
supuesto, con el resto de los protagonistas del ámbito educativo, pero no es el
objetivo primero. En todo caso, esperamos que este gran proceso de
participación y reflexión sirva para impulsar posibilidades de encuentro y de
diálogo.
El pacto
educativo ya se ha intentado en España y ha fracasado. El Pacto Educativo
Global tampoco parece concretarse en algo tangible. ¿Es posible que en el
futuro veamos en marcha ambas propuestas?
El Pacto Educativo Global no es una ensoñación. Toda sociedad elabora su
sistema educativo sobre la base de un cierto pacto. Es imposible hacerlo de
otra manera. Una sociedad no sobrevive sin un pacto fundamental sobre los
valores de su convivencia. Las dificultades surgen, precisamente, cuando se
ponen en cuestión aquellos rasgos fundamentales del pacto educativo que hacen
posible el camino de la sociedad. En España ocurre igual. El pacto educativo,
más que crearlo, habría que reconocerlo. Tendríamos que reconocer aquellas
grandes afirmaciones que fundamentan nuestro sistema educativo y que, después,
te permiten declinarlo en formas más concretas según las circunstancias. El
verdadero problema es cuando se ponen en cuestión, por intereses particulares,
aquellos valores que son de todos.
José Calderero de Aldecoa
Fuente: Alfa y
Omega






