En su último día en Mongolia, el Papa Francisco mantuvo un encuentro con operadores de caridad e inauguró la Casa de la Misericordia
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| Vatican News |
A continuación, el último
discurso que pronunció el Papa Francisco en Mongolia:
Queridos hermanos y hermanas:
¡Buenos días!
Les agradezco de corazón por la
acogida, el canto y la danza, así como sus palabras de bienvenida y sus
testimonios, los cuales creo que bien pueden resumirse con algunas palabras de
Jesús: «Tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de
beber» (Mt 25,35). De este modo, el Señor nos ofrece el criterio para
reconocerlo presente en el mundo y la condición para entrar en la alegría
definitiva de su Reino en el momento del juicio final.
Desde sus orígenes, la Iglesia se tomó en serio esta verdad, demostrando con obras que la dimensión caritativa fundamenta su identidad. Pienso en los relatos de los Hechos de los Apóstoles, en las numerosas iniciativas adoptadas por la primera comunidad cristiana para realizar las palabras de Jesús, dando vida a una Iglesia construida sobre cuatro columnas: la comunión, la liturgia, el servicio y el testimonio.







